Un esfuerzo multisectorial apunta a modificar la normativa y las políticas públicas para romper las brechas de acceso a financiamiento y al conocimiento que existe entre hombres y mujeres en Bolivia.

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24 de enero de 2022, 4:00 AM
24 de enero de 2022, 4:00 AM

Periodista: Walter Vásquez

De cada 10 micro, pequeñas y medianas empresas que hay en el país, siete están lideradas por mujeres, de acuerdo con un nuevo estudio de ONU Mujeres en Bolivia, con el que se apunta a mejorar las condiciones económicas y sociales para las emprendedoras.

Esta iniciativa es parte del Análisis de los servicios financieros con enfoque de género, un proyecto que en 2021 efectuó un trabajo de análisis y continuará este año con acciones de sensibilización, capacitación y abogacía.

“Una de las cosas que hemos encontrado en el estudio es que Bolivia es uno de los países de la región con más micro, pequeñas y medianas empresas, de las que aproximadamente el 70% está en manos de mujeres”, adelantó la jefa de la Oficina de ONU Mujeres Bolivia, Nidya Pesántez.

Sin embargo, apuntó, la mayoría de ellas tiene menos posibilidades de acceso a elementos básicos para el emprendimiento, como el conocimiento y el financiamiento, así como menor cantidad de recursos.

Reducción de brechas

Este medio solicitó al Servicio Plurinacional de la Mujer y de la Despatriarcalización (Sepmud) datos y su posición sobre el tema, pero no recibió respuesta hasta el cierre de esta edición.

“Los desafíos de las mujeres emprendedoras difieren en cuanto a su capacidad de generar ingresos, así como de su entorno familiar. Por ejemplo, aquellas extremadamente pobres, y aún madres solteras con hijos pequeños, cuentan con menos habilidades y recursos económicos para realizar algún emprendimiento y los negocios que realizan son de subsistencia”, afirmó la economista Beatriz Muriel.

Pesántez explicó que el reducido acceso a espacios de formación no permite a las mujeres el desarrollo de metodologías y herramientas para mejorar sus negocios e ingresos, ni para optimizar sus inversiones, por lo que no poseen las condiciones óptimas para enfrentar el mercado.

El segundo factor que limita el emprendimiento femenino es el hecho de no ser sujetos de crédito, debido a que no hay productos específicos que las apoyen y que tomen en cuenta sus diferencias y posibilidades.

“El 80% de las mujeres mayores de 20 años en Bolivia no accede al crédito”, lamentó Pesántez. “Es como un círculo vicioso: sin conocimiento no pueden conseguir crédito y sin financiamiento tampoco pueden acceder al conocimiento para salir de ese embrollo”, dijo.

En el caso de la falta de recursos, la mujer tiene menos bienes a su nombre, menos ingresos y menos maquinaria y medios de producción que el hombre.

Estos y muchos otros resultados se presentarán de manera oficial en las próximas semanas.

“La idea es conjuntamente con el Gobierno verificar cuáles son los cambios que se pueden hacer en la normativa para que los servicios financieros y la regulación prudencial puedan incluir mandatos específicos que permitan romper la brecha entre hombres de acceso al crédito, a donaciones y a capacitación”, anticipó la jefa de la Oficina de ONU Mujeres.

LA PANDEMIA TRIPLICÓ LA CARGA LABORAL QUE SOPORTA LA MUJER

El desigual trabajo que hacía la mujer antes de la pandemia se multiplicó por tres durante la crisis sanitaria, lo que limita aún más sus oportunidades de mejora de ingresos, de innovación y de acceso a financiamiento y medios de producción.

“Las mujeres triplicaron su jornada en casa por el confinamiento y la pandemia en general. Las que podían hacer teletrabajo tuvieron que mezclarlo con el cuidado de hijos de todas las edades, porque se cerraron guarderías, escuelas, colegios y universidades”, informó la jefa de la Oficina de ONU Mujeres Bolivia, Nidya Pesántez.

Así, las mujeres no solo tienen que cumplir con sus obligaciones laborales, sino que también están a cargo del cuidado de los hijos y de su apoyo educativo en casa, así como de la atención a los enfermos. El confinamiento, además, no solo dejó a muchas de ellas sin trabajo, sino que disparó los indicadores de violencia contra la mujer, lo cual “impacta directamente en sus posibilidades de buscar trabajo” y, por ende, en la economía de los hogares.