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4 de agosto de 2022, 4:00 AM
4 de agosto de 2022, 4:00 AM

Ya lo he dicho alguna vez que me provoca malestar escribir todas las semanas sobre asuntos ingratos que tienen que ver con nuestra sórdida política, en vez de dedicarle tiempo a temas literarios, históricos, triunfos deportivos, musicales, éxitos económicos, como sucede en muchas otras naciones. Aunque debemos reconocer que ahora Sudamérica está ahogándose en farsas indigenistas, engañosos discursos esotéricos, reivindicaciones embusteras, paros, bloqueos sin sentido, y desorden generalizado.

Coincido en que los paros y bloqueos son peligrosos, que dañan la vida de quienes los promueven. Santa Cruz se ha contagiado de los paros y bloqueos, aunque su otro modo de lucha, los cabildos, son constitucionales y efectivos. Es, sin duda, la mejor ruta de protesta contra el centralismo soberbio, antes de irnos a las manos. Así, con cabildos, hemos logrado que nos paguen nuestras regalías hace como 70 años. Y el Cabildo del Millón, convocado por Rubén Costas, impactó decisivamente en el tema de las autonomías departamentales, tal como el cabildo convocado por Luis Fernando Camacho, hizo que se impusiera un espíritu patriota nacional para que Morales renunciara luego de su trampa electoral y huyera a México. Los cabildos han sido efectivos si el motivo de su convocatoria era justo.

Hoy nos abruma la desgracia de habernos tenido que enfrentar con el gobierno más mentiroso de la historia de Bolivia y como nos resulta complicado enfrentar sus artes chicaneras, vuelve la opción del paro. La conducción del Estado es mentirosa, incapaz, e irresponsable, porque no puede ni piensa cumplir con lo que ofrece. Sigue la ruta del gran falseador que fue Evo Morales, ducho en el engaño y la falacia, despiadado maestro del encantamiento, de la hechicería vulgar con los ignorantes. Por desgracia, fue embustero hasta en las grandes cuestiones nacionales, cuando afirmaba que, en sus falsas promesas, si el pueblo protestaba, estaban para defenderlo sus abogados, quienes, no obstante, fracasaron en La Haya y en cuanta materia arbitral internacional se ha presentado. El procurador general del Estado, es un claro ejemplo de incompetencia.

Una de las grandes mentiras de este gobierno, entre muchas, pero la más importante, fue afirmar que habría el censo de población y vivienda en noviembre de este año. La falsedad la sostuvieron empecinadamente hasta hace poco, cuando ya les resultó insostenible seguir embaucando a la gente, cuando todos los bolivianos nos dimos cuenta de que el INE y su director estaban mintiendo sin ruborizarse en sentido de que los trabajos para llevar a cabo “la madre de todas las encuestas”, marchaba conforme al cronograma que se había trazado.

A tal extremo llegaba el engaño, que, cuando el gobierno, agobiado, decidió cambiar de fecha, no se postergó el acto censal por dos, tres o cuatro meses, que habría sido aceptable, sino hasta mediados del 2024, es decir por más de un año y medio. Pero, asimismo, con la intención de que la redistribución de recursos, la asignación de escaños parlamentarios, así como el padrón electoral, se hicieran falseando los parámetros de población, perjudicando directamente a Santa Cruz. Afirmó el INE sobre magros avances en Pando, Beni, Potosí y Oruro, pero, ¿y qué de El Alto, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, donde está el 80% de la población boliviana? Es natural que, hasta el más ingenuo, podía darse cuenta que el propósito de la mentira masista era llegar a las elecciones del 2025 con las cifras viejas, caducas, que le favorecieran nuevamente en las elecciones, sin pensar que otro fraude descarado como el del 2019 los defenestrará nuevamente del poder, esta vez para siempre.

Santa Cruz está firme y no va a ceder ante la presión del gobierno y de sus cómplices, donde no faltan quienes se dicen cruceños y no lo son. Esta administración pretende quebrar la unidad de nuestro pueblo y está comprando conciencias a su gusto. El masismo se está soliviantando de manera antes nunca vista en todo nuestro departamento. No sólo son los avasallamientos de tierras, y las persecuciones judiciales, sino hasta la agresión física, como vimos con el gobernador Luis Fernando Camacho en el mercado Mutualista.

Ya sabemos que no se puede confiar para nada en la Policía Nacional, si de la otra parte hay masistas. A ese lado están ellos, porque le responden al ministro de Gobierno y no al gobernador, como debería ser. A Camacho los pachamamistas lo han agredido dentro y fuera de Santa Cruz ante la tibia mirada de los agentes policiales. Y así el presidente Arce se atreve a invitarlo todavía a La Paz, cuando el gobernador podría ser agredido en El Alto, antes de llegar a la ciudad.

El censo lo pedimos no como un capricho sino como una necesidad. Ni Bolivia ni Santa Cruz pueden estar sometidas a cifras falsas. Si los gobernantes no entienden de a buenas nuestra justa demanda, no nos dejan otra puerta abierta que el paro y el bloqueo de carreteras. No podemos echar pie atrás: o censo el 2023 o paro nacional.

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