El retorno a la “nueva normalidad” es un proceso lento, al igual que la recuperación económica del país. Los números macroeconómicos son alentadores

27 de diciembre de 2021, 11:00 AM
27 de diciembre de 2021, 11:00 AM


El retorno a la “nueva normalidad” es un proceso lento, al igual que la recuperación económica del país. Los números macroeconómicos son alentadores. Las proyecciones internacionales, cautelosas. Los viejos problemas siguen pendientes.

Tras un doloroso 2020 donde el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo un 8,8%, producto de la crisis mundial por el covid-19. El Gobierno del MAS, ya en el poder, apostó por reactivar el consumo interno. Para ello destinó unos $us 600 millones para el pago del Bono Contra el Hambre (Bs 1.000 por persona) que benefició a más de cuatro millones de bolivianos.

Esta inyección de casi $us 600 millones al mercado interno se complementó con otras medidas de reactivación, como una devolución parcial del Impuesto al Valor Agregado (IVA) y líneas de financiamiento, con un fondo de $us 130 millones, con bajos intereses para empresas pequeñas y medianas que sustituyan sus importaciones y consuman lo nacional.

Jaime Dunn, analista económico, considera que estas primeras medidas fueron adecuadas porque permitieron estimular la demanda, algo que benefició a las industrias, comercios y servicios ligados al consumo masivo.

Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), al primer semestre de 2021, el PIB tuvo un crecimiento de un 9,36%. Siendo la minería, construcción, hidrocarburos, industria manufacturera y comercio, los de mayor dinámica.

Es el economista, Germán Molina, que hace notar que este repunte económico se potencia por el incremento de los precios internacionales de las materias primas y que el mismo es un fenómeno coyuntural.

Por ello Molina insiste que no solo la demanda debe ser atendida, sino también la oferta. Es decir, las necesidades del complejo industrial boliviano.

La Cámara Nacional de Industrias (CNI), reconoce el trabajo realizado por el Ejecutivo. Pero considera que hace falta un plan integral de reactivación, donde el acceso a los recursos, la mejora de la infraestructura caminera y una gradual incorporación de los distintos sectores productivos al formalismo impulsen la reactivación de la economía real del país.

Temas pendientes

El contrabando, el déficit fiscal que se proyecta para 2022 en un 8% respecto al PIB, el endeudamiento, entre el externo y el interno ya suman $us 21.000 millones, constante para cubrir el gasto público, la caída de las RIN a $us 5.000 millones y la polarización política como dice Dunn son problemas que se arrastran desde hace años, pero que en el actual escenario económico cobran mayor relevancia. Es de esperar que en 2022 la economía nacional se fortalezca y no se quede en buenas intenciones.