Opinión

El retorno del MAS

29 de septiembre de 2020, 5:00 AM
29 de septiembre de 2020, 5:00 AM

La renuncia de Jeanine Áñez a su postulación, presenta un nuevo escenario en la carrera electoral. No vale la pena comentar los datos numéricos de las últimas encuestas sobre las preferencias ciudadanas, por tres motivos: el primero, porque las encendidas pasiones de los que apoyan a cada postulante llevan a descalificarlas o ensalzarlas, de acuerdo a si el resultado favorece o no al candidato de su preferencia; el segundo, porque no es posible establecer a ciencia cierta a dónde se dirigirá ese contingente que sirvió de soporte a la alianza Juntos; y, el tercero, porque hay más de un cuarto de los encuestados que se consignan como indecisos, nulos o blancos; elevado porcentaje que podría variar sustancialmente los resultados.

Sin embargo, hay también datos que deben servirnos como señales de alerta. El principal es, sin duda, la privilegiada posición del Movimiento al Socialismo – MAS, cuyo candidato le saca más de diez puntos de ventaja a su inmediato seguidor. De mantenerse esta cifra, podría ser el ganador en primera vuelta y tener una amplia representación parlamentaria, con la que gobernaría a sus anchas.

Cabe preguntarnos, entonces: ¿Es esto lo que verdaderamente queremos los bolivianos? ¿De qué sirvieron los 21 días de sacrificio colectivo en la rebelión del año pasado? ¿Se hará realidad el anuncio de Evo Morales, de que volverá durante la Presidencia de Luis Arce? ¿Hay alguna forma de evitar este sombrío futuro?

Sí, la hay. Pero pocos están dispuestos a hacer lo que es ineludiblemente necesario. La única manera de enfrentar al MAS es unir a todos quienes se oponen a su gobierno autocrático. Es articular una alternativa que ponga freno al regreso de la dictadura.

A menos de un mes de la fecha de los comicios, esa opción se ve muy improbable, si nos atenemos a los dichos y hechos de sus dos principales contendores. Enfrascados hoy en una febril campaña, tanto Carlos Mesa como Luis Fernando Camacho parecen estar lejos del entendimiento. Uno asevera que en las urnas se dará la reclamada “unidad del voto a partir del ciudadano” y el otro reitera que no se acercará a la “vieja política”.

Cada uno en la contemplación de su propio ombligo, no parecen percatarse de la irremediable condena a la que someterán al pueblo boliviano si persisten en su mutua embestida. En caso de ir separados, ninguno tiene posibilidades de ganar directamente la primera magistratura en octubre. Siempre que no ocurra la victoria del MAS en primera vuelta, lo mejor que puede ocurrir es que uno de los dos llegue al balotaje. Entonces, ese podría esperar recibir el respaldo que le permita sentarse en la silla de presidente. Pero esta no es una perspectiva alentadora, como paso a demostrar.

Si los masistas ganan en seis departamentos del país –incluyendo dos del eje central, en los que tienen supremacía- llenarán con sus adeptos la mayoría de la Asamblea Legislativa. De más está repetir que si a esto le añadimos la capacidad que han demostrado de movilizar sus grupos de choque y su casi inagotable fuente de financiamiento, serán inmisericordes en el ataque al Gobierno. Entre las derivaciones de esta situación se puede esperar que quien esté al mando de la nación decida no dar batalla, retirarse o negociar, o enfrentarlos con todas las fuerzas del Estado. Cualquiera de estas opciones es indeseable: una porque significaría una tácita rendición y la otra porque implicaría la pérdida de numerosas vidas.

Solo la unión de los opuestos al MAS, en forma previa a la elección, será la manera de frenar la captura del Legislativo y disipar la posibilidad del triunfo de este partido. Es absolutamente riesgoso que se empecinen en captar los votos de la mayoría, en forma individual. Eso no ocurrirá; por lo menos no en la cantidad suficiente para que tengan los dos requisitos esenciales: legitimidad y gobernabilidad.

Si se logra el difícil objetivo de la unidad reclamada, de seguro que todos los verdaderos demócratas se sumarán a este esfuerzo. Pero si se fracasa en el intento, se abre la puerta a un potencial regreso del MAS. ¡Qué burla del destino sería que los que se vanaglorian por haber sacado del poder al sátrapa sean promotores de su triunfal retorno!



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