Opinión

De Ripley y de Goebbels

21 de mayo de 2021, 5:00 AM
21 de mayo de 2021, 5:00 AM

Desde el tiempo de las dictaduras no había sentido el miedo y el sentimiento de impotencia que en las últimas semanas me han invadido. Es que si la palabra no vale nada, si la mentira se impone, la arbitrariedad del poderoso y no la ley rige las relaciones entre los miembros de la sociedad y se difunde un discurso de confrontación y muerte, la ciudadanía queda indefensa.

Veamos algunos ejemplos: La actitud del presidente del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) de negar la existencia de una sentencia aprobada porque el Órgano Ejecutivo ha decidido que no ha sido aprobada y punto. Si este Tribunal es el que vela por que el Estado respete los derechos humanos y la Constitución Política del Estado, nuestra indefensión está fuera de duda.

El Informe del Procurador General del Estado a la ONU indicando que en octubre y noviembre de 2019 hubo golpe, y para justificar esa afirmación miente, omite y tergiversa hechos… en fin, se inventa una realidad que no corresponde con lo que pasó. Y lo hace la autoridad que debiendo encargarse de promover, defender y precautelar los intereses del Estado, asume su papel de abogado defensor del presidente fugado.

Mantener dos meses en prisión a la expresidenta Jeanine Áñez y algunos de sus colaboradores violando básicas normas y principios jurídicos, previa conversión del Ministerio Público en una oficina de represión política y no de defensa de la sociedad como manda la CPE, y de jueces que se someten a la presión del Ejecutivo y no dudan en manipular leyes.

Impulsar la aprobación de una reforma a las leyes electorales para afectar con nombre y apellido a autoridades electas y pertenecientes a la oposición, y que haya algunos conductores de medios que avalen esa posición, es otra muestra más de que reinan el arbitrio y el abuso del poder. Es decir, se pretende sancionar actos que previamente no estaban tipificados como requisitos, actitud que la CPE prohíbe, salvo que beneficie al procesado. Hago referencia a la iniciativa, nada menos que de dirigentes del MAS, de promulgar una ley que obligue a renunciar a parientes directos que postularon y resultaron electos en las últimas elecciones. Aclaro, me parece una amoralidad que padre e hijo sean candidatos, o esposo y esposa. Pero la ley no lo prohíbe.

El intento de utilizar la pandemia del covid con fines sectarios, obstaculizando una campaña transparente y eficiente.

Los discursos de muerte y violencia de los ideólogos del MAS y la advertencia que ese partido depurará a los que piensen diferente que las cúpulas o no guarden el “debido respeto” a sus líderes o la estigmatización a regiones del país que afecta la unidad nacional y profundiza las heridas regionales.

En fin, son botones de muestra del sistemático copamiento de las corrientes más autoritarias del MAS de los espacios de poder en la administración del Estado.

Todo ello, creo, con el asesoramiento del nuevo ejército auxiliar argentino, compuesto por montoneros de violentos y transgresores kirchneristas, muy parecidos a los que en los tiempos de las dictaduras militares nos mandaban desde ese país para apoyar en represión y en construcciones de relatos falsos.

Esa estrategia sería de Ripley (aquello de aunque usted no lo crea) si analizamos los productos que difunden, que dan plena fe del bajo nivel educativo y cultural de sus autores y voceros, pero, estando en peligro la democracia y las libertades básicas, esa manera de administrar el poder recuerda, más bien, al ministro de comunicaciones del hitlerismo, Joseph Goebbels, a quien se le atribuye aquello de “miente, miente, que algo queda”. Y si eso no bastaba, estaban las SS para disciplinar a la gente.

De verdad, me ha entrado miedo…

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