.

El Deber logo
2 de diciembre de 2024, 3:00 AM
2 de diciembre de 2024, 3:00 AM

Javier Milei ha reiterado que tiene un desprecio total por el Estado. En la prestigiosa revista, The Economist, se define como “un topo” que ha llegado para destruir al Estado por dentro, que se conoce como el proyecto “motosierra”. Y piensa que cualquier restricción a la libre empresa es el camino más rápido “hacia el socialismo”. Todo lo que pueda hacer para eliminar las intromisiones e invasiones del Estado, lo voy a hacer, dijo en la portada de la revista inglesa. A Milei le gusta presentarse como el “gran desregulador”. La eliminación de miles de normas innecesarias deberían ser un buen ejemplo para Estados Unidos y el nuevo gobierno de Donald Trump. Y como para hacerse una idea de la dimensión del problema, Milei informó que todos los días desregulan y todavía existen al menos unas 3.200 reformas estructurales pendientes.

Pero ¿puede eliminarse al “monstro” Estado? ¿Milei querrá realmente eliminarlo? ¿O querrá simplemente achicarlo? La idea no es nueva. Los marxistas han buscado por todos los medios, y no han podido cumplir su cometido. Para Hans Kelsen, el Estado no es un hombre o muchos hombres que están bajo un poder ordenado: es un orden bajo cuyo poder están los hombres (Compendio de teoría general del Estado, Barcelona, Ed. Bosch, pp. 133-139). Y este poder no es otra cosa que un ordenamiento jurídico, entendido como un todo y en su integridad. Y estableció que la Constitución como norma fundamental es la base y razón de la unidad del Estado y su soberanía.

Se trata de un fenómeno social, colectivo y supone una variedad de hombres y mujeres; es una institución que no dura una generación, sino que es permanente y tiene vocación de perpetuidad. Una colonia de deportados abandonados en una isla a su suerte constituiría una unión, pero en modo alguno un Estado. La nota esencial de un Estado es el poder que tiene, según su propio derecho. Allí donde haya una comunidad con un poder originario y medios coercitivos para dominar sobre sus miembros y su territorio, conforme a un orden que le es propio, allí existe un Estado. El Estado es, de un lado, una construcción social, y de otro, una institución jurídica y política debida y medianamente organizada.

Hay la teoría que sostiene que el Estado ha surgido con la propiedad privada y los medios de producción que generan relaciones de dependencia, construyendo de este modo un orden jurídico complicado, que siente la necesidad de un poder vigoroso que haga el papel de protector. Lo que caracterizará al Estado será el poder de mando y de mandar, de imponer, dominar, tener la capacidad de poder hacer ejecutar incondicionadamente su voluntad a otras voluntades. Esta capacidad de vencer con la voluntad propia todas las demás sólo la tiene el Estado. Recibe su fuerza originariamente de sí mismo, y jurídicamente no deriva su poder de ningún otro, sino exclusivamente de la propia asociación y normativa que tenga.

En palabras de Jellinek (Teoría General del Estado), la revolución inglesa del siglo XVII, la francesa y la americana del XVIII, el hundimiento del antiguo reino alemán al comienzo del siglo XIX, el movimiento del año 1848, la formación de la unidad italiana y alemana para nombrar sino aquellos hechos fundamentales que han transformado las bases internas de los Estados, todos ellos han tenido como resultado, el de hacer más clara e inequívoca la unidad del Estado en todas las instituciones y hacer igualmente más patente su carácter corporativo.

Los historiadores, juristas y cientistas sociales siguen buscando cómo explicar el complejo origen, surgimiento y desarrollo del Estado y toda la evolución que ha tenido y tiene a lo largo de su existencia. La doctrina inglesa de checks and balances, la francesa de la división de poderes, la alemana del Estado de Derecho, todas ellas se proponen como fin último, fijar límites a la arbitrariedad inevitable de los órganos supremos del Estado. Milei necesita del Estado, entendido como aquella fuerza imprescindible no solo para proteger el mercado y la propiedad privada sino también para cambiar el mundo (antes de que el mundo lo termine cambiando a Milei).

Tags