14 de marzo de 2022, 4:00 AM
14 de marzo de 2022, 4:00 AM


El entonces llamado Hospital Japonés, construido mediante la cooperación no reembolsable del Japón de casi 18 millones de dólares, abría sus puertas un 15 de marzo de 1986. La historia de su creación es un buen ejemplo visionario de la institucionalidad cruceña, frente a la desidia del Gobierno central. En efecto, para su construcción Cordecruz donó el terreno, la Alcaldía comprometió la verja perimetral, Saguapac se encargó del alcantarillado, CRE puso la energía eléctrica y Cotas ofreció las primeras líneas telefónicas. Todo ello fue coordinado por el Colegio Médico de entonces, que fue promotor y gestor fundamental de esta iniciativa ante las autoridades del Gobierno nipón. El 7 de abril de aquel año se abrió la consulta externa, mientras que el servicio de Emergencia lo hacía el 6 de junio. Posteriormente, el área de diagnóstico comienza a funcionar en septiembre y los primeros pacientes eran internados a mediados de noviembre. Así comenzaba la historia de este hospital que hoy constituye un referente nacional e internacional.

En el campo de la docencia las actividades educativas se iniciaron el 1 de febrero de 1987 con la residencia en Medicina Interna, Pediatría y Cirugía. En 1989, se recibe a nuevos internos en medicina, laboratorio y bioquímica y farmacia y un año después se abría la especialidad en Gineco-Obstetricia. Años después sumarían otras y que a la fecha son 19.

Durante este tiempo se han formado casi 600 nuevos especialistas, cuyo impacto no solo está en la capacitación de nuevos recursos humanos para mejorar la atención a la población, sino que también aquello representó un ahorro de divisas que puede alcanzar un monto superior al valor mismo de la construcción y equipamiento del mismo hospital, si estos médicos se hubiesen especializado en el exterior durante tres a cinco años, que es el periodo de formación. Además, más de un millar de internos de diferentes universidades y técnicos superiores han realizado pasantías en sus salas de internación, cirugía y laboratorios.

Por estos méritos, el Ministerio de Salud mediante Resolución del 25 de agosto de 1998 otorgó al hospital el título de “Hospital Universitario Japonés (HUJ) del departamento de Santa Cruz”, título que por razones extrañas de las autoridades locales que no sabemos, le cambiaron de nombre.

En el 2000 recibimos la gran noticia. De un estudio de 80 centros hospitalarios del país, el Ministerio de Salud, con el apoyo de la OPS, eligió al HUJ como el mejor hospital de Bolivia, noticia que nos llenó de sano orgullo.

Pero en este largo caminar, también hemos sufrido varias bajas, sobre todo en esta época de pandemia, donde médicos, residentes y enfermeras de gran valía profesional y personal como Esther Serrate, Oscar Espinosa y Omar Lizarazu, entre otros mártires, sacrificaron su vida al servicio de la comunidad.

El HUJ cumplió con el sueño del grupo de médicos que iniciamos esta proeza. Hoy por hoy, todos sus trabajadores se desempeñan silenciosamente en medio de una carencia de equipamiento, medicamentos y recursos humanos, gracias al abandono estatal. Sin embargo, más vale el reconocimiento sincero de la población por la lucha de estos guerreros anónimos, cuyo único armamento es su apostolado, y su escudo protector es un mandil blanco que enfrenta diariamente a las enfermedades y a la muerte. ¡Mil felicidades HUJ, orgullo cruceño!

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