Opinión

De la burocratización docente y otros vacíos

14 de mayo de 2021, 5:00 AM
14 de mayo de 2021, 5:00 AM

Es bien sabido que una de las finalidades del Gobierno de turno es controlar, manipular y mover los hilos del Sistema Educativo Nacional a su antojo; y más allá de cierta retórica y conceptualizaciones rimbombantes que, en la práctica se muestran vacías y lejos de concretarse, el verdadero objetivo apunta a una burocratización de la práctica docente; dejando de lado las verdaderas acciones que el maestro pudiera realizar si los tiempos y las exigencias administrativas pasaran a un segundo plano.

El artículo 3 de la Ley Educativa 070 refiere lo siguiente: “El Estado y la sociedad tienen tuición plena sobre el sistema educativo, que comprende la educación regular, la alternativa y especial, y la educación superior de formación profesional. El sistema educativo desarrolla sus procesos sobre la base de criterios de armonía y coordinación”. La sociedad, armonía y coordinación son meros formalismos para aparentar un diálogo inexistente y que en la realidad nos muestra un trabajo áulico supeditado a una serie de actividades burocráticas que lo único que han logrado es ahondar mucho más la crisis de la educación. El docente gasta energías en planificaciones tediosas, repetitivas y que responden a criterios ideológicos y ambiguos, cuando debería estar investigando y produciendo textos y recursos que se ajusten a las necesidades puntuales de la nueva era y de un colectivo de estudiantes que no reconoce en la escuela procesos idóneos, permanentes y significativos, cuando debería crear y posibilitar proyectos que despierten en el estudiantado la creatividad y el pensamiento crítico, cuando debería gestionar contenidos y cultura más allá de las aulas, cuando tendría que ser el actor principal para el desarrollo de programas educativos, para la gestión de políticas lectoras y el articulador de procesos para la prevención de situaciones de riesgo que aquejan a la sociedad en su conjunto.

La estupidización a la que han empujado al profe desde los cursillos deformadores que impulsara el Gobierno de Morales y la sobresaturación de planillas absurdas han generado un ambiente desmotivador y mediocre que tiene idéntica sintomatología en la formación de nuestros estudiantes: escolares que no leen, acríticos con la realidad y apegados a un solo valor: el cuantitativo. Toda esta radiografía no es azarosa, responde a una única intención que ha venido agravándose: burocratizar al profe para que no piense y no cuestione; por ende, tendremos ciudadanos dormidos, cómodos y pasivos, jóvenes fáciles de manipular.
Y lo más lamentable ocurre cuando todo este verticalismo se traslada a relaciones jerárquicas e institucionalizadas. Ellos lanzan la forma original e inmediatamente se establece un “modus operandi” que cruza a los demás actores de la educación, dejando como saldo un adoctrinamiento que imposibilite lograr lo que esa misma ley plantea: “transformar una sociedad sin limitación y condicionamiento alguno”.



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