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¿De qué vamos a vivir? La respuesta de F. Zaratti

9 de octubre de 2019, 3:00 AM
9 de octubre de 2019, 3:00 AM



En su columna del sábado 21 de septiembre en Página Siete, Francesco Zaratti critica acertadamente al gobierno y a sus candidatos ilegales por preguntar, casi pidiendo perdón, ¿de qué vamos a vivir?

La pregunta es, sin duda, una confesión patética de lo que todos sabemos: 1. El gobierno ha hecho que la economía del país dependa mayoritariamente del gas (el cuento ese de la demanda interna no se lo cree nadie) y, por lo tanto, estamos en figurillas cuando se desploman los precios internacionales del petróleo o baja la demanda de gas de nuestros vecinos, y 2. Pese a que esa industria le ha dado de comer al país en las últimas décadas, el gobierno ha sido incapaz de cuidarla e impulsarla hacia el futuro (la corrupción galopante, la ineptitud y la falta de exploración de nuevos yacimientos no lo han permitido).

En lo que Zaratti lamentablemente se equivoca es en pensar que un país puede o debe contestar esa pregunta. De qué va a vivir un país no es una pregunta que algún iluminado pueda responder. 

Ningún gobierno, ningún gurú financiero, y por supuesto, ningún político, por más bien intencionado que sea, lo sabe a ciencia cierta. Como decía el nobel de Economía, Friedrich Hayek, “la curiosa tarea de la economía es demostrarle al hombre cuan poco sabe de aquello que pretende poder diseñar.” 

En efecto, ¿cómo puede pretender un gobierno saber qué producto será exitoso en los mercados en el futuro?, o ¿qué recurso será valorado internacionalmente?, o ¿qué tipo de mano de obra será necesaria?, o ¿qué ideas funcionarán y qué ideas fracasarán? ¿Cómo sabe Zaratti que el turismo y la economía verde no serán reemplazadas en un futuro cercano por alguna nueva tecnología o un cambio en los gustos de los consumidores? ¿Qué pasa si seguimos su consejo e invertimos en energía solar e hidroeléctrica y en los siguientes diez años la tecnología del fracking se abarata y globaliza y en consecuencia bajan los precios del gas a nivel mundial? En suma, ¿por qué siempre pretendemos diseñar la economía desde arriba?

La ingeniería social es tremendamente seductora. Los políticos y los gurús siempre pretenderán saber qué es lo que se debe hacer. La realidad, sin embargo, es que no saben nada. La virtud de una economía exitosa radica precisamente en que sus gobiernos abandonen la pretensión de responder de qué vamos a vivir. 

Los países exitosos son aquellos en los que el gobierno protege la propiedad privada, garantiza la estabilidad institucional y jurídica, y deja que sea el sector privado y cada individuo los que decidan de qué va se va a vivir. Solo los individuos que se enfrentan al mercado todos los días reciben las señales de este y pueden saber cómo progresa la oferta y la demanda por diferentes productos y recursos, qué inversiones valen la pena y qué mano de obra o tipo de energía es más rentable. Esa información solo reside a nivel individual y nunca a nivel colectivo. Los individuos además tienen los incentivos a tomar las decisiones correctas pues es su plata la que está en juego, los gobiernos todo lo contrario. Por eso, los “planes nacionales” son siempre un rotundo fracaso. El ministerio menos útil y más peligroso en cualquier país siempre fue el Ministerio de Planificación.

Así, a pesar de sus buenas intenciones, Zaratti comete el error del cálculo socialista. Recordemos que el fracaso rotundo del socialismo en el mundo se debió precisamente a que sus gobiernos pretendían saber qué producir y como hacerlo. Cada vez que escuche a alguien decir que el gobierno debe “fomentar la calidad educativa y el emprendimiento juvenil,” o “hacer que el país transite hacia una economía verde y de conocimiento,” o que “el país debe industrializarse” o “desarrollar el turismo” o “exportar productos con valor agregado,” recuerde los fracasos de la planificación central: planes rimbombantes que suenan muy bien pero que no necesariamente coinciden con las decisiones de los verdaderos actores del desarrollo: los individuos.



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