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13 de septiembre de 2023, 4:00 AM
13 de septiembre de 2023, 4:00 AM

Por Roberto Unterladstaetter K., ING. AGR. (DR. SC. AGR.)

Gibran Khalil Gibran es conocido como poeta, pintor, ensayista, novelista. De origen libanés; es conocido como el poeta del exilio, nacido en Bisharri, Líbano, el 6 de enero de 1883 y fallecido el 10 de abril de 1931 en Nueva York. Dentro de su obra, tenemos a: El Jardín del Profeta, libro que contiene el poema que titula la reflexión que me ocupa; y en ella, con maestría y profundidad de pensamiento unido al dolor por su aislamiento voluntario de la vida pública que sufría, deja fluir una serie de pensamientos que desde la perspectiva de las carencias revelan que haciendo bien las cosas, puede hacerse un proyecto de país basado en el respeto a la dignidad humana, la libertad y los derechos de todos y cada uno de los miembros de la comunidad; y desarrollar una forma de gobierno sustentado en la participación del pueblo en la acción gubernativa por medio del sufragio y del control que ejerce sobre lo actuado por el Estado. 

Dentro de esta visión, los ciudadanos deben contar con principios y valores. Principios como la libertad responsable, el respeto, la justicia, la solidaridad; y valores como la integridad, la excelencia, la pasión por el bien, la alegría. Sin ellos, el ciudadano difícilmente sabrá escoger a los candidatos que en el juego democrático se postulen para conducir la nave del Estado; y cuando quienes resulten electos desconozcan esos principios y valores propugnando exclusiones con miras a obtener ventajas inmerecidas o parcializadas, desgraciadamente el sistema democrático fracasará para ser sustituido por resentidos, frustrados e ignorantes politiqueros verborrágicos, sinvergüenzas cuyo único objetivo será hacerse del poder y de riqueza fácil a costa del erario nacional producto de las contribuciones de los ciudadanos trabajadores y honestos. 

Valga la oportunidad para aprovechar este espacio para reproducir y compartir el texto de “Compadeced a la Nación”, que es parte de la obra denominada El Jardín del Profeta, del irremplazable Gibran Khalil Gibran: “Compadeced a la nación que está llena de creencias y vacía de religión. Tened piedad de la nación que lleva vestidos que no teje ella misma, que come un pan cuyo trigo no cosecha y que bebe un vino que no mana de sus propios lagares. Compadeced a la nación que aclama a un fanfarrón como a un héroe, y que considera bondadoso al oropelesco y despiadado conquistador.

Compadeced a la nación que desprecia las pasiones cuando duerme, pero que, al despertar, se somete a ellas. Compadeced a la nación que no eleva la voz más que cuando camina en un funeral, que no se enorgullece sino de sus ruinas, y que no se rebela sino cuando su cuello está colocado entre la espada y el zoquete de madera.

Compadeced a la nación cuyo estadista es un zorro, cuyo filósofo es un prestidigitador y cuyo arte es un arte de remiendos y gesticulaciones imitadoras. Compadeced a la nación que da la bienvenida a su nuevo gobernante con fanfarrias, y lo despide con gritos destemplados, para luego recibir con más fanfarrias a otro nuevo gobernante.

Compadeced a la nación cuyos sabios están aniquilados por los años, y cuyos hombres fuertes aún están en la cuna. Compadeced a la nación dividida en fragmentos, cada uno de los cuales se considera una nación. 

Me he permitido compartir estas reflexiones porque, cuando las leo, veo en estas líneas un retrato de un país maravilloso que algún día tuvo un futuro venturoso y que ahora lo veo sumido en la mentira, ignorancia, prepotencia y corrupción. 

Hoy todo el sector productivo nacional está severamente castigado por la extorsión, el contrabando y la corrupción, por lo que miles de pequeños emprendedores han cerrado sus talleres y otros emprendimientos textiles, y por ello la mayoría de los bolivianos vestimos ropas que no solo no tejemos sino tampoco costuramos. 

La ineptitud e incompetencia, entre otras cosas, nos mantiene en un importante rezago tecnológico inducido por posturas ideológicas endebles en extremo; al campesino lo tienen sumido en la ignorancia para abusarlo y explotarlo políticamente (“hasta las últimas consecuencias”) y al agricultor, especialmente al oriental, innovador, emprendedor, le impiden implementar la tecnología científica innovadora producto de la inteligencia humana para producir más eficientemente productos accesibles para todo el país y exportar el excedente del esfuerzo generador de trabajo. 

Sin la intervención de los politiqueros este país puede producir alimentos y materias primas derivadas de una agricultura sostenible para por lo menos 50 millones de personas. El abuso mediático de una circunstancialmente empoderada “autoridad” absolutamente ignorante en cuestiones ambientales, que juega y desinforma con la seguridad ambiental e hídrica fundamental para el país y la humanidad, que afirma que el mercurio no es dañino y que de niño “jugaba” con el metal, ¡esto es absolutamente criminal! Ahora ya conocemos además el efecto tardío embrutecedor del “juguete” mercurio con el que se entretenía nada más ni menos el titular de Medio Ambiente y Aguas. ¡Para muestra sobra un botón! 

Es inconcebible cómo las “autoridades” son designadas en mérito de cualquier cosa, menos por su idoneidad, capacidad, honradez, entre otras virtudes deseables, todo lo contrario, por lo que permanentemente se ofende, insulta y falta al respeto y a la razón e inteligencia de la mayoría de la ciudadanía. 

Las reflexiones de “Compadeced a la Nación” dan para mucho más. Bolivia debe salir de esta pesada pesadilla de la coca y sus consecuencias que le impide llegar al desarrollo y prosperidad que la historia le tiene reservada.

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