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11 de junio de 2024, 4:00 AM
11 de junio de 2024, 4:00 AM

Roberto Unterladstaetter K. 

La fobia es la personificación del miedo, es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por un miedo irracional ante seres, objetos o situaciones concretas. Existe la fobia con los insectos, (entomofobia) o a lugares cerrados (claustrofobia). La dendrofobia es el miedo a los árboles u organismos similares, etc. Pero no es solo un miedo a algo, sino que hay grandes diferencias que también se pueden catalogar como fobia a un sentimiento de odio y rechazo hacia algo que si bien no es necesariamente un trastorno de salud emocional es y puede ser un trastorno sicológico y complejo de inferioridad como la que permanentemente escuchamos en esta parte del país en expresiones de algunos primitivos y atávicos colectivos de las alturas en rústicas expresiones pseudo castizas a la despreocupada, tolerante y amable Boliviafilia a veces irresponsable, de los cruceños.(Fobia vs. Filia). 

Con esta introducción tratamos de explicar y correlacionar el término de la Dendrofobia que es el miedo y a la vez el odio de ciertas personas o grupos humanos hacia los árboles que forman ecosistemas terrestres donde se acumula una enorme diversidad vegetal y animal y que proporciona un gran número de beneficios para todos los seres vivos del planeta Tierra; son los árboles los que regulan la temperatura, aseguran los ciclos de agua, protegen los suelos, purifican la atmósfera, secuestran carbono y enriquecen el aire que respiramos con oxígeno, solo por citar algunas de las beneficios con que los árboles nos hacen la vida posible además de más agradable en esta tercera roca después del Sol.
Los árboles son los elementos irremplazables para proteger la biodiversidad y mitigar los efectos del cambio climático además que en nuestro caso en nuestros montes subtropicales y tropicales se encuentran algunas especies de árboles que nos brindaron y aún brindan por ejemplo los medios para curar el paludismo o malaria enfermedad que mató a millones de personas en todo el mundo tropical: gracias a la famosa “Cascarilla” extraída del árbol de la quina (Cinchona spp.).
Una gran parte de la revolución industrial fue posible gracias al producto obtenido de la savia lechosa de un árbol amazónico (Hevea brasiliensis) el Caucho o Siringa. Ambas especies de enorme importancia en el pasado para Bolivia, con la que se formaron los primeros capitales producto del aprovechamiento no predatorio de productos renovables que luego generaron otros emprendimientos y que a inicios del siglo veinte generaron más recursos al erario nacional que la plata y el estaño y que defendieron una importante parte de nuestro territorio como lo que es hoy día el departamento de Pando.
No menos importante; el Cacao (Theobroma cacao) lo que significa en griego “alimento de los dioses” fue en la antigüedad medio de transacción monetaria entre los mayas y aztecas ahora es principal producto de exportación de algunos países africanos, pero que gracias a la providencia aún la calidad es incuestionable para Bolivia, Perú y Ecuador. La almendra amazónica (Bertholletia excesa) principal rubro de exportación del Beni y Pando es también entre muchas otras especies componentes importantes del bosque y base de subsistencia de muchas comunidades del norte del Beni y gran parte del Pando, aprovechando sin destruir.
En el ambiente del Cerrado boliviano, de casi escondida la almendra chiquitana surge con un enorme potencial. Es importante también citar a otras especies que en los últimos años están surgiendo con un gran potencial y que hasta ahora solo Bolivia y Brasil lo aprovechan, el copuazú y el asaí. Estos detalles hasta aquí son válidos para la gente sensible, responsable, informada y comprometida con el futuro de sus hijos y nietos, para aquellos que se dedican a reproducir la vida a través del aprovechamiento de los recursos del bosque, del desarrollo de cultivos y crianzas, con algunos defectos técnicos, pero siempre con buenas intenciones.
Para los dendrofóbicos castizos o no, aquellos que solo arrancaron y siguen arrancando de la tierra los minerales aprovechándose de la gente originaria maltratada pero alivianada por el consumo de la hoja milenaria y sagrada les es difícil entender ya que para ellos los árboles son un estorbo, lo mismo para aquellos que quieren convertir el monte en pasto por pocos años, para venderles carne a los chinos que a su vez ya comenzaron a comprar carne producida sin deforestación a Argentina.
Los árboles sobran; “quitan la vista”. Y hay algo más que codicia y vanidad en el afán de pelar el suelo; hay odio, odio a los árboles, odio al hijo, al nieto, a la vida y al vecino. ¿Miedo y odio a los seres que inmóviles, con sus nobles brazos siempre abiertos, nos ofrecen sin cansarse jamás la caricia de su sombra, la esencia silenciosa de sus frutos, el futuro y seguro refugio de nuestra subsistencia y de la de nuestros descendientes?
El maestro y líder moral Mohandas Gandhi expresó: Hay suficiente en la tierra para las necesidades de todos, pero no suficiente para satisfacer la avaricia de algunos. No se trata de oponerse al progreso de la actividad agropecuaria, todo lo contrario, el defender el ambiente natural y a los elementos que lo componen es asegurar un futuro próspero e indefinido de la actividad rural.
Es que la actividad agropecuaria ya no es solo de los que la heredaron, sino de los que además de todo el esfuerzo económico y material que invierten, es necesario mucho conocimiento, ciencia y ética para justificar el aprovechamiento de los espacios naturales de forma sostenible e indefinida y que en espacio le pertenecen quizá legalmente a uno u otro pero éticamente la pertenecen a la humanidad. Aún hay espacio para ampliar la frontera agrícola pero antes de ello se debe demostrar que estamos en pleno dominio de las tecnologías más sofisticadas incluyendo el uso de los OGM (una pequeña pero sofisticada parte de la biotecnología) pero asegurando primero la aplicación de buenas prácticas agrícolas.
De nada sirve el sistema más sofisticado y costoso si no se lo maneja con conocimiento y sentido común. Para los “anti biotecnología” hay que recordarles que la polinización de cultivos por abejas es un proceso biotecnológico natural eficiente para el mejoramiento de las especies. ¿Por qué se pretende impedir que los agricultores renuncien a practicar procesos biotecnológicos producto de la inteligencia humana mientras sean seguros, éticos y contribuyan al bienestar no solo de los humanos sino de su entorno natural incluyendo a las cerca de 2 millones* de especies del reino animal, vegetal y hongos? (*reconocidos e identificados hasta ahora).
El aprovechamiento del bosque para la producción de madera de manera responsable y profesional es parte del manejo sostenible y de obtener de él los beneficios ecosistémicos que le son propios además de recursos económicos y logísticos que una buena planificación y administración transparente puedan rendir y que deben ser beneficiosas para muchas comunidades originales.
En la primera década del siglo XXI Bolivia se destacaba en primer lugaren el mundo por la superficie en bosques certificados por el buen manejo, ahora somos uno de los países que más destruye bosques y ahora tenemos menos de la mitad de bosques certificados de entonces, además del enorme daño de los desmontes provocados por la minería ilegal en el norte de La Paz y grandes partes del Beni y Pando, destrucción de la cobertura boscosa que provocó desastres en poblaciones del norte paceño además de contaminar con mercurio los ríos que proveen de proteínas (pescados) a una gran parte de las poblaciones del norte de Bolivia, nada más ni menos en pleno proceso de cambio y de exaltación a la madre tierra de los pachamamistas.
Falacia total. Mientras tanto pretendamos por lo menos que el jardín botánico produzca millones de árboles como cuando era un modelo y orgullo para los cruceños años atrás y comencemos con un (granito de arena) arbolito, arborizando los parqueos los espacios públicos y privados y aceras de la ciudad.
En nuestro medio hay profesionales muy capaces y gente de buena voluntad con los que podemos contar y hacer de nuestras ciudades, pueblos y ambientes rurales ambientes agradables y productivos pese a los bufones que circunstancialmente administran las ciudades y otras áreas urbanas.








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