Opinión

Cnel. Ignacio Warnes y la ciudad de Warnes

6 de septiembre de 2021, 5:00 AM
6 de septiembre de 2021, 5:00 AM

En los albores de la revolución emancipadora contra la Corona española, en Santa Cruz ocurrieron hechos muy interesantes, como el levantamiento de los negros el año 1809, el 15 de agosto, día de la Virgen de la Asunta; un año después, el primer grito libertario, el 24 de septiembre de 1810, encabezado por el Cnel. Antonio Suárez, el cura Andrés Salvatierra y el abogado Vicente Seoane; y la recuperación de la plaza por parte de la Corona unos meses después, en marzo del año 1811, quedándose hasta marzo de 1813, cuando los patriotas retoman Santa Cruz.

Como todo el territorio de la Audiencia de Charcas dependía del Virreinato del Río de La Plata, ese mismo año el general Belgrano, comandante de los ejércitos auxiliares argentinos, envía a Santa Cruz a su amigo y secretario, el Cnel. Ignacio Warnes, llegando a Santa Cruz el 24 de septiembre del año 1813.

El Coronel Warnes era un pundonoroso oficial platense, y llega a la capital grigotana con el cargo de Gobernador; inmediatamente organiza la plaza, recolecta fondos, reorganiza el ejercito que será después el ejército cruceño, se acerca a toda clase de gente y, en fin, realiza una serie de acciones que hicieron que el irlandés porteño se haya hecho querer con el pueblo y, por consiguiente, no haya sido visto con buenos ojos por las clases pudientes, que en su mayoría eran realistas, a pesar de que él había reunido varias veces a realistas y patriotas con el fin de mantener una paz civilizada, una sociedad tranquila en la ciudad.

El grueso del pueblo no llegaba a 10.000 habitantes, y se debía guardar armonía en estos momentos de gran tensión revolucionaria y en el arduo trabajo de organizar la fabricación de armas, uniformes y otros, Warnes comprendió que las clases más populares que estaban formadas por gentes de familias humildes, como negros escapados de la esclavitud, o pardos llamados así a los de tez más obscura, y los indios venidos de la Chiquitania, formarían el grueso de su ejército, entrenando día a día para las futuras confrontaciones con el ejército realista, que venía del Perú compuesto por españoles, o gente del alto y bajo Perú, y colombianos.

El Cnel. Warnes lo primero que hace es abolir la esclavitud y atraer a los esclavos para formar un fuerte batallón de Pardos y Morenos que después hicieron la fuerza junto a la caballería del ‘Colorado’ Mercado, en las batallas donde salieron triunfadores. En la ciudad hizo pulperías de acopio, donde se vendían los productos almacenados más baratos o sin especulación, situación que cambió la vida económica de muchas familias que, en retribución, se sumaron a la confección de ropa para el ejército con tejidos que venían de la Chiquitania o de Moxos, trabajando el cuero curtido para la caballería o haciendo de cualquier fierro las armas de filo, como lanzas, cuchillos, herrajes, así como elaborando la pólvora y cañones que se fabricaban en el barrio del centro de la ciudad que por tal razón llevó el denominativo de La Pólvora.

Warnes fue un gran organizador, desde la economía de la ciudad hasta lo del armamento, que ya relatamos; vivía austeramente, como se vivía en Santa Cruz, donde no había grandes riquezas ni lujos, y fue el caballero militar que enseñó a todos a ser iguales, por lo que la soldadesca lo quería y todos los días se entrenaba en la plaza de la Concordia, como se llamaba la plaza principal, propiciando los resultados que este entrenamiento dio luego en las batallas que le cupo estar al lado de su jefe.

La principal batalla donde se derrotó al ejercito realista fue la de Florida, un 25 de mayo 1814, en las que el ejército cruceño se enfrentó a tropas mucho más organizadas que ellos, más profesionales, derrotándolos heroicamente. Con esta batalla se paró el avance de las tropas realistas hacia la capital del Virreinato, pasando por la Audiencia de Charcas, por lo que fue tan importante para la emancipación de los pueblos del sur. Hoy esta batalla está perpetuada en una linajuda calle de Buenos Aires que lleva su nombre. Después vino la batalla de Santa Bárbara, el 7 de octubre de 1815, derrotando al resto del ejército español que huyó hacia la Chiquitania, siendo totalmente diezmado en esa contienda favorable al ejército cruceño.

Después de estas sendas victorias, a los españoles no les gustaron las derrotas y enviaron tropas más entrenadas y mejor dotadas, con la difícil tarea de derrotar a un gran ejército criollo y su comandante Warnes, que ya parecía invencible. Estas tropas realistas venían de triunfar en varias batallas, como Ayohuma, Sipesipe y Vilcapugio, y ahora tenían como jefe a un conocedor de la zona, nacido en Santa Cruz, el Cnel. Francisco Javier Aguilera, que se enfrenta a Warnes el 21 de noviembre en la cercana localidad de El Pari, derrotando y matando a Ignacio Warnes, cuya cabeza fue puesta en una picota en la plaza principal para escarmiento de la población.

Por todo lo anterior, Warnes merece un reconocimiento mayor del pueblo de Santa Cruz, que luchó con él, especialmente en la última batalla, y porque fue un gran gobernador, tan grandioso que después de un siglo, el año 1920, este mismo pueblo lo recordaba con unción, haciendo una colecta para encargar en Bélgica la elaboración de un monumento, de donde ese mismo año traen la estatua de bronce que hoy está en la plaza 24 de Septiembre.

Pero los agradecimientos patriotas no se limitaron a estatuas, sino que también le dedicaron el nombre de un pueblo que hoy es una próspera ciudad. ¿Será que la ciudad de Warnes no le dedicará algo más al prócer que les dio nombre? Los pueblos agradecidos son los que más prosperan, y sería interesante que dicha ciudad promueva la construcción de un museo en honor a este insigne patriota que ofrendó su vida por Santa Cruz y su causa libertaria, sería un atractivo más para la ciudad norteña, y un agradecimiento póstumo al ahora Gral. Ignacio Warnes de Zúñiga.

Con la propuesta de este artículo hago una pausa en esta larga serie de promoción de museos y parques temáticos, y pido permiso hasta una próxima ocasión. Asimismo, de mi parte comprometo seguir al pie del cañón para ayudar a materializarlos, pues espero haber sembrado semillas de las que nazcan muchos frutos.

Mario Suárez Riglos es Geólogo e Historiador


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