Opinión

Contextualizando con hechos históricos

24 de noviembre de 2020, 5:00 AM
24 de noviembre de 2020, 5:00 AM

La historia no solo sirve para rememorar a personas ilustres o nefastas, ni tampoco se trata de citar simplemente fechas. Tampoco es un libro de recuerdos o un recuento de anécdotas. La historia tiene como fin explicar la situación de la época, las razones que promovieron dichos acontecimientos y luego de retrotraernos en el pasado, contextualizarlos con el presente. Siempre dije que mientras más penetrante sea la historia en el tiempo, mayor vigor y fuerza tendrá ella para la formación de un pueblo o una nación.

Bajo esta mirada, es bueno referirnos a dos momentos históricos que recordamos hace pocos días, las batallas del Pari y de Ingavi. La primera sucedió el 21 de noviembre de 1816 y la segunda, el 18 de noviembre de 1847.

Se dice que la Batalla del Pari, librada a orillas del arroyo del mismo nombre, si no fue la más sangrienta de las batallas durante la Guerra de la Independencia, sin duda, es uno de los hechos más cruentos de esta conflagración, donde murieron miles de soldados en ambos bandos. Además, cronistas de la época, relatan que en este combate “también fueron muertas y heridas muchas mujeres que acudieron en socorro”. Se trata de un enfrentamiento entre las fuerzas realistas al mando del coronel cruceño Francisco Xavier de Aguilera, que afrontó al ejército cruceño -sin apoyo de fuerza militar foránea alguna-, dirigido por el patriota argentino Ignacio Warnes, muerto en las arenas del Pari.

Sobre la batalla de Ingavi, una vez conocida la invasión peruana dirigida por el general Agustín Gamarra –que ya gozaba de mucha simpatía entre aburguesados del valle alto de Chuquiago Marka-, el cuerpo de Caballería “Los Coraceros” conformado por poco más de un millar de soldados, al mando de los militares cruceños, general Agustín Saavedra Paz y el coronel Marceliano Montero, marcharon desde Potosí rumbo a La Paz, con la misión encomendada por el general José Miguel de Velasco de contrarrestar la incursión extranjera.

Con la victoria en los campos de Ingavi, se consolidó la soberanía de Bolivia y en este caso se evitó la desintegración de la novel república, que apenas contaba con 16 años de vida. La ingratitud de los historiadores bolivianos que escriben los textos oficiales, hizo que casi nunca se hiciera referencia a este noble sentimiento patriótico y el papel concluyente del ejército cruceño, cuyo apoyo permitió preservar definitivamente la integridad territorial de la patria.

Las lecciones que devienen de estas memorias históricas, y si lo contextualizamos con nuestra realidad, se podrían esbozar algunas lecturas de manera previa. En el primer caso, se ilustra el valor de hombres y mujeres, miembros de un pueblo digno, que por alcanzar su libertad, no escatimó sacrificio alguno. Por otro lado, la Batalla de Ingavi es un claro ejemplo que cuando la patria está en peligro, la unidad y la reconciliación entre sus hijos vence al enemigo, en la actualidad, serían la pandemia del Covid-19, la economía, el desempleo o el enfrentamiento político.

¿Cuándo comenzamos a perder este frenesí de patriotismo y de bolivianidad? ¿Qué razones motivaron a perder ese amor entrañable al terruño y una indiferencia consumista y pueril por el mañana? Esas y muchos otros cuestionamientos habrá que colocarlos descarnadamente sobre el tapete, para que cada boliviano, y sobre todo los líderes políticos y de la sociedad civil, puedan responder, para intentar al menos cambiar el rumbo desvariado por el que hoy deambulamos.

Lo digo sin ambages, si no hay sinceramiento y pensamiento crítico, cumplimiento de autoridades y ciudadanos con sus responsabilidades, y si no se deponen ambiciones personales, grupales o rencores absurdos o ancestrales, nuestro futuro es por demás incierto e inseguro. Estamos a tiempo.

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