Opinión

Economía: cuentas claras y chocolate espeso

4 de enero de 2020, 3:00 AM
4 de enero de 2020, 3:00 AM

Durante las últimas semanas el actual ministro de Economía y Finanzas Públicas viene afirmando que en el Gobierno del presidente Evo se contaron con una gran cantidad de recursos y supuestamente en su opinión -porque es solo eso- no se hubiesen gastado bien esos recursos y por tanto utiliza la palabra “derroche”.

El primer elemento que omite esta simple opinión es no valorar que para “gastar” dinero, primero se tiene que generar estos ingresos, que es la parte más difícil en una economía y que se logró en el gobierno del presidente Evo. Una de las principales fuentes de ingreso en ese periodo fueron los provenientes de la nacionalización de los hidrocarburos, pero no por los buenos precios como quisieron posicionar los opinadores económicos, sino porque con esta valiente medida, se evitó que la renta petrolera salga al exterior como ocurría en el periodo neoliberal. Estando el gas en manos estatales se evitó la fuga de divisas al exterior y los bolivianos disfrutamos de esos recursos con o sin precios buenos. De revertirse esto, como normalmente ocurre con políticas neoliberales como las del actual gobierno de facto, el Estado boliviano (gobierno nacional, subnacionales y universidades públicas) enfrentarían serios problemas de recursos como en el pasado.

La segunda fuente de ingresos de las instituciones estatales fueron los impuestos nacionales y por comercio exterior, estos evidentemente se incrementaron, pero fue porque las recaudaciones fueron más eficientes, se amplió la base tributaria, pero sobre todo se dinamizó la economía, permitiendo mayores ingresos fiscales que no solo favorecieron al gobierno nacional sino también a municipios, gobernaciones y a las universidades públicas. Por las políticas adoptadas por este gobierno de facto, esta fuente está en peligro con los consiguientes efectos para las finanzas del gobierno nacional, gobiernos subnacionales y universidades públicas.

Pero volviendo a la opinión del ministro, en qué se gastaron estos recursos, ¿dónde está el “derroche”?

Una simple mirada a las estadísticas económicas y sociales observadas refuta contundentemente esa opinión. Basta con mirar la evolución de la Inversión Pública ejecutada que el año 2005 era apenas de $us 629 millones, alcanzó a $us 5.065 millones en 2016 y en la gestión 2018 llegó a $us 4.458 millones (más de 7 veces que en 2005), por tanto, si se suma toda la Inversión Pública ejecutada en el periodo 2006-2018 esta suma alcanza a $us 38.750 millones y si a este número se suma lo estimado de inversión para el año 2019, en el periodo 2006-2019 esta cifra alcanzaría tranquilamente a $us 43.008 millones.

Por otra parte, de acuerdo a normativa vigente se efectuaron transferencias a los gobiernos subnacionales y universidades públicas, tanto de regalías petroleras, forestales, IDH, coparticipación tributaria y otros. En 2005 estas llegaban apenas a $us 831 millones, el año 2014 llegaron a $us 8.386 millones y en el periodo 2006-2019 sumarían $us 38.007 millones.

Y así, podemos sumar todo lo que se “derrocha” en los bonos sociales Juancito Pinto para los niños, Renta Dignidad para la gente de la tercera edad, Juana Azurduy de Padilla, el pago con el incremento anual de las pensiones para los jubilados que dependen del TGN, Incrementos salariales y de ítem en salud y educación, fuerzas armadas y policía boliviana, etc.

Pero quizás lo más importante es ver los resultados de este “derroche” de recursos. Primero por supuesto que de un PIB de $us 9.574 millones en 2005 pasamos a un PIB de $us 40.581 millones para el 2018, y para el 2019 estimo que estaríamos sobre los $us 42.600 millones. Es decir, casi 5 veces más que en 2005. Pero no solo eso, Bolivia liderizó el crecimiento económico en la región por seis años como nunca en la historia económica del país, tenemos todavía la menor tasa de desempleo, se redujo la pobreza extrema de 38% en 2005 a 15% en 2018, Bolivia fue el país que en el periodo 20016-2019 más aumentó la esperanza de vida de la población, mejoró sustancialmente la distribución del ingreso pasando de un Gini de 0,60 en 2005 a 0,46 en 2017, cifras que inclusive fueron presentadas por el propio ministro en su rendición de cuentas y que están en la página web del ministerio.

Todos estos avances de la economía y de la sociedad boliviana hoy se encuentran en riesgo, no es lo mismo administrar los recursos de una gobernación que administrar la política económica de un país (política monetaria, fiscal, cambiaria, financiera, comercio exterior, etc) y esto ya se está sintiendo no solo en la propia economía boliviana, sino que ya ha sido detectada por las calificadoras de riesgo Moodys y Fitch, que ya nos disminuyeron nuestra calificación que tanto costó mejorarla.

Por temas de espacio no se tocaron todos los temas relativos a esa opinión, todavía queda mucha tela por cortar, así que si este medio nos lo sigue permitiendo, continuaremos esta tarea en próximos artículos.



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