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Elecciones: el falso debate

11 de agosto de 2020, 3:00 AM
11 de agosto de 2020, 3:00 AM

Un análisis meramente numérico deja ver que la disputa en torno a 42 días que median entre hacer elecciones el 6 de septiembre, o el 28 de octubre no es más que un falso debate. Una evaluación de las actuales tendencias sugiere que para el MAS mantener el 6 de septiembre, 42 días antes de lo previsto, no va a devolverle lo perdido. Tampoco en esos 42 días podrá incrementar su caudal electoral, menos ahora después de que sus hordas probaron en los bloqueos el espíritu criminal que las motiva. Para el MAS, en los hechos, ni ampliar los plazos ni reducirlos significa mucho, pues lo único que tiene seguro por ahora es su voto duro, que además esta menguado. A Comunidad Ciudadana, la segunda fuerza política con mayores posibilidades, la extensión de seis semanas podría aventajarla y eventualmente podría sobrepasar la actual tendencia de voto, que, según las últimas encuestas iguala al candidato masista. La pregunta es: ¿Por qué entonces el MAS convulsiona el país, demandando plazos que no cambiarán sustancialmente sus posibilidades actuales? La respuesta es políticamente simple; sabe que no podrá volver a través de elecciones transparentes, y sabe además que este rechazo ciudadano no es el producto de la actual coyuntura, es lo que ya había motivado el fraude colosal que determinó su caída y la fuga del caudillo y sus acólitos. Evo Morales y sus alfiles saben que la única manera de reconquistar el poder es por la mala.

Esta particular configuración de los factores coyunturales está además marcada por la pandemia. Suponiendo que la epidemia menguara, para octubre serían poquísimos los ciudadanos dispuestos a participar en actos masivos, apoyos militantes y participaciones al estilo previo a la pandemia. Los grandes eventos “de masas” son hoy un recurso caduco. Estos que son vitales en la estrategia de poder de los partidos fascistas y populistas, está vetado por una variable que no pueden controlar; el miedo a enfermar y morir; es decir, su mejor dispositivo está estructuralmente neutralizado, tanto como la posibilidad de dirigir un fraude colosal como el de octubre pasado. 

El MAS sabe que la única posibilidad que le queda es a través de la fuerza, y en eso tiene experiencia. Es inherente a los partidos de corte fascista conquistar espacios de poder a través del terror y la fuerza, por eso, instala un falso debate sobre 42 días electoralmente inocuos, y paralelamente moviliza sus grupos de choque para convulsionar el país. No se trata de adelantar o retrasar el día de las elecciones, se trata de crear las condiciones de inestabilidad e incertidumbre que le permitan una salida política de fuerza, condicionada por su capacidad de paralizar el país y por la incapacidad del gobierno para enfrentar una estrategia de esa naturaleza.

Cuando nos preguntamos cómo es posible que los masistas impidan el paso de oxígeno, medicamentos, resultados laboratoriales, alimentos, personal médico indispensable, ambulancias y otros, a sabiendas de que esto supone la muerte espantosa de decenas de bolivianos, las respuestas morales, afectivas, humanas en el pleno sentido de la expresión, pierden significación, porque Evo Morales, el MAS y los masistas no actúan el horizonte de la humanidad, actual en el del Poder, y en ellos, como en todos los fascismos, el Poder es violencia, desprecio por la vida, desidia por el ciudadano. Ya decía Mussolini; “El Estado es todo, el ciudadano es nada” 

Cuantos mas muertos genere la epidemia y mayor sea el desastre económico y moral de sus secuelas, mejor posicionado se siente Evo Morales. Para el MAS la epidemia es una oportunidad que no puede dejar pasar. La oportunidad reside en que, a mayor desastre sanitario, mejores condiciones para actuar a través de sus grupos de choque. Para el MAS, su candidato, sus alfiles en el Congreso y sus financiadores de dudosa procedencia, la muerte es su mejor aliado.

Como se ve, no se trata de que el día de las elecciones sean el nudo gordiano de la actual situación. Ese es un falso debate. Este falso debate solo encubre las verdaderas intenciones del masismo y su naturaleza dictatorial e implacable. Mientras nos enfrascamos en decidir si las elecciones sean diez días antes o quince después, un dato absolutamente intrascendente, la epidemia y la violencia desencadenada por los masistas ha de devorarse la democracia. En el ideario masista, criminal y antidemocrático, el retorno del caudillo sobre un país devastado por la muerte, el caos y las secuelas de la epidemia, es el óptimo posible. Es el sueño del caudillo que no soporta ni por un segundo la terrible evidencia de que su país lo echó, y le refriega en el rostro todos los días del calendario su ineptitud, corrupción y derroche. Todo es posible que suceda, pero hay algo que funge como una Ley de la historia. Quien sacrifica su pueblo, más temprano que tarde sufrirá las consecuencias.

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