10 de junio de 2023, 20:00 PM
10 de junio de 2023, 20:00 PM


En diferentes momentos de la historia de la humanidad, asociar la pertenencia étnica con la delincuencia ha sido una constante lapidaria y vulneratoria de derechos. Dentro de la teoría jurídica se sabe que los delitos son personalísimos. Desde los Derechos Humanos es un acto de violencia simbólica englobar la pertenencia étnica con una connotación negativa per se. Sin embargo, la realidad en las redes sociales y en algunos medios de comunicación es distinta.

No se ven noticias que señalen “aymaras asaltaron una empresa”, “mestizos robaron un banco”, “quechuas pusieron dinamita”, criollos, blancoides o lo que se quiera llamar interceptaron un cambión para robar. Abundan publicaciones de prensa (televisión, radio, periódicos digitales), con el titular de “ayoreos robaron, saquearon, agredieron”. Incluso he leído noticias que hablan de terrorismo ayoreo en el titular. Al parecer -hablando con varios periodistas- lo asumimos de manera natural, sin cuestionar la violencia simbólica que ello implica. 

He aquí algunos titulares de distintos medios publicados el año 2022:
Policía detiene a tres ayoreos que saquearon puestos en el mercado modelo de San José de Chiquitos;
Ayoreos involucrados en casos de narcotráfico fueron amenazados y están escondidosAyoreos en las urbes obligados a firmar compromisos de buen comportamientoTransportista es macheteado por ayoreosAyoreos machetearon al sub-gobernador de Ñuflo de Chávez. No se trata de no difundir estas noticias. Se trata de no estigmatizar a todo un pueblo. 

Revisadas noticias que hablan de delincuencia el año 2022, encontramos que en la gran mayoría de los casos no se registra grupo étnico. Personas detenidas acusadas de asesinato, feminicidio, robo, hurto, no mencionan esa especificación. No se dice “mestizo”, ni “aymara”, ni “criollo” ni nada de eso. Se trata entonces de un etnocidio simbólico. Si las noticias sobre ayoreos dan cuanta en casi todos los casos de acciones de saqueo y delincuencia, invisibilizando todas las demás acciones y contribuciones del pueblo ayoreo, entonces están contribuyendo a instalar en el imaginario la idea señalada. Es lo que se llama “naturalización por repetición” (Giró, 2009).

El año pasado hablé con Rocío Picaneray, destacada intelectual ayorea y experta en derechos de pueblos indígenas desde la politología. Era para confirmar su asistencia al evento
Avances y Desafíos de los Derechos Indígenas que se realizó en noviembre pasado en Santa Cruz, con la presencia del Relator Especial de las NNUU para los Derechos Indígenas. Y ella me dijo que no podría participar, ya que había sido llamada de urgencia y se encontraba en Chochís, municipio de Roboré, puesto que un incendio forestal había arrasado a una comunidad del pueblo ayoreo. Ocho familias se quedaron sin viviendas en el Territorio Indígena Tobité. Ese incendio ocasionó que mucho tiempo los integrantes de la comunidad tuvieran que pernoctar en la intemperie. Muy poca cobertura y repercusión tuvo esta desgracia, que se conoció por una noticia publicada por una ONG que trabaja con los pueblos indígenas. Un diario publicó la noticia “Incendios forestales dejan sin viviendas a toda una comunidad ayorea en Roboré”. Es un titular respetuoso, lástima que fue una noticia con tan poca repercusión.

Como contexto cabe señalar que los incendios en 10 años se han afectado más de 5 millones de hectáreas dentro de los 58 territorios indígenas, es decir, el 42 % del total de tierras tituladas, y ha afectado directamente al pueblo ayoreo, según cuenta el informe sobre el tema publicado por CEJIS . No es un tema menor e involucra aspectos de gran relevancia social, económica y humana que se expresan cotidianamente, creo que no merece la poquísima cobertura que se le asigna.

De ninguna manera la estigmatización de pueblos indígenas y otros colectivos sociales es tema exclusivo de Bolivia. En España, por ejemplo, hace al menos 30 años se publicaron libros alertando de la cobertura tendenciosa contra el pueblo gitano y los migrantes. El Manual de Estilo Periodístico relativo a minorías étnicas y nuevas propuestas elaborado por el Colegio de Periodistas de Cataluña (1996 con reediciones y actualizaciones permanentes hasta hoy) señala entre sus seis recomendaciones que “No hay que incluir el grupo étnico, el color de la piel, el país de origen, la religión o la cultura si no es estrictamente necesario para la comprensión global de la noticia”. También puntualiza que “es necesario evitar las generalidades, los maniqueísmos y la simplificación de las informaciones”. 

Necesitamos reflexionar como sociedad -y ahí entramos todos, los educadores, los periodistas, los actores políticos, y prioritariamente, las autoridades de todos los niveles de gobierno- sobre qué estamos haciendo para evitar la violencia simbólica y estructural contra el pueblo ayoreo, tanto el que vive en comunidades rurales como en el que vive asentado en la urbe cruceña. Y actuar llevando el discurso a la acción. Cada día es un poco más tarde, y ya vamos muy tarde.