Hace un año se anunció el cierre de este centro que acoge a personas con discapacidad, pero hasta el momento no se ha concretado el traspaso a otros hogares. Es urgente la ayuda para cubrir necesidades básicas de los internos

20 de abril de 2023, 7:40 AM
20 de abril de 2023, 7:40 AM


Tan solo una mirada de alguna persona hace que una sonrisa se dibuje en sus rostros y de inmediato volteen con un gesto de agradecimiento. 

Otros se acomodan de inmediato a extender la mano y dar un apretón al visitante. Son 84 personas con alguna discapacidad que no pueden valerse por sí mismos los que están en el hogar Teresa de Los Andes, que claman por atención de las autoridades y por la mano solidaria de la gente.

Quienes los cuidan son los que soportan en carne propia la crisis y hacen lo posible para que esta situación no se vea reflejada en la calidad de la atención, en los medicamentos y en la alimentación, pero esto no siempre es posible. 

El hogar lleva un año soportando una profunda crisis que hace insostenible su funcionamiento. El poco dinero que ingresa se destina a cubrir lo más urgentes, que son los gastos de remedios, comida, pañales y servicios básicos.

El principal problema es la falta de recursos. Falta tanto el dinero que buena parte de los asalariados no reciben sueldo desde hace cuatro meses. Son personas que están más por compromiso y amor a los niños, a quienes a lo largo de los años han aprendido a cuidar, a curar, a cambiarles pañales, a preparar y darles comida que, en algunos casos, se la debe administrar a través de sondas nasogástricas. 

Este miércoles vivieron un momento de recreación con la visita de los efectivos del Departamento Especializado de lucha contra la Corrupción. No es habitual que tengan tantas visitas, por lo que era todo un acontecimiento, que Yara Pérez, una joven con retraso mental buscó a su madrina para que la peine y pueda estar presentable para el evento.

Ella tiene 30 años de edad, de los cuales 20 ha pasado en este centro, comenta Sofía Paredes, que ahora está a punto de cumplir sus cuatro décadas de edad y se ha mantenido trabajando por temporadas en el centro, desde antes de salir bachiller.

Asegura que ya estaba en el hogar cuando Yara llegó con tan solo 10 años y se ha integrado tanto al grupo que también ayuda en tareas de aseo o cocina en su pabellón.

Sofía trabaja en el área naranja donde hay 22 internos, a los que tiene que ayudar en todo el aseo personal, desde bañarlos, peinarlos y cepillar sus dientes. “Llego a acomodar la ropa y a ver que los ambientes estén acomodados. También lavo los baños, les doy la cena, les pongo la ropa de dormir y los acuesto. En este sector están los más independientes, porque saben usar el papel higiénico”, comenta.

Hay otros pabellones donde están los que deben ser asistidos completamente, es decir, que ni siquiera pueden cambiarse ni ir al baño solos, por lo que hay que bañarlos, cambiarlos y mantener limpia la ropa. 

Asegura que es importante conocer a cada uno, porque algunos tienen autismo, bipolaridad, esquizofrenia y parálisis, entre otros males. 

Los trabajadores los conocen a tal punto, que saben cómo los pueden calmar cuando sufren alguna crisis. Lamentablemente la mayoría no tiene familia y los que tienen es poca la ayuda que reciben.

Sofía conversaba mientras hacía sus labores cotidianas y vive momentos de angustia, porque debe lidiar con las necesidades. Una de las personas que estaba con los chicos llegó apresurada a preguntarle si Manuelito tenía pañal, porque no puede contenerse y se orina. 

“No hay pañal, no tenemos, ni Kathi (que es otra que necesita usarlo) tiene ahorita. Tampoco hay trapo para ponerles, porque la ropa de ayer (martes) no ha secado y ahorita tengo un montón para lavar. La despensa está vacía, no queda más que, tras que veas que tiene ganas de orinar, lo saques corriendo al baño”, respondió.

Aunque la mayoría de los chicos estaba en la actividad con los efectivos de la Policía, muchas de las que trabajan continuaban sus tareas, porque deben estar pendiente de todo y algunos chicos que no pueden movilizarse permanecieron en sus pabellones. 

Francisca, una mujer ciega, se mantuvo sentada frente a su pequeño cuarto y encerrada en su propio mundo, ajena a todas las necesidades que la rodean.

La crisis
El director del hogar, Ludwig Esparza, pide a las autoridades de la Gobernación que aceleren las gestiones para el traslado de los chicos a otros centros y le apena profundamente tener que cerrar la institución, pero los $us 35 mil que se necesitan cada mes para funcionar adecuadamente, ya no pueden conseguirse.

La mayor parte de ese presupuesto se destina a la compra de medicamentos que no son cubiertos por el seguro de salud, pañales, suplementos alimenticios, planilla de sueldos y servicios básicos. 

Hace un año, la congregación de religiosos que atiende el hogar anunció que no podía más, los gastos necesarios para sostener el hogar los sobrepasaban y ni con la ayuda de gente solidaria lograban cubrirlos. En ese entonces anunciaron como fecha de cierre el 1 de abril de 2022. 

Ha pasado más de un año y eso no ha sido posible. La Gobernación se comprometió a apoyar en el traslado de las 84 personas, pero luego indicaron que solo podían llevarse a 42, que eran aquellos que pueden valerse por sí mismos. Pero la suerte del resto, cuya discapacidad es severa, se la dejaron al Gobierno.

 “Desafortunadamente nos han dejado de proveer algunos medicamentos, pero sí o sí hay que conseguirlos porque más allá de las limitaciones no se puede dejar de suministrar remedios a los chicos”, señala.

Dice que los Bs 684.852 por año que reciben de la Gobernación no alcanzan para cubrir las necesidades. Son Bs 367.920 en becas alimenticias, Bs 46.242 en becas de limpieza, Bs 216.720 en farmacia y Bs 7.228 para gas.
Sin embargo, los desembolsos se reciben cada tres meses, como sucede con todos los hogares, lo que ha ayudado a profundizar la crisis económica. 

En cuanto al déficit, se mantienen las deudas de más de $us 1,5 millones. Las deudas han llegado al grado que estuvieron a punto de sufrir el corte de energía eléctrica, pero lograron hacer un plan de pago con la CRE para cancelar por cuotas la deuda de Bs 26.000.

El anuncio de cierre también hizo que cayeran las donaciones porque la gente piensa que el centro ya no funciona, lo que
no es así, por lo que insisten en que es necesaria la ayuda.


PARA SABER SITUACIÓN DE ABANDONO

Las razones por la que los dejan en el hogar suelen ser distintas, pero están relacionadas,
generalmente con la falta de
dinero o con el no saber cómo
lidiar con el diagnóstico que
ellos tienen y cómo cuidarlos.

COLABORACIÓN
Para recibir ayuda habilitaron el número de cuenta
10000005608522 de la Cooperativa Jesús Nazareno.