30 de mayo de 2023, 4:00 AM
30 de mayo de 2023, 4:00 AM

Recientemente atendí una conferencia del exministro de Relaciones Exteriores Gustavo Fernández Saavedra, en la que después de analizar la situación internacional y los grandes conflictos globales en curso, analizó la situación de Bolivia frente a la evolución de los acontecimientos mundiales, destacando que hacia el futuro nuestro país tiene entre sus grandes desafíos y oportunidades el desarrollo del litio y de la producción de alimentos, esta última concentrada en el departamento de Santa Cruz. 

Al respecto, comparto algunas reflexiones propias sobre la importancia que tiene para Bolivia y su futuro, el debatir su política exterior y concertar políticas de Estado que le permitan orientar sus lineamientos de largo plazo, trascendiendo las afinidades del gobierno de turno y la confrontación interna de la coyuntura política. 

A pesar de la sensación de autosuficiencia económica que nos dieron los años del periodo 2006- 2014, la realidad actual, con las dificultades para conseguir las divisas necesarias para nuestro comercio exterior y estabilidad económica, nos muestra que necesitamos insertarnos competitivamente en la economía internacional, de la cual precisamos inversiones, tecnología y acceso a mercados. 

El mundo afronta varios conflictos globales y, particularmente, la tensión entre China y Estados Unidos, quien después de la invasión de Rusia a Ucrania, vuelve a unirse con Europa occidental alrededor de la OTAN. Al respecto, no debemos equivocarnos, formamos parte de la comunidad internacional de naciones democráticas, que continúa siendo la fuente más importante de capital y de conocimiento, y al mismo tiempo, un espacio con el cual compartimos la cercanía geográfica y la afinidad de la cultura y los valores centrados en la defensa de la libertad individual y la limitación de poderes basada en los principios republicanos del Estado moderno. 

Obviamente, China es un gran mercado del cual no se puede prescindir, pues representa grandes oportunidades que debemos aprovechar, especialmente en cuanto a la provisión de alimentos y de minerales. Al respecto, nosotros debemos definir con claridad que estamos abiertos al comercio competitivo sin caer en la dependencia del financiamiento condicionado al control de los recursos naturales. 

El mundo nos ofrece hoy múltiples opciones de otros mercados más cercanos que se están abriendo con la reorientación de las fuentes de aprovisionamiento que están surgiendo en el mundo pospandemia. 

El exministro Gustavo Fernández tiene razón al señalar al litio y a la agroindustria como los dos grandes sectores con potencial para sustentar el crecimiento de la economía nacional. De los dos, la producción de alimentos ya es una realidad y constituye el sector con mayor capacidad de respuesta rápida para el crecimiento de la producción y la generación de empleos y divisas, si se les brinda las condiciones adecuadas, tanto en materia de seguridad jurídica, como en acceso a la biotecnología, un factor imprescindible para su desarrollo sostenible, y el acceso a mercados, lo cual justamente requiere de una política exterior seria y estable. 

El litio puede constituir una gran esperanza, pero aún no es una realidad. Tenemos las reservas más grandes del mundo, pero corremos el riesgo de no pasar de la condición de reservas a la de producción competitiva. La gran tentación es pensar que, así como en algún momento vivimos de la plata y posteriormente del estaño y del gas natural, el litio vendrá para solucionar todos nuestros problemas. 

Hemos perdido décadas de inserción en estos mercados y en las últimas gestiones perdimos años preciosos apostando a la producción de baterías, mientras que Australia, Chile y Argentina se concentraron exitosamente en proveer la materia prima al reducido grupo de empresas que a nivel mundial controlan la producción de batería. 

No debemos caer nuevamente en la monodependencia de un sector para sustentar nuestro desarrollo. Como acertadamente afirma el excanciller Fernández Saavedra, somos un país inmenso con una población reducida y una ubicación estratégica. 

Debemos saber aprovechar con inteligencia y pragmatismo, todas las oportunidades que nos brindan las actuales condiciones internacionales para consolidar una base productiva y de prestación de servicios para generar oportunidades de progreso al conjunto de la nación.

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