25 de agosto de 2022, 4:00 AM
25 de agosto de 2022, 4:00 AM


Para tranquilizar a los asépticos amantes del eufemismo, debo decir que quien se refirió así al apéndice reproductor del más famoso emperador de Francia fue el historiador brasileño Luiz Antonio Simas.

Pero pintemos el contexto: la sugerencia de “que también traigan el pene de Bonaparte” fue lanzada por Simas poco antes de conocerse que el Gobierno de Jair Bolsonaro había conseguido que el de Portugal autorice el envío y permanencia temporal del corazón de Pedro I en Brasil del que fue emperador.

Y, en efecto, el corazón cruzó el océano, en una coqueta urna, y llegó a Brasil esta semana para nada más y nada menos que recibir honores de Estado. Aparentemente, fue esto último, con tintes de exageración, lo que motivó críticas de intelectuales y opositores al régimen de Bolsonaro.

Pero… ¿cómo es que se maneja el corazón cual si no fuese parte integrantes del cadáver de Don Pedro? Pues resulta que uno de sus últimos deseos, antes de morir, fue que esa víscera le sea extraída del cuerpo para reposar en el templo de Lapa, en Oporto, mientras que el resto fue depositado en el Panteón Real de la Dinastía de Braganza, en San Vicente de Fora. En 1972, para el sesquicentenario de la independencia de Brasil, y también por deseo in artículo mortis, el cadáver fue enviado a ese país donde ahora reposa en el Monumento a la Independencia, en Sao Paulo.

Por tanto, la llegada y permanencia temporal del corazón tiene una poderosa simbología: el cuerpo de Pedro I, que le dio estabilidad a Brasil tras independizarse de Portugal, en 1822, estará completo por primera vez en 191 años.
Claro que los motivos de Bolsonaro son más políticos que históricos, puesto que está apuntando a su reelección, pero eso no devalúa su astuta jugada simbólica.

Pero… ¿qué pito toca Napoleón? Pues que el avance de su ejército hacia Portugal motivó que toda la familia real huya a su colonia de Brasil y se instale en Río de Janeiro. De no haber mediado ese episodio, la historia de ese país habría sido muy distinta.

Simas dijo, acertadamente, que “el proceso de independencia empezó con la invasión napoleónica”, y luego ironizó con el apéndice. Lo que pocos saben en Sudamérica es que Napoleón no solo cambió la historia de Portugal, sino también la de España, porque invadió ese país y puso como emperador a su hermano José.

Con la península ocupada, las colonias españolas aprovecharon la circunstancia y comenzaron a proclamar su independencia. Así de importante fue, para nosotros, la invasión napoleónica, un asunto sobre el que no se tendría que hablar con el corazón, sino con la cabeza, dejando en paz otras partes del cuerpo humano.

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