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El juicio final

27 de agosto de 2020, 10:06 AM
27 de agosto de 2020, 10:06 AM

No. Nostradamus no predijo el coronavirus. Los estudiosos de su obra lo aclararon y yo les creo. Siempre es mejor creer a los especialistas que a quienes comparten mensajes irreflexivamente en las redes sociales.

Pero, así como no les creo a los “compartidores”, sí creo en lo que veo y lo que vi es que el versículo quinto del capítulo 20 del Apocalipsis dice que “los demás muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años…”. Le puse atención a esa primera parte por la cantidad de muertos que tenemos actualmente en Potosí, por culpa de la pandemia.

Los muertos suman una cantidad difícil de terminar, porque muchos no ingresaron en las estadísticas oficiales del Ministerio de Salud. Lo único certero es que cada día mueren personas con coronavirus y en muchos de los casos la enfermedad no ha sido determinada mediante ningún tipo de prueba.

Cada día nos enteramos que murió un conocido, un amigo o, peor, un pariente. Hay familias en las que ha muerto más de una persona el mismo día y siempre por la maldita enfermedad. En el cementerio ya no hay espacio para esos cadáveres y estos tienen que ser enterrados, en fosas horizontales que se cavan una sola vez para varios cajones, en una zona alejada de la ciudad.

Es difícil levantar una lista de los que se fueron. Tenemos desde el presidente de la Federación de Empresarios Privados de Potosí, el emprendedor hotelero Gastón Caviedes; hasta periodistas, como mi amigo Mario Mamani Morales; pasando por ex gerentes de empresas de servicio, que era el caso de Gastón Moreno; uno de los pilares de la fiesta de Ch’utillos, Emigdio Arrieta, y el dirigente de las madres y padres de familia, Iván Luna. Esto es apenas un punteo porque mis paisanos podrían elaborar varias listas de personas valiosas que se han ido dejando vacíos que nunca serán llenados. 

Gente que muere cada día. ¿Será el apocalipsis? Para responder a esa pregunta, así se trate de un tema más religioso que práctico, habrá que recordar que la esencia de ese libro no es la muerte, sino la resurrección, un tema recurrente en toda la Biblia.

El Apocalipsis habla, además, del juicio final, pues dice que “el mar entregó los muertos que estaban en él, y la muerte y el Hades entregaron a los muertos que estaban en ellos; y fueron juzgados, cada uno según sus obras”.

En estos días que mueren tantas personas, muchas, como las nombradas, merecieron la ponderación de sus semejantes, que lloraron su partida. Otros, en cambio, pasaron inadvertidos. Murió un exprefecto y, poco después, un exministro y exparlamentario. Ambos estuvieron involucrados en el fraude de Maragua y otros temas escabrosos. Ni los ponderaron, ni los lloraron.

Tuvieron, nomás, su juicio final.

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