Opinión

Desafíos para vivir bien

13 de noviembre de 2020, 5:00 AM
13 de noviembre de 2020, 5:00 AM

Poco menos de la mitad de los bolivianos no querían que siga el proceso de cambio, poco más de la mitad de los bolivianos querían el proceso de cambio y así lo decidieron en las últimas elecciones. La polarización presentada no estuvo exenta de posiciones extremas, que al final de los procesos causan más daño que no aportan para el futuro.

No es novedad afirmar que democráticamente lo que quiere la mayoría debe ser aceptada por la otra parte y mira al futuro con una óptica de frustración porque no pudieron llegar a lo deseado para elegir a los que debían conducir los destinos de Bolivia, aunque los culpables del fracaso fueron los mismos que querían ser elegidos.

Mucha expectativa se tenía sobre el comportamiento de quienes asumirían las dos primeras funciones políticas del país y escuchamos dos discursos contradictorios que, de una u otra manera, muestran los cauces dentro de los que se irá desenvolviendo la vida de los bolivianos.

El vicepresidente don David Choquehuanca, no solo manteniendo su postura ya conocida de un tradicionalismo ancestral, sorprendió con un discurso lleno de mensajes, pensamientos y alegorías para construir un nuevo país en el que, en sus propias palabras, se debe “superar la división, el odio, el racismo, la discriminación entre compatriotas, ya no más persecución a la libertad de expresión, ya no más judicialización de la política”.

Convoca a que no exista “más abuso de poder. Que la justicia sea verdaderamente independiente, pongámosle fin a la intolerancia a la humillación de los derechos humanos y de nuestra madre tierra”. Exige que se “cambie la naturaleza del poder, y es muy difícil modificar la fuerza del poder y de sus instituciones, pero es un desafío que se asumirá desde la sabiduría de nuestros pueblos, nuestra revolución es la revolución de ideas, es la revolución de equilibrios”. Son pensamientos de construcción, del que los bolivianos no podemos sentirnos ajenos y, por el contrario, se encuentran dentro de lo que queremos y aspiramos.

El discurso del presidente del Estado, don Luis Arce Catacora, fue político, era obvio que tenía que serlo. Rayó la cancha de cómo está recibiendo el país, circunscribiéndose únicamente al último año y cuáles serán las acciones que va a tener que encarar políticamente. 

No obstante, con un análisis cuidadoso podemos inferir que el pensamiento final que el presidente va a buscar es “mirar el presente con responsabilidad y compromiso y al futuro con optimismo, enfocándonos en un solo objetivo, el vivir bien de todas y todos los bolivianos”.

La última parte de su discurso muestra que es totalmente consciente de que “a pesar de las diferencias estamos en la obligación de estar a la altura del pueblo que nos demanda unidad, paz y certidumbre, unidad y complementariedad entre oriente y occidente, entre el campo y la ciudad, todos somos Bolivia”.

Se ha producido un cambio en la conducción política del país, tengamos la esperanza que lleven a cabo lo mejor que se han comprometido, así, ira bien a todos los bolivianos y como siempre, esperemos que Bolivia supere su estado de subdesarrollo para llegar a su Bicentenario con mirada fresca y limpia hacia el futuro.

Tags