25 de noviembre de 2022, 4:00 AM
25 de noviembre de 2022, 4:00 AM


Un país que tiene dueño, una familia con miles de billones de dólares, que tuvo la feliz idea de contratar a la FIFA para que le lleve el Mundial a su país, como parte de una de sus muchas excentricidades que se le vino a ocurrir, así fue que los problemas relacionados a la de libertad desde el inicio del evento no se hicieron esperar.

Para comenzar, un reportero nórdico fue interceptado en pleno reportaje en una calle por policías que le impidieron concluir su trabajo bajo amenaza de quebrarle la cámara de filmación si seguía transmitiendo desde la calle… es más o menos una situación digna de Corea del Norte, esto solo es la puntita del iceberg, en manos de quien han metido al mayor evento del futbol mundial, por culpa de las propinas a la FIFA, que según fuentes como el Sunday Times, fueron de cinco millones de dólares (beneficiarios, entre ellos tres dirigentes sudamericanos, uno solo está con vida ahora).

Es así que no se hicieron esperar los problemas relacionados con la libertad desde el inicio del evento.
La nominada sede motivó el reclutamiento de cientos de miles de trabajadores, principalmente de la India, Pakistán y de Bangladés, así que, aprovechándose de mano de obra barata y en condiciones vergonzosas, obligaron a los trabajadores a no salir de la zona de su trabajo y alojamiento durante los años de faena, confiscándoles sus documentos para evitar que se quieran volver; es lo que hoy en día se considera como la nueva forma de esclavitud con pésimas condiciones laborales, de alimentación, salubridad y vivienda. Fueron y son peores que en muchas cárceles del tercer mundo. 

Además, cálculos promedio dan cifras de 6.500 personas que murieron por causa de estas condiciones, sin lugar a reclamo posterior, trabajaron con temperaturas promedio de 50 grados centígrados en jornadas de más de diez horas diarias, sin la más mínima consideración, para construir los estadios y más de cien hoteles e infraestructuras urbanas necesarias bajo presión. Cientos de trabajadores reclamaron sus últimos pagos y no fueron atendidos.

Vergüenza para la FIFA y lo que esto implica en el mundo; no significa mucho para Qatar, que tiene dueño, pero a nuestro fútbol, al fútbol mundial se le está haciendo mucho daño. Es cierto que la FIFA siempre estuvo apegada al poder autoritario, es muy común escuchar que esta se da mejor con gobiernos enérgicos, pues las decisiones son tomadas de forma rápida y sin mayores trámites, fue así en la Italia fascista de Mussolini de 1934; en 1978 durante el Gobierno abusivo de Argentina; mientras que el último fue en la Rusia de Putin en 2018, quien pese a tener la careta democrática ya se sabía de sus abusos.

Los esfuerzos que con doble moral se hacen en Europa para acabar con la discriminación caen por tierra, pues en esos estadios en los que se prohíbe a los espectadores gritar cualquier frase discriminatoria o cuando a los negros les tiran bananas desde las tribunas cercanas, son castigados enérgicamente una vez encontrado al responsable, les prohíben el ingreso de por vida al estadio. 

Sin embargo, llevan el Mundial a un lugar donde las mujeres no son ciudadanas con derechos, les dan recetas de cómo se deben vestir, no se pueden tomar fotos en los recintos deportivos ni en sitios públicos; solo por ser el Mundial han permitido el ingreso de mujeres a los escenarios deportivos y han puesto límites a su vestimenta.

Sé que desentenderse de los lazos políticos como rezan los estatutos de la FIFA es bueno, pero bien que podrían hacer una cruzada humanística e incluir algunos cambios como el de no permitir postulación a organizar los Mundiales a países en donde no estén garantizados los derechos humanos, y así conciliar al fútbol con la humanidad y con el verdadero postulado de confraternización. 

El Mundial en Qatar será un mero trámite futbolístico, la elección de la sede quedará en historia como una vergüenza y la fiesta deportiva será para en otra, tal vez en cuatro años más.

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