Opinión

Democracia en terapia

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9 de diciembre de 2020, 5:00 AM
9 de diciembre de 2020, 5:00 AM

Cuenta Octavio Paz que, en cierto momento, trabajando en su estudio, escuchó de pronto un ruido y preguntó ¿quién es? La criada respondió no es nadie señor, soy yo; así, ni los individuos ni los pueblos suelen tener aprecio por sí mismos cuando se saben corruptos y, qué decir, cuando los sátrapas que dirigen la gobernanza sangran sin clemencia al erario nacional, robándole la democracia a los ciudadanos.

La democracia se desvanece e ingresa en terapia, cuando el sistema utiliza el Estado y sus instituciones para defender intereses de supuestas mayorías que sustentan al caudillo y fieles seguidores, que sintiéndose inocente por decisión de fiscales y jueces prostituyen el sistema judicial, al extremo que los imputados ahora resultan ser víctimas de golpe de Estado, sedición, terrorismo, atentados contra su vida e integridad física y de sus familias, hasta el hartazgo de pedir indemnización. Y lo paradójico que se habilitan como veedores de procesos electorales, donde sabemos que no hay democracia, sino dictadura (caso Venezuela).

Como la democracia es mucho más compleja y, por tanto, también lo es la sociedad, existiendo actores autoritarios que la hacen inacabable, si por más de quince años sus instituciones y medios de actuación y representación pública carecen de cultura política, obviamente que se hacen inalcanzables los procesos estratégicos de transparencia en toda decisión pública, si no responden a una amplia reflexión, debate y participación ciudadana.

Al respecto, concurren muchos elementos para que la democracia esté en terapia y sensiblemente los presuntos autores y artífices dicen ser -respetuosos de la Constitución y la ley-, no están ocultos al dirigir órganos del Estado. Pero, ¿cuáles son esos elementos frecuentes?: a) La inseguridad y debilidad democrática institucional por la escuela del fraude electoral, b) La corrupción que tiene que ver con la drástica debilitación de la autoestima, es su expresión más sutil, c) Independencia en sustitución de subordinación, d) Clientelismo político, e) Ausencia de estrategias de transparencia y aplicación de auditorías, f) Participación sobredimensionada en procesos electorales, g) Carencia de sistemas civiles de carreras, h) Desigualdad y debilidad social, i) Estatización de lo privado, j) Legalismo y formalismo excesivo e impunidad, k) Justicia y Fiscalía deficitarias.

Y, en este orden de significación regional, la rampante intrepidez de autoridades y asesores de Cipca y Sifde impulsan -como adalides de comunidades indígenas- la conversión de población urbana (caso Municipio de Gutiérrez) en Autonomía Indígena Originaria Campesina (AIOC), proceso determinado en forma ilegal e inconstitucional por el TCP y el Tribunal Supremo Electoral, sobre la base de un Estatuto incoherentemente compatibilizado, certificado de ancestralidad falso y sin aprobación de referéndum, vulnerando los arts. 189, 190 y 275 de la Constitución, claramente solapado por interés geopolítico de fragmentación territorial del Departamento de Santa Cruz, Municipio y representantes que en su justa causa cuestionan mediante Acción de Inconstitucionalidad Abstracta el Parágrafo II del art. 2 de la Ley 1198 y los arts. 50 y 54 de la Ley Marco 031 de Autonomías y Descentralización al estar en inconformidad con la Constitución, inconstitucionalidad normativa que al estar pendiente de decisión por el TCP, el Órgano Electoral Plurinacional y el Tribunal Electoral Departamental carecen de competencia para suprimir al Municipio de Gutiérrez de convocatoria a elecciones para alcalde y concejales.

En este marco, vale preguntarse ¿son malos los gobiernos y autoridades públicas porque han sido elegidos por malos electores, o los electores porque han elegido malos gobiernos? Sería imposible lo uno sin lo otro. Un gobierno perverso y autoridades sumisas interrelacionadas con acciones de manipulación configurando estancos privilegiados lamentablemente producen hábitos de dependencia: presidencialismo, paternalismo, mesianismo tri-quinquenal, centralismo exagerado, servilismo ante los poderosos, pactos entreguistas con poderes transnacionales (Global comunista), ritualismo en aniversarios oficiales y continuas violaciones a la Constitución (prostituida por el populismo) y el fenómeno del tapado de un nuevo gobernante que con ayuda cibernética sale de un cónclave de amigos socialistas refugiados en Buenos Aires, que curiosamente hacen de sombra al rol del Gobierno, imponiendo figuras en altas esferas sin los mínimos perfiles de responsabilidad profesional y experiencia.

Ante esta realidad, en el horizonte de mejora y salvar la democracia de su estado de terapia, sin duda un nuevo e importante reto en coherencia con los problemas identificados y muy conocidos, es cómo se articula y cómo se desarrolla la gobernanza democrática y participativa, mediante su relación con la sociedad civil y la ciudadanía. Sin duda, que la Brigada cruceña al sesionar en la población de Gutiérrez, libre y democráticamente, escuchando las peticiones de los ciudadanos en un innecesario conflicto, han dado señales positivas a sus mandantes (7-12-2020).

Sobre la temática en cuestión, valiosa es la opinión de Antonio Colomer: “Posiblemente debemos propugnar una civilización de sujetos éticos en donde la reciprocidad de deberes y responsabilidades, tanto profesionales como cívicos, crearán un entramado social del que emanarían, casi espontáneamente, el reconocimiento de una democracia integral, política, social, económica y cultural y la plena vigencia de nuestros derechos políticos en convocatorias legítimas de municipios, allí donde la Autonomía se haya consolidado”.

 



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