Opinión

El futuro del déficit fiscal en Bolivia

17 de enero de 2020, 3:00 AM
17 de enero de 2020, 3:00 AM

Sin lugar a dudas, desde el punto de vista macroeconómico una de las variables que más se hace seguimiento es el denominado déficit fiscal, que en términos sencillos es la diferencia entre los ingresos que percibe un Estado menos sus gastos. 

En el pasado de la economía boliviana, no era extraño que este indicador sea siempre negativo, vale decir que los gastos superen a los ingresos. Tuvieron que pasar muchos años y la aplicación del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, para poder observar primero un superávit y segundo verlo por 8 años consecutivos, como se observó entre el año 2006 y el 2013, es decir en todos estos 8 años los ingresos superaron a los egresos del Estado. En 2005 fue el superávit más alto con 4,5% del PIB.

Evidentemente, desde el año 2014 se observan déficits fiscales que han generado polémica entre analistas y organismos como el FMI. 

Lo rescatable de esta situación es que, contrariamente con lo que sucedía en el periodo neoliberal, ese déficit se debía a una mayor Inversión Pública (construcción de carreteras, puentes, teleférico, satélite, proyectos productivos, empresas públicas y otras) que Gasto Corriente (pagos por compra de bienes y servicios, sueldos y salarios, rentas, etc.). Sin embargo, durante todo este periodo se observa una tendencia creciente en la recaudación de impuestos y renta aduanera, que cubrían en su totalidad los gastos corrientes y cuyo excedente se dirigía a financiar gran parte de la inversión pública.

El año 2018 fue la excepción por lo que el Ministerio de Economía extremó esfuerzos para reducir el déficit en la gestión 2019. En efecto, en la última reunión del Grupo Macro que me tocó presidir en fecha 8 de noviembre de 2019, el resultado observado del déficit fiscal del Sector Público al 5 de noviembre de ese año fue muy auspicioso, pues apenas llegó al 5.1% del PIB muy inferior al 8,1% observado en 2018. La estrategia utilizada para ello se fundamentó básicamente en controlar el gasto corriente, pero de ninguna manera en reducir la Inversión Pública.

El gobierno de facto heredó, por tanto, cifras con tendencias muy favorables para la macroeconomía y las cuentas fiscales, en las que se registraba la reversión de la tendencia al aumento de déficit fiscal, mostrando la inflexión de la misma hacia un déficit menor al registrado en 2018.

A esta altura, la gran pregunta es ¿cómo estará el déficit fiscal al cierre de 2019? Por todo lo mencionado en un artículo anterior, especialmente al aumento de gastos no programados, es de esperarse que el déficit registrado al 5 de noviembre sea más alto, no solo porque no se hizo todo lo posible por aumentar los ingresos tributarios y más bien se relajó la recaudación para pagar facturas políticas, sino que también se relajaron otros ingresos en detrimento de los intereses públicos. Por tanto, nada raro que en los próximos meses se tomen medidas para continuar pagando facturas con perdonazos tributarios, condonaciones, reprogramaciones y otros relativos a impuestos y aranceles. En la línea claramente neoliberal que quieren ocultar a la población.

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