En el país cuatro adolescentes se embarazan cada hora, la mayoría por violencia sexual. El maternológico brinda asistencia integral a gestantes menores. Ellas cuentan lo difícil que es afrontar este proceso para el que no están preparadas

4 de abril de 2022, 4:00 AM
4 de abril de 2022, 4:00 AM


Con 17 semanas de embarazo está aprendiendo a ser mamá. Tiene apenas 14 años y en la plenitud de su adolescencia cree que debe dejar de asistir a la escuela para asumir el rol de la maternidad. Ella está en cuarto de secundaria y el padre del bebé que espera es un hombre de 23 años.

A los 13 años empezó su actividad sexual, pero nunca pensó en convertirse en mamá a corta edad, por eso fue una tortura los dos primeros meses de gestación, porque en principio no sabía cómo lidiar con el embarazo hasta que decidió contar a su madre. Cuando se enteraron sus tíos la inducían a que interrumpa su embarazo, pero finalmente sus padres le dijeron que cuando el bebé nazca se vaya a vivir con el padre de su hijo que trabaja en una granja de pollo.

Ella está resignada a su suerte, pues cree que debe irse para salir del cuarto de alquiler donde vive su madre, su padre, su hermana mayor con su marido y su hijo. Además, cree que su presencia puede incomodar a otros familiares.

Ella es la menor de cinco hermanos y acudió a su segundo control en el centro para adolescentes que tiene la maternidad Percy Boland, donde no solo le hacen el seguimiento médico, sino también sicológico para que ella pueda continuar con un proyecto de vida hacia adelante. 

Otra adolescente pasa por el mismo drama. Tiene 15 años y un embarazo de13 semanas a cuestas. Lidia con los controles, los malestares de la gestación y sus clases en el colegio. Está en cuarto de secundaria y admite que estuvo a punto de abandonar el colegio por miedo y vergüenza a lo que digan sus profesores y compañeros.

Como varias chicas de su edad empezó a salir con un compañero de colegio, con quien inició su vida sexual, pero jamás pensó quedar embarazada.
Su vientre abultado recién empieza a notarse y cuenta que “recién soltó la barriga” porque los primeros meses intentó ocultarlo usando faja y ropa suelta. 

Decidió contarle a su madre, quien la llevó hasta un centro de salud, desde donde la derivaron al centro de la maternidad. Afortunadamente recibió el apoyo de su mamá, que le insiste en que no deje la escuela, aunque a su papá le está costando aceptar la situación.

“Es difícil porque te miran y ya no puedo ir a todas actividades con mis compañeras porque estoy castigada por lo que hice”, dice la menor, que es la mayor de tres hermanos. 

Estos dramas que viven las niñas y jovencitas se reflejan en las atenciones de la maternidad, donde dos de cada diez partos que se atienden son de menores entre 10 y 19 años.

El director de la maternidad Percy Boland, Mario Herbas, informó que, del total de partos que atiende anualmente el maternológico, entre 22% y 25% son de menores de edad.

Indicó que en 2019 se atendieron 5.448 partos, de los cuales 1.210 fueron de chicas de 15 a 19 años y 187, de entre 10 y 14 años. En 2020, de 5.127 partos atendidos, 1.094 fueron de 15 a 19 años y 188 de entre 10 y 14 años. En 2021 se asistieron 4.621 partos y de estos 905 fueron de menores de 15 a 19 años y 157 de 10 a 14 años. 

La mayoría de las menores de edad que llegan a la maternidad son víctimas de abuso sexual. Muchas acuden con complicaciones en el embarazo por infecciones, anemia y con antecedentes de partos anteriores. 

Herbas apunta a que se precisa reforzar las políticas de educación sexual desde las unidades educativos para que las niñas reciban la orientación necesaria para evitar embarazos precoces.

Las menores de edad reciben asistencia integral prenatal y postnatal en el maternológico, donde el servicio para adolescentes registra un aumento en las atenciones. Entre enero y diciembre de 2021 dieron 1.503 atenciones, es decir, 18% más que en 2020, cuando se fueron 1.232.

En el país

La situación en el país no es menos dramática. Según datos del Servicio Nacional de Información en Salud (SNIS), en 2021 se registraron más de 38.000 embarazos en niñas y adolescentes, lo que equivale a un promedio de 105 por día, es decir, cuatro cada hora. En tanto, en menores de 15 años, hubo 2.329 gestaciones, un promedio de 6 por día. La mayoría de estos casos fue por violencia sexual.

El embarazo adolescente e infantil es una de las cinco amenazas contra la vida, la salud y el desarrollo de las niñas y adolescentes bolivianas, identificadas por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), que hace un llamado para extremar esfuerzos para erradicarlas. La gestación temprana pone en riesgo la vida y salud de las menores, con consecuencias que afectan su desarrollo.

El Unfpa indica que cuando niñas y adolescentes quedan embarazadas “hay una gran probabilidad de que queden atrapadas en un círculo de pobreza y exclusión, que las afectará principalmente a ellas, pero que también limitará las oportunidades de sus hijos y, de forma agregada, dada la magnitud del embarazo precoz en el país, afecta a su entorno social”. 

La violencia sexual contra niñas y adolescentes es, en muchos de los casos, la causa del embarazo precoz. En 2021, la Fiscalía registró 2.007 casos de violación de infante, niño, niña o adolescente; es decir, 167 por mes, 5 por día. 

La pandemia por covid-19 ha demostrado que las menores corren riesgo en sus propios hogares, porque los perpetradores son familiares o personas cercanas al entorno familiar.

Esto se debe, según el Unfpa, a que los agresores sexuales muchas veces no reciben el castigo legal contemplado en la ley. 

La afectación

La sicóloga Ana calvo, que trabaja hace 16 años en el servicio para adolescentes en la maternidad Percy Boland, señala que han tenido casos de niñas desde los 10 años. Indica que en la mayoría de los casos los agresores sexuales son el padre, el tío y el hermanastro.

La afectación que más provoca en las niñas el embarazo precoz es el trastorno de ansiedad que puede estar relacionado con problemas psicosociales, disgregación familiar y el hacinamiento.

Señala que entre las causas que empujan a las niñas a esta situación están la disgregación familiar, la migración de los padres, la falta de escolaridad y el nivel socioeconómico. Este último es mucho más frecuente y es lo que lleva a las niñas a dejar su hogar para irse con el padre de su hijo.

Los embarazos producto de una violación también dejan serios traumas, porque las niñas sufren un estrés postraumático. La mayoría de las adolescentes que acuden a control y a hacer terapia sicológica son las que tienen entre 14 y 15 años.

La profesional pide a los centros de primer nivel y a los padres que deriven y que envíen a las adolescentes a este centro, porque allí se cuenta con médicos obstetras, sicólogos, laboratorio y farmacia, entre otros servicios. “Todo es gratuito”, indicó la profesional.

En este centro también brinda orientación sobre educación sexual, planificación familiar, nutrición y prevención de la violencia. 

Embarazos involuntarios

Por otro lado, el Fondo de Población de la ONU, la agencia encargada de la salud sexual y reproductiva, advirtió que casi la mitad de los embarazos que se dan cada año en el mundo son accidentales o involuntarios, por lo que llamó a reforzar la inversión en educación sexual y métodos anticonceptivos.

Se estima que parte de esta “crisis invisible”, como la llamó el organismo, hay 121 millones de embarazos involuntarios a nivel global.

De esos embarazos no buscados, más de un 60 por ciento terminan en abortos, que en muchos casos no se llevan a cabo de forma segura. Entre el 5 y el 13 por ciento de las mujeres que se someten a abortos inseguros muere, según el informe.