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9 de octubre de 2024, 3:00 AM
9 de octubre de 2024, 3:00 AM

Gelo Wayar Pereyra​

Sin duda alguna, el liberalismo se ha puesto de moda en todo América Latina; esa filosofía política que se creyó extinta, ha resurgido. Desde entonces, se ha incrementado el ataque desesperado de toda la izquierda al liberalismo. Se ha repetido incansable e irracionalmente, que este sería, en esencia, fascismo. Llamativa incoherencia conceptual, que debe, sin embargo, ser respondida. ¿Es el liberalismo alguna clase de fascismo?

Aunque la respuesta es algo obvia y lógica, cabe responder de forma contundente: No, el liberalismo no es fascismo, como no es ni izquierda, ni derecha. Entonces, ¿qué es liberalismo?

Debemos entender por Liberalismo a la filosofía política que, teniendo al individuo -a la persona de carne y hueso, al ser humano con sueños y sentimientos-, como centro y fundamento de su ética, busca proteger su libertad y limitar toda clase de coerción sobre este. El liberalismo, entonces, es la filosofía política que busca limitar toda clase de poder que pueda violentar la libertad de cada ser humano y, para ello, desarrolla una teoría política-económica-jurídica que permita a cada persona ser el arquitecto de su propia vida y disfrutar de sus frutos, como así, hacerse cargo de sus errores.

Por su parte, el fascismo entiende que la patria, y el Estado como encarnación de esa patria, se encuentra por encima de toda persona y entidad, por lo tanto, el fascismo busca que todas las personas estructuren su vida en favor de la Patria, buscando siempre la grandeza del Estado; “todo dentro del Estado, nada fuera del Estado”, es, tal vez, la frase más conocida de Mussolini, uno de los actores políticos más renombrado del fascismo, por no decir su gran ideólogo.

De lo explicado se puede evidenciar, de forma muy clara, lógica y hasta gráfica, que la diferencia entre liberalismo y fascismo es el punto de partida de su estructuración ética, uno aboga por la libertad individual de cada individuo (liberalismo) y el otro por la grandeza del estado y la Patria (fascismo). La diferencia entre ellos es total, en consecuencia. Es decir que, liberalismo y fascismo se encuentran en las antípodas del pensamiento político, respectivamente; son totalmente opuestos.

El liberalismo busca la emancipación del individuo, de cada ser humano, protegiendo su libertad a decidir como vive su vida, razón por la cual limita al Estado y le otorga una sola función esencial: proteger la libertad de cada una de las personas. Por su lado, el fascismo centra su valor ético más importante en la Patria, razón por la cual el individuo, ese ser humano de carne y hueso, tiene una obligación suprema a priori de amar su patria, trabajar y sacrificarse por la misma.

Cuando la izquierda acusa a los liberales de fascistas cae en un error conceptual muy grande, error que denota la tremenda ignorancia de dicha persona o su total mala fe, pues se pretende transferir la carga negativa de la palabra fascismo al liberalismo, dejando en evidencia a dicha persona, pues si conoce la diferencia entre ambas filosofías políticas, lo único que busca es desvirtuar la verdad y los conceptos para ganar la discusión sin argumentos y solo con insultos.

Del mismo modo, llama mucho la atención que quien acusa al liberalismo de fascismo, cuando esta en el poder como el MAS, manejan un discurso donde alegan que ellos trabajan y se sacrifican por el bien del pueblo y la patria grande; donde acusan a sus adversarios de ser “vende-patria” y “traidores” a la patria por pensar diferente; donde no solo existen presos políticos (personas que sin mayor razón que pensar diferente se encuentran presas), sino que creen que tienen derecho al trabajo de otras personas, creyendo que es una obligación de quienes producen más, pagar más impuestos y contribuciones “para el desarrollo de la Patria” y, más allá de que, en la práctica, la patria son solo ellos como funcionarios públicos, la vida de las personas no tiene un valor supremo, sino tiene valor en función a sus intereses partidarios. La vida de cada ser humano vale no por su condición de ser humano, sino por cuanto le sirve a ellos. Entonces, ¿a quién le queda mejor el termino “fascista”?

Finalmente y siendo la vida de cada persona lo que realmente importa, pues cada vida es única e irrepetible, es bueno mencionar que los países con mejor calidad de vida en el mundo, es decir, los países donde las personas viven mejor y son más felices, tienen un mayor respeto por la libertad individual. En otras palabras, en los países liberales, las personas tienen muchas más oportunidades de ser felices y vivir bien, así se puede evidenciar en la historia y en los índices a nivel mundial. Por lo tanto, el liberalismo es la filosofía de la vida y la felicidad; el fascismo, como todo colectivismo, es la filosofía del sometimiento, el abuso, la opresión y la muerte.

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