19 de junio de 2023, 4:00 AM
19 de junio de 2023, 4:00 AM


Es muy probable que la universidad como institución académica y social se halle en el momento más trascendente de su existencia, a partir del rol que desempeña en la sociedad del conocimiento que hoy vivimos (Ganga-Contreras, F. 2018). Aquello lleva a encontrar nuevas formas de enseñar, modificando los modelos de aprendizaje, usando de la mejor manera nuevas herramientas como la inteligencia artificial (IA).

Por su parte, Jamil Sami refiere tres características que una universidad de clase mundial debe tener: alta concentración de talento, tanto de profesores como de estudiantes; recursos financieros suficientes para ejercer un aprendizaje apropiado y conducir una investigación de calidad y finalmente un gobierno corporativo que permita la correcta administración y que, además, facilite la adaptación a las exigencias actuales. Bien dice Torres Castro (2019), “ya no se trata de ir orientados, sino de ir bien adaptados. Todo aquello exige una gobernanza estratégica del sistema universitario”.

El término gobernanza es un concepto de amplio uso en la actualidad. Si bien inicialmente fue sinónimo de gobernación, con el tiempo, su carácter semántico se fue ampliando. Hoy por hoy, por un lado, indica un nuevo estilo de gobierno, distinto del modelo de control jerárquico, caracterizado por un mayor grado de cooperación, flexibilidad, eficiencia y transparencia, pero también se refiere a la interacción entre el Estado y los actores no gubernamentales, en una relación estrecha público-privado. En cualquier caso, los procesos de negociación y concertación son el núcleo vital de la gobernanza.

Con referencia a la educación superior, se puede hablar de una gobernanza universitaria externa y otra interna. La primera guarda conexión con los órganos estatales y la sociedad civil, conformando una red de actores claves que contribuyan a la transformación de la educación en Bolivia e Iberoamérica. La segunda cohabita dentro de las propias corporaciones académicas, incluyendo a docentes, estudiantes, egresados y colaboradores, además de los distintos tipos de instituciones que integran el sistema, estructuras, políticas organizacionales y planes estratégicos. Ambas formas influyen de sobremanera en el funcionamiento del sistema universitario.

En el llamado modelo “Tetra hélice”, como hoy se lo conoce -que dio origen al exitoso modelo o patrón de desarrollo cruceño, implementado hace más de medio siglo-, convergen en objetivos comunes el aparato estatal, la sociedad civil (instituciones y ciudadanía), los empresarios y el sistema universitario. Todo ello permitirá llevar a cabo la innovación tecnológica con la generación de programas y mejoras de procesos que permitan solucionar problemas reales comunitarios y desarrollar ventajas competitivas, en una alianza vital de ganar-ganar. Es evidente que el impacto que hoy se exige a las universidades, trasciende la transmisión del conocimiento, para enfocarse en la innovación tecnológica, así como el ejercicio de la planeación estratégica.

Este tema junto a otros como el aprendizaje a lo largo de la vida, globalización de las universidades en Iberoamérica, modelos innovadores de enseñanza-aprendizaje, construcción de un ecosistema educativo e implementación del modelo Steam, fueron analizados del 14 al 16 de este mes, en el IV Foro Internacional de Educación Superior, organizado por Unifranz, en alianza con ANUP (Asociación Nacional de Universidades Superiores) y otras organizaciones internacionales (OUI, RAUI, Unesco).

Asimismo, este encuentro internacional sirvió para iniciar o consolidar alianzas, promover nuevas comunidades en el campo educativo que permitan aminorar la brecha digital, formar ciudadanos globales y el mejoramiento de la educación en Bolivia, que, de manera silenciosa, quizá, viene transformándose, a pesar de normas regulatorias rígidas y hasta obsoletas, que no guardan relación con los nuevos saberes de la ciencia. La tarea es de todos, si no perderemos el tren del desarrollo y la lucha contra la pobreza.

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