19 de junio de 2022, 4:00 AM
19 de junio de 2022, 4:00 AM


Una reciente noticia publicada por EL DEBER (15/06/2022) da cuenta sobre la declaratoria del águila arpía (o harpía) como “ave emblema del aire cruceño”, ley que fuera sancionada por el pleno de la Asamblea Legislativa Departamental, habiendo sido proponente de la misma el parlamentario Roberto Urañavi, honor que se hace a esta especie de aves que, al ser de porte majestuoso, han sido veneradas a lo largo de la historia como símbolo de poder, altivez y dignidad.

En el ecosistema el águila arpía es considerado como una de las aves de presa más poderosas del mundo pues sus garras pueden alcanzar el tamaño de la de un oso pardo. Es catalogado como el águila más grande de Sudamérica, puede alcanzar un metro de altura. Figura en el listado de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres como una de las aves en peligro de extinción.

La ciencia o disciplina encargada de estudiar los símbolos es la semiótica. Ella identifica, describe y señala las relaciones de dichos signos con la cultura y por tanto con la identidad de los pueblos. Para los semióticos lo esencial del símbolo es que su interpretación es unívoca, que sólo se da en un contexto sociocultural determinado y que deja una impronta como huella que marca el comportamiento de una sociedad a través del tiempo. 

El Estatuto Autonómico del Departamento de Santa Cruz y el Decreto Departamental N° 342 del 21 de mayo de 2021, establecen que los Símbolos Departamentales son: la Bandera Cruceña y el Escudo de Armas; el Himno a Santa Cruz y la bandera de la Flor del Patujú, tan vilipendiada por nuestros eternos detractores. Por otra parte, la Escarapela Cruceña y el Himno a la Bandera Cruceña, son también reconocidos como símbolos cívicos del Departamento. 

Yendo al campo metafórico interpretativo de esta nueva insignia departamental, además de constituir un “emblema del aire cruceño”, también este debe encarnar el espíritu y el vigor de los hombres y mujeres de estas llanuras. Para entenderlo mejor, debemos apropiarnos del comportamiento de este pájaro. 

¿Qué hace el águila en la tormenta? Él sabe cuándo se acerca la borrasca mucho antes de que ella empiece. Suele volar a un sitio alto para esperar los vientos que vendrán y cuando aquella llega, extiende sus alas para que el viento lo eleve por encima del temporal. Muy bien decía Mahatma Gandhi: “Cuando hay una tormenta los pajaritos se esconden, pero las águilas vuelan más alto”, como diciendo que mientras unos no enfrentan sus problemas y hacen como si no pasara nada, otros, toman control de la situación, buscan la forma de sobrellevar los avatares y siguen su camino por encima del tifón, oteando el horizonte con la frente altiva. También se dice que el aparecimiento de esta ave trae nuevos buenos augurios. 

A veces no se asume ninguna decisión, pues de solo pensar en los peligros que acechan, nos dan pereza o quizás temor. Dejar que las cosas pasen y no hacer nada, preservando nuestra zona de confort es ser como los pájaros pequeños. Por el contrario, para comportarse como un águila, tarea no siempre fácil, hay que ser fuertes y tomar medidas valientes para enfrentar desafíos. 

Parafraseando al general José de San Martín en respuesta a una carta del general Pueyrredón: Hay peligros que a veces son imposibles de afrontarlos pero que son imprescindibles. La disyuntiva está planteada: o se asume la naciente ley como un imperativo que nos anime a encontrar mejores derroteros, enfrentando toda adversidad, como procede el águila, o sólo dejamos que esta norma se convierta en una simple tira de papel. Esto significaría ser apenas un ave indefensa que no escribirá ninguna página en la historia y menos cambiar el destino de un pueblo con identidad y visión de ser lo que quiera ser por sí mismo, sin imposiciones de ninguna naturaleza. La decisión parte de uno mismo y no estrictamente de los demás.