18 de julio de 2022, 4:05 AM
18 de julio de 2022, 4:05 AM


Si una niña de doce años dice que quiere ser narco cuando sea grande, significa que los bolivianos que queremos otro destino para el país hemos perdido la batalla.

No se han escuchado festejos por este triunfo de la causa del narco, porque el principal personaje del bando triunfante estaba de gira, para promover la Copa Evo.

La niña nació en 2010 y solo conoce la Bolivia dominada por las seis federaciones de cocaleros de Chapare, las fábricas de Senkata y la enorme red del narcotráfico.
Dice la Dirección de Aeronáutica que existen 308 pistas clandestinas donde operan las avionetas que llevan la droga al exterior, aunque se queda corta.

La Felcn ha logrado capturar, en los últimos dos meses, un total de 155 avionetas que forman parte de la más grande flotilla de aviones que ha existido en Sudamérica.
Desde el corazón del narcotráfico de la región parten avionetas hacia Brasil o Argentina llevando la droga que producen las modernas fábricas bolivianas.

Por lo tanto, el destino del país diseñado por el bando hasta ahora triunfante es que Bolivia sea el Afganistán de Sudamérica, el punto al que llega y del que luego parte la droga.

La ventaja que tiene Bolivia para ser el epicentro del tráfico de cocaína de la región es que su Gobierno y todas sus instituciones han sido controladas por los agentes de este negocio.

En los otros países todavía persisten los prejuicios a favor de la moral pública y la ética personal, valores que han sido derrotados en Bolivia.

En algunos países vecinos, no todos, hay unas Fuerzas Armadas decididas a hacer respetar los principios y valores de la República, pero eso en Bolivia ya no existe.
La Policía de otros países también mantiene la obediencia a normas de comportamiento cívico, que en Bolivia han sido puestas en remojo mientras los comandantes y los “zares” antidrogas se han cambiado de bando.

Por lo tanto, los bolivianos deben saber que en las próximas elecciones deben pronunciarse sobre este enorme dilema histórico.

El país va a ser el Afganistán de Sudamérica o va a retornar al sueño de ser una República decente, hacia donde se estuvo avanzando, con muchos tropiezos, hasta 2006.

Será una especie de plebiscito, de referéndum, en que los ciudadanos deberán decidir si Bolivia ha de seguir por el camino de convertirse en un narco-Estado, en un Estado fallido devorado por las bandas del narcotráfico, militante del eje de países enemigos de las democracias occidentales.

O si los ciudadanos van a confirmar que quieren vivir en un Estado democrático, con actividades económicas legales, y decidido a militar en el frente internacional de las democracias occidentales.

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