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26 de julio de 2024, 4:00 AM
26 de julio de 2024, 4:00 AM


Venezuela está en la recta final de un proceso crucial. 21,3 millones de ciudadanos votarán en las elecciones presidenciales. Si bien hay 10 candidatos, se trata de una contienda entre dos: Nicolás Maduro y Edmundo González. En otras palabras, se juegan la posibilidad de cambio y libertad frente a la continuidad del gobierno autoritario actual. La opción ciudadana parece estar clara, ya que la intención de voto favorece grandemente al postulante opositor.
Nicolás Maduro parte con mucha ventaja. Tiene un Órgano Electoral sumiso y funcional a su candidatura, con una arquitectura electoral que le ha posibilitado victorias oscuras en anteriores procesos. Sin embargo, la ventaja con la que avanza Edmundo González (impulsado por la líder opositora María Corina Machado) es más grande que nunca, le lleva ventaja por un margen que oscila entre el 21 y el 26 por ciento. Esas cifras son casi imposibles de remontar con fraude, salvo que sea una acción muy burda y desvergonzada.
El régimen de Maduro ha impedido que la diáspora de unos ocho millones de venezolanos pueda participar en las elecciones. Solo unos 69.000 podrán votar en el extranjero y en Bolivia serán apenas 200 (quizás los funcionarios de la embajada de ese país en el nuestro), pese a que a diario se ve a miles de ellos buscando trabajo o pidiendo ayuda en las rotondas. La pregunta del momento es, ¿qué pasará después del domingo si Maduro pierde las elecciones? Y se ensaya varias respuestas.
La previsible, aunque no deseable, es que intente permanecer con el uso de la fuerza y la represión contra los venezolanos. Para eso necesitará el apoyo de las Fuerzas Armadas. Periodistas consideran que la gente saldrá a las calles para celebrar la victoria de la oposición y para exigir que se respete el voto. Es así que, si los militares siguen apoyando las ambiciones autoritarias del mandatario, es probable que haya detenidos y, ojalá no, hasta heridos.
En cambio, si las Fuerzas Armadas se inclinan por la democracia y por escuchar la voz del pueblo, Maduro tendrá que salir del Gobierno y podrá prepararse una transición a un nuevo país, con mayores libertades y con oportunidades de recuperar plenamente la democracia. Este escenario aún se ve como una utopía, aunque hay una posibilidad importante de que así sea. Y ¿por qué se habla de los militares? Pues porque la aparente única opción que tiene Maduro para quedarse en el poder es mediante el uso de la fuerza.
Después de 25 años, los venezolanos vencen el miedo y se atreven a respaldar a una corriente opositora. Esto se debe a la agónica situación en la que se encuentra. La moneda ha perdido su valor en un 100%, según registros de la organización de análisis Pópuli. La pobreza extrema alcanza al 82% de los ciudadanos. De ser uno de los países más ricos de la región, ahora ve un drástico retroceso en el PIB per cápita.
25 años es un exceso de tiempo para retener el poder, porque los políticos se engolosinan y pierden la perspectiva. En Venezuela hay presos políticos, se ha denunciado torturas, la gente no puede expresarse a sus anchas y la libertad de prensa es una quimera, porque el Gobierno corta la señal de los medios digitales y acosa a quien pueda tener una voz disonante.
Hay que estar atentos a las elecciones de Venezuela y a la posibilidad de un fraude electoral. Mientras más venezolanos participen en los comicios y mientras más ojos los vean en todo el mundo, se hace más grande la posibilidad de que este país recupere la libertad en todo el sentido de la palabra.

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