Opinión

El fútbol boliviano en su laberinto

9 de septiembre de 2020, 5:00 AM
9 de septiembre de 2020, 5:00 AM

La pelota está pinchada y la cancha completamente embarrada. Es el reflejo de una de las más profundas crisis del fútbol nacional. 

Una de las causas del deplorable estado de cosas responde a desmedidas ambiciones particulares de unos circunstanciales primeros actores, incapaces de aportar alguna solución turbados por una sorda pugna de poder en la FBF que ha perdido el norte, -si alguna vez lo tuvo-, desde el fallecimiento súbito de su presidente César Salinas.

Hace poco, Guido ‘Chelelo’ Áñez, expresidente de la desaparecida LFPB, se refirió al estallido de una crisis ‘ética y moral’, en coincidencia con la administración de grandes sumas de dinero por la licitación de los derechos televisivos de la División Profesional, sin perder de vista desembolsos varios y canonjías que vienen entregando generosamente la FIFA y la Conmebol para cubrir las necesidades de federaciones/asociaciones miembros, clubes y futbolistas paralizados, sin generar ni percibir ingresos económicos en tiempos de pandemia. Excepción hecha con los muy afortunados miembros del Comité Ejecutivo de la federación boliviana, en cuyas cuentas bancarias depositaron misteriosamente, pero con “mucho agrado”, $us. 5.000 en los primeros días de enero pasado. 

Si el jugoso monto no salió de las arcas federativas como se ha asegurado públicamente, entonces habrá que deducir que fue un regalo de los Reyes Magos o de un mecenas ignoto pero muy generoso para dirigentes ‘bien’ comportados que, no obstante, al menos deberían ruborizarse por recibir tanta plata dizque sin saber de quién ni de dónde.

Y en medio de disparatados episodios como el antes referido, el extravío institucional y administrativo de la FBF es laberíntico por el doble y simultáneo mando Blanco-Rodríguez. Las consecuencias del desmadre incluso han alcanzado a la selección nacional, que anticipadamente lleva las de perder, una vez más, en las próximas eliminatorias mundialistas. 

El venezolano César Farías no lo ha dicho, pero no le deben faltar ganas de levantar las manos ante el caos dirigencial que entorpece y hasta trunca sus planes. Como el frustrado viaje a La Paz el último fin de semana para iniciar una nueva etapa de trabajo antes de enfrentar nada menos que a Brasil y Argentina en las dos primeras fechas de la ronda sudamericana. Se sabe que la falta de dinero que la banca no sabía bajo la firma de cuál de los dos mandamases de la FBF debía desembolsar, impidió cubrir el traslado del equipo que permanece concentrado en un pentaestrellado hotel cruceño y cuyos administradores ya deben estar preguntándose por quién y cuándo serán cubiertos los costos de hospedaje, alimentación y otros.

El fútbol boliviano ha tocado fondo. Es un enfermo crónico afectado por diversos achaques. Con la abstención plena de quienes pretenden seguir viviendo a sus costillas, un gran ‘acuerdo nacional’, como lo sugirió ‘Chelelo’ Áñez, puede permitirle al fútbol restaurar su salud a tiempo. El remedio para sus males tiene como componentes una conducción idónea, solvente y comprometida, nuevas y claras reglas de juego, mejores estructuras y mecanismos de control eficientes y transparentes. El diagnóstico está hecho y la receta se conoce. La cura es posible.



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