21 de julio de 2023, 4:00 AM
21 de julio de 2023, 4:00 AM


Han ocurrido hechos violentos en ciertas unidades educativas. Se escuchan diatribas y condenas a priori sobre la conducta de los actores. Aventuramos estas líneas para expresar un criterio sobre el problema, pero será recomendable emitir juicios de valor después de las investigaciones y cuando la justicia triunfe para bien general.

Sólo profesionales pertinentes deben indagar lo sucedido y la opinión pública, fiscal implacable, no debe juzgar con ligereza basándose sólo en apariencias.

Parece que hubo conductas incorrectas. Con la inmadurez de la edad y con la modernidad de las circunstancias posiblemente se cometieron errores buscando riesgos en cada aventura violenta.
Si se comprueban los hechos, vendrán las consecuencias legales y morales, porque ellos sabían que sus “juegos” no eran tan inocentes.

Bien, ése es el detonante del problema educativo. Ahora que la sangre llegó al río, vienen las soluciones. Veamos:
Una de las direcciones y la carrera de Psicología, ambas de la Uagrm, promoverán un programa de prevención de la violencia sexual. Las autoridades educativas organizarán brigadas de vigilancia. Pero vigilar no es educar.

Muy plausible el gesto de la Uagrm y le ofrecemos nuestro “Seminario lúdico” (temas: drogas, violencia, sexualidad y moral) con duración de tres días. Las charlas magistrales están bien, pero los alumnos aprenden mejor jugando.

Sin embargo, lo anterior no apunta a la esencia del problema. Necesitamos acciones ancladas al currículo. He aquí nuestra propuesta:

Si no es posible el trabajo de un gabinete psicopedagógico en las unidades educativas, cada una debería contar con un licenciado en ciencias de la educación con cursos de posgrado en orientación escolar.

La orientación no es una asignatura ni tiene un horario especial. Es un servicio permanente y el profesional tiene que orientar al sistema con ajustes al cambio vertiginoso del mundo. Su tarea directriz es atender los problemas de conducta: aprendizaje, drogas, sexualidad, orientación vocacional, acoso escolar, habilidades sociales, violencia en todas sus formas, educación en valores, etc. Organiza cursos, seminarios, debates, paneles, invitando a profesionales especializados. Elabora fichas para el seguimiento y la evaluación individual en coordinación con los padres de familia. He ahí su gran responsabilidad.

Educación es cambio de conducta, es cambio de ser y con sermones no se educa. El estudiante debe dejar de ser lo que es y convertirse en otro. El criterio científico no es esperar que surja un problema; por eso la escuela es el ambiente ideal para la educación preventiva. ¡Vamos!, no es tarde: pidamos autoridades clarividentes.

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