10 de mayo de 2024, 7:34 AM
10 de mayo de 2024, 7:34 AM

En estos tiempos donde podemos constatar cada vez más los efectos adversos del cambio climático, como consecuencia de fenómenos naturales y de la intervención del hombre sobre el hábitat, es tomar en cuenta ideas como el Efecto Mariposa y la Teoría del Caos, para comprender las dinámicas propias de los ecosistemas naturales y construidos. En particular, cómo se relacionan éstos con las ciudades que habitamos: sistemas urbanos de evolución no lineal y muchas veces impredecible, cuando la falta de planificación da lugar a la improvisación. Más aún, adquieren una importancia mayor al considerarlos en el contexto de una posible anexión del cordón ecológico del río Piraí a la mancha urbana de Santa Cruz de la Sierra, con lo cual esta área protegida se volvería “urbanizable”, es decir, sujeta a modificaciones y hasta posibles cambios en el uso de suelo, sentando jurisprudencia para que los municipios que participan de su cuenca, que va desde Samaipata hasta Yapacaní, hagan lo propio.

El efecto mariposa sostiene que una mínima y simple intervención que modifica una condición inicial, puede tener un impacto significativo en un sistema complejo y dinámico. La teoría del caos (Edward Lorenz) dice que los factores imprevisibles de los sistemas no lineales, puede llevar a resultados diferentes a los esperados.

En este sentido, cualquier intervención dentro de esta franja defensiva del río Piraí en la Cuenca Baja (Municipio de Santa Cruz), que cuenta dentro de sus 1000 m de ancho con masa arbórea, zonas de inundación o amortiguamiento y diques de contención, (implementados por el Searpi a raíz de la gran inundación del ’83), es un tema complejo que debe contemplar una visión regional/metropolitana con un Plan Integral afín con esta visión. Priorizando por supuesto, su invalorable rol de protección medioambiental para los ecosistemas urbanos que se encuentran a lo largo de los más de 420 km que recorre toda su cuenca.

La presencia de edificaciones y hasta barrios, en las proximidades de un río joven e inestable -como lo es el Piraí- puede tener consecuencias impredecibles para esos asentamientos. Se sabe por experiencias vividas que el cauce del río y sus niveles de agua, pueden alterarse cíclica y aleatoriamente, provocando inundaciones y erosionando el territorio. Los suelos arenosos de las riberas suelen ser inestables, y el nivel freático, alto. Si se modifican los patrones de flujo de la corriente, puede haber impactos negativos significativos para la biodiversidad y la calidad del agua, como el caso de los afluentes en Porongo, totalmente afectados después de los acelerados procesos de urbanización que se han dado.

Abundan ejemplos en la actualidad, como lo sucedido en la ciudad de Cobija o los derrumbes y mazamorras con pérdidas materiales y humanas en otras partes del país. Muchos de estos desastres han destruido asentamientos humanos, formales o informales, en sectores no aptos para habitar. En el caso de Santa Cruz, el simple hecho de “urbanizar” una parte del cordón, tuvo y tendrá otra vez -sí o sí-, consecuencias que afectarán no solo el lugar intervenido sino, además, a otras áreas del gran ecosistema del río Piraí.

Es fundamental considerar cuidadosamente todas las variables y posibles repercusiones antes de llevar a cabo cualquier propuesta sobre el cordón ecológico. Si el objetivo es preservar y proteger este entorno natural de una manera eficiente y sostenible, como prevención de riesgos futuros y desastres naturales, la propuesta debe enmarcarse en un conocimiento técnico calificado y responsable que permita actuar sobre este ecosistema dinámico e impredecible.

Solo a través de una intervención consciente, criteriosa y bien intencionada se pueden lograr resultados positivos y sostenibles para el medio ambiente y la mancomunidad metropolitana, que es el escenario que hay que tomar en cuenta. Una visión metropolitana permite tomar decisiones que favorezcan al conjunto, en una especie de sinergia que contribuya a que cada uno de los municipios que se integran a través del río, puedan encontrar la mejor manera de relacionarse con éste, a través de sus características y potencialidades propias.

Para abordar la intervención del cordón ecológico del río Pirai, entendido como un patrimonio medioambiental de la región metropolitana cruceña y no como retazos independientes con dueños aislados, es imprescindible la creación de una entidad con autonomía de gestión que coordine planes y políticas públicas con los 3 niveles de gobierno para lograr el bien mayor, que es beneficiar a toda la mancomunidad metropolitana que convive con el río. Sólo así se podrá obtener el efecto mariposa planificado y deseado, evitando el caos resultante de intervenciones apresuradas, unidireccionales y ocurrentes que pueden llevar a la entropía de la región.

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