28 de septiembre de 2022, 4:00 AM
28 de septiembre de 2022, 4:00 AM


En su discurso de celebración de la efeméride cruceña, el presidente del Estado, Luis Arce, señaló, con mucha razón, que “la coordinación y los espacios de diálogo, más allá de las diferencias político-partidarias, en temas que son de interés del pueblo (…), fortalecen la democracia y mejoran la gestión”. Días antes, en el acto de inauguración de la Expocruz 2022, el presidente propuso trabajar en una agenda conjunta para “avanzar unidos y a paso firme en la diversificación productiva, seguridad con soberanía alimentaria, industrialización con sustitución de importaciones y crecimiento económico con justicia social”.

En una línea similar, el pasado 1° de septiembre, la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia planteó un gran acuerdo nacional “como la única alternativa para sostener los grandes avances sociales alcanzados en los últimos años; distender el escenario de polarización, desconfianza y enfrentamiento; pero sobre todo para sentar las bases de un futuro de justicia, desarrollo, legalidad y prosperidad para todos los bolivianos”.

Asimismo, la ministra de la Presidencia invitó, hace unos días, a la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) a una reunión inmediata “con el objetivo de coordinar acciones orientadas a fortalecer la producción agropecuaria en el departamento de Santa Cruz”. La invitación respondió por fin a los muchos pedidos de reuniones demandados por la propia CAO y por varias instituciones del sector privado, para tratar problemas como la afectación de producción agropecuaria, los bloqueos, los avasallamientos, el contrabando y la seguridad jurídica.

En medio de los conflictos políticos que no cesan y que, al contrario, parecen profundizarse, las señales de entendimiento que se dan desde el ámbito económico son positivas y albergan la posibilidad de abrir el camino del diálogo y la coordinación entre el Gobierno y los sectores productivos, para enfrentar las dificultades que nos preocupan y los peligros que nos acechan, tras las crisis en la región y el mundo.

Aunque todos coincidimos que el diálogo es siempre el mejor camino, resulta evidente que cualquier proceso en esa dirección no estará exento de dificultades y desencuentros, que sin embargo no debieran alterar ni detener el objetivo apuntado por el presidente y los empresarios, de enfrentar conjuntamente los grandes problemas que nos aquejan.

Quizá un primer escollo a derribar sea la desconfianza mutua generada por percepciones erróneas, malos entendidos y contradicciones artificiales, más que por diferencias estructurales.

No podemos ignorar que existen diferencias entre la visión del actual Gobierno respecto a la gestión económica centralizada en el Estado, y la del sector privado que apuesta más por fomentar las iniciativas de los ciudadanos y apoyar los emprendimientos, despejando las trabas y dificultades que impiden su normal desarrollo. Sin embargo, estas discrepancias pueden encontrar puntos de equilibrio en la propia normativa, que establece claramente los derechos y obligaciones de cada parte, pero sobre todo en la evidencia que los esfuerzos separados y el distanciamiento están agravando los problemas e impidiendo las soluciones.

Otros aspectos importantes para el diálogo tienen que ver con la voluntad política, la definición de objetivos comunes y la apertura que deben tener tanto las autoridades como los interlocutores privados, desde el inicio de cualquier acercamiento. La instalación de mesas de trabajo es un medio para alcanzar metas y no un espacio para la exposición pública, por lo que éstas deben concluir en la adopción de medidas específicas, acuerdos sostenibles y mecanismos de seguimiento y evaluación permanente.

Hay muchos conflictos que solucionar, muchas expectativas que atender y muchas barreras que derribar. Los ciudadanos sienten angustia por la falta de empleo protegido, incertidumbre por la economía y temor por la violencia; a los empresarios les preocupa invertir por la falta de previsibilidad normativa; los productores están indefensos ante los bloqueos y el contrabando, y todos esperan soluciones, certezas y unidad. Ojalá que estas señales de acercamiento se conviertan en decisiones y acciones concretas para priorizar la solución a los problemas reales, y muestren también a los políticos oficialistas y de oposición, que el camino no es la confrontación sino el diálogo.

Como dijo el mismo presidente Arce: “Cuando ingresamos en una situación de inestabilidad e incertidumbre, afecta a todas las familias y tiene un impacto negativo en las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas. Estamos perdiendo oportunidades que ofrece la economía mundial en este momento, sin embargo, aún estamos a tiempo para no desaprovecharla del todo”.

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