Opinión

El divino retorno

12 de noviembre de 2020, 5:00 AM
12 de noviembre de 2020, 5:00 AM

Los cruceños fuimos quienes más nos sentimos derrotados con el retorno del MAS al poder. Pero hablo de los cruceños de la capital, de Santa Cruz de la Sierra. No de los nuevos cruceños del departamento, como los de San Julián, Cuatro Cañadas y menos los de la provincia de Ichilo, cuyo municipio de Yapacaní ya es, en los hechos, una prolongación del Chapare cochabambino. Hay que decirlo así, mal que nos pese.

La oposición (en Santa Cruz, sobre todo) hizo una campaña atolondrada, destinada al fracaso. En el caso cruceño, pese a todos los argumentos y hasta rogativas, no hubo ni la menor posibilidad de unir fuerzas para afianzar a una candidatura con posibilidades. Preferimos la fanfarria regionalista, un optimismo miope y bravucón, y como resultado la candidatura de Luis Fernando Camacho terminó ganándole a Arce con tan solo 9 puntos, algo muy pobre. A nivel nacional hubo descuido en las ciudades intermedias y en el campo, y de ahí la paliza que recibieron las candidaturas “demócratas”. Lo que el MAS tiene que tomar en cuenta es que en las ciudades capitales pierde, que es rechazado, y que esas ciudades son decisivas cuando se trata de arreglar cuentas.

Las expresiones en la Asamblea del vicepresidente Choquehuanca no salieron de su esoterismo esperado que no todos entienden. Algo similar al confuso Preámbulo de la Constitución, pero fue conciliador, lo que, lamentablemente, no condice con la actitud de agresivos masistas que ya están asaltando los cargos públicos y echando de sus oficinas a quienes estuvieron trabajando hasta el lunes.

Otra cosa fue el discurso de Arce Catacora, preñado de resentimiento y de odio. A falta de alguien contra quien estrellarse, le echó todas las culpas del presunto “desastre” actual a doña Jeanine Áñez, en términos exagerados y olvidando las barbaridades cometidas por el MAS, donde él tiene las máximas responsabilidades por el despilfarro saudita de 65 mil millones de dólares procedentes de la explotación de nuestras materias primas, que no supo administrar de manera útil e inteligente.

Nunca dejaremos de repetir – lo hicimos desde el primer día – que el error de Áñez fue lanzar su candidatura, porque si no lo hubiera hecho, se habría ahorrado enemigos por todas partes y su Gobierno no habría pasado como “el peor”, porque ella fue valiente, honrada, y además del verdadero caos que dejó el MAS, tuvo que enfrentarse durante casi toda su administración con la maldita peste china, lo que significó mucho trabajo y gastos cuantiosos. Las acusaciones de genocidio que le hacen los masistas son una falacia porque su Gobierno fue mucho menos violento que el del MAS, que siempre trató de borrar cínicamente todas sus atrocidades.

Esperemos que el gabinete, donde están ausentes los matones masistas, tenga un desempeño digno y que la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, cruceña, pueda poner paños fríos a la situación confrontada en que hemos quedado cambas y collas después de las elecciones. Hacía mucho que, sobre todo cruceños y paceños (alteños), llegábamos a extremos de animadversión de tanto calibre. Estamos ante una nación que pareciera estar partida en dos. Hoy más que nunca hay que darle el beneficio de la duda a los nuevos ministros y esperar que trabajen para todos, que no pongan trabas a la agroindustria cruceña, y que comprendan mejor la economía que sus antecesores de la era Morales, de tan triste recuerdo.

En cuanto a Evo Morales (escribo el día martes) sabemos que avanza desde Villazón por las tierras de Potosí y que transitará triunfante, sumando masas, por Oruro, anunciando vivac (o pascana) en Orinoca, para llegar hasta Chimoré, en el corazón cocalero de Cochabamba, donde se sentirá seguro. El matrero cacique está tratando de emular el desembarco de Napoleón en la costa francesa desde su exilio en la isla de Elba, cuando transitó primero a tiros y luego en andas por decenas de municipios y ciudades francesas hasta llegar a las Tullerías, en París. Claro que el Emperador no tuvo mucha suerte porque pronto le llegó su Waterloo. Tal vez eso no le han contado a Morales.



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