Del bloqueo infame al escándalo inaudito
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Desde 1982, a cuarenta y dos años de haberse recuperado la democracia en el país y en la antesala del Bicentenario de la fundación de la República, no se había tenido registro de un inaudito y vergonzoso episodio tal como el del viernes último en el seno de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) que representa el primer poder del Estado. Nada más y nada menos, para escarnio mayor. Aquel día, 8 de noviembre, el presidente Luis Arce, debía presentar su informe de cuatro años de gestión, en la recta final de su mandato. Pero no pudo hacerlo porque la ‘solemne sesión’ convocada al efecto tuvo que ser suspendida por el presidente nato de la ALP y vicepresidente del Estado, David Choquehuanca, cuando un grupo de parlamentarios de la bancada evista, intentó tomar la testera y al no poder hacerlo, incurrió en actos de intolerancia y violencia que hicieron blanco en Choquehuanca y sus acompañantes.
Sin un mínimo de respeto por el recinto parlamentario, los símbolos nacionales ni investiduras, los energúmenos arrojaron arreglos florales, tomates, agua, además de una lluvia de insultos y amenazas, sobre los sorprendidos e indefensos ocupantes de la testera. Resultó muy llamativa la ausencia de personal de seguridad en el lugar para contener el desaforado ataque de los evistas que mostraron su talante antidemocrático y de que son capaces de llegar a extremos para imponer sus condiciones. Aunque es posible deducir que su accionar responde a la voluntad del ‘jefazo’, amo y señor del denominado ‘instrumento político’ y cuyas órdenes se cumplen sin discusión alguna.
Como detonante de la escandalosa acción en la ALP fue señalada la presencia, al lado de Choquehuanca, del nuevo titular de la Cámara de Diputados, Omar Yujra, que resisten los evistas porque consideran ilegal su elección en el cargo y han advertido que no permitirán que ejerza sus funciones. Es parte de su guerra sin cuartel con los arcistas y que le está haciendo la vida imposible a las mayorías nacionales que sienten pisoteado su derecho a vivir en paz y a progresar en medio de una aguda y galopante crisis económica que el Gobierno de Arce no ha podido conjurar.
Después de lo lamentable y penosamente ocurrido, tanto Arce como Choquehuanca tuvieron que pedir disculpas públicas a los bolivianos y a la comunidad internacional que debe condolerse por las penurias recurrentes del país que hace poco soportó 24 días de bloqueos carreteros que significaron una pérdida económica equivalente a $us 4 mil millones, en este año, según lo reveló Arce. El mandatario dijo sentir ‘vergüenza ajena’ por la violencia evista que se tradujo en un ‘acto vandálico’ en la ALP. “El evismo nuevamente demuestra, con sus hechos, que no tiene voluntad de diálogo ni de deponer sus actitudes violentas que tanto daño le están ocasionando al país,” refirió. De su lado, el vicepresidente reprochó “la actitud violenta, vergonzosa, bochornosa y antidemocrática” de los perpetradores de la insólita agresión.
Casi al mismo tiempo, Evo Morales levantaba, ‘a pedido de sus bases’, una huelga de hambre de seis días en su bastión del trópico de Cochabamba para forzar al Gobierno de Arce a satisfacer sus demandas: El retiro de cargos judiciales en su contra por la supuesta comisión de estupro, trata y tráfico de personas, y que sea levantada la objeción a su candidatura presidencial para las elecciones generales de 2025 y sobre la que el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) acaba de ratificar, por segunda vez, que el expresidente no puede volver a ser candidato, tal como lo establece la normativa vigente. El anuncio del TCP habrá tenido el efecto de regaderazo helado sobre un indomable ‘animal político’ que siente voracidad insaciable por el poder.
En resumen, Bolivia ha pasado en pocos días del bloqueo vial prolongado, infame y costoso al bochorno inaudito y vergonzoso en el ámbito del principal poder del Estado. Puesto al borde del despeñadero, ¿qué más le espera a nuestro pobre y desventurado país?