Opinión

El proyecto cruceño

24 de septiembre de 2020, 5:00 AM
24 de septiembre de 2020, 5:00 AM

El Memorándum de la Nación Camba del 14 de febrero de 2001 propuso profundizar la democracia, acceder a la autodeterminación nacional, ratificar nuestra identidad colectiva, defender y proteger nuestros recursos naturales, promover la integración continental y formular un nuevo pacto con el Estado boliviano. Estas debían ser las bases sobre las cuales el Proyecto Cruceño debía asentar sus estructuras para el siglo XXI.

Este memorándum fue elaborado por una intelectualidad orgánica en los albores del siglo XXI como parte de la evolución permanente del pensamiento cruceño. Hoy, casi 20 años después de su publicación, el pueblo cruceño intenta recuperarse luego de una estoica resistencia pacífica a los permanentes embates del más recalcitrante centralismo -representado por el MAS- y del neocolonialismo de las esferas del poder boliviano, que sin complejo alguno buscó nuestra desaparición como colectividad diferenciada, además de la dominación absoluta de nuestro territorio y la extinción del cualquier proyecto cruceño. Como resultado de ese larguísimo periodo de resistencia, tenemos una sociedad debilitada y nuestro mundo en transición ante una crisis generalizada de múltiples dimensiones.

Hoy tenemos el desafío de recuperar nuestra capacidad de pensarnos a nosotros mismos y hacer que nuestra sociedad sea consciente de su rol en el continente, reflexionando sobre nuestros éxitos, fracasos y nuevos retos. Hoy necesitamos volver a mirar hacia el horizonte con mayor conciencia de nosotros mismos.

Esta vez, nuestra determinación gritó más fuerte que cualquier boca de fusil, nuestros valores de libertad, respeto, solidaridad, emprendedurismo y colaboración fueron las armas más contundentes de nuestra resistencia, y esto nos muestra las verdaderas razones de nuestro orgullo: resistir y construir con y por amor.

Como afirmaba Sergio Antelo, el proyecto cruceño “nunca ha sido ni es la expresión de las sectas secretas, de los grupos ni las clases dominantes, ya que este se expresa en nuestro modo de ser particular y en las aspiraciones populares”.

Mucho hemos debatido, y seguiremos debatiendo, sobre la existencia o no de un modelo cruceño de desarrollo o un patrón de acumulación de riqueza. Es la cuestión regional la esencia de la historia del invento republicano y su comportamiento cíclico de tensiones y relaciones regionales, o son las tesis nacionalistas revolucionarias e indianistas sobre las que se sostiene el intento homogeneizador del poder central y su fracaso en la consecución de Estado nación político que ya están agotadas o encontrarán nuevos trasnochados que las mantengan como proyectos de poder por el poder.

De lo que no queda ninguna duda es la existencia en nuestra conciencia colectiva de un Sueño Cruceño, un sueño que es legado de nuestros antepasados e innumerables acciones y razones, y una herencia a las futuras generaciones que seguirán desencantando nuestra tierra, escucharán el llamado del monte, y montando las huellas de tantos trajines de generaciones seguirán defendiendo su libertad, libertad, libertad.

El futuro es nuestro, un futuro mestizo y de hermandad de pueblos libres que se integran, se colaboran y se potencian ante los desafíos y la búsqueda de la felicidad de los individuos que los componen, superando las mezquindades de los embates de los promotores de la teoría del odio, construyendo un mejor destino con amor y mucho, pero mucho respeto.

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