Opinión

Escenarios de reflexión poselectorales

28 de mayo de 2021, 5:00 AM
28 de mayo de 2021, 5:00 AM

La experiencia de lo sucedido con los resultados de las pasadas elecciones enseña que cuando una organización política se encasilla en ideas largamente superadas y no repara en las expectativas ciudadanas, el pueblo más que optar por una propuesta ideológica, se expresa apoyando a quien encarne sus requerimientos, aspiraciones y necesidades. Esto ha ocurrido en las últimas elecciones generales y subnacionales, en capitales y provincias, en las que el ciudadano no respondió como el partido de Gobierno suponía confiado en un importante apoyo popular a su postura ideológica.

El ciudadano, con otro criterio, más bien utilizó la consulta popular para expresar la necesidad de metamorfosis hacia un modelo diferente de políticas públicas cuyo diseño se base en la racionalidad y en el ajuste de objetivos, priorizando las necesidades de la sociedad en aspectos como la salud, educación y otros. Un modelo solidario que entienda el uso estratégico de recursos para aliviar los problemas por los que el país hoy atraviesa. A más de ello se mostró contrario a la aplicación de una economía centralizada en el poder del Estado, propia de una administración socialista. Juicio similar afloró en las diferentes regiones del país.

Quedó muy patente, con claridad meridiana, que el ciudadano expresó mayoritariamente un sentimiento contrario al continuismo de un conjunto de normas y procedimientos que abusivamente aplica la burocracia administrativa en la gestión pública del país, que se atiza con la prebenda y el clientelismo político, fomentando un régimen de gestión altamente corruptible. Proceder que ha logrado devaluar el concepto de democracia al haber sido utilizado para sellar pactos y acuerdos que de gran manera comprometen recursos públicos. Frente a esta manera de obrar en política, establecida por una larga práctica, la ciudadanía respondió mostrando su gran desacuerdo y esta vez lo hizo en las urnas, ello explica la presencia de nuevos actores en el escenario político nacional.

Como se pudo advertir, no todos los candidatos que se sometieron al sufragio popular tuvieron la capacidad de comprender a cabalidad las exigencias de transformación del sistema político exigido por la ciudadanía, así tampoco supieron interpretar las expectativas de reivindicación expresadas públicamente; quienes así lo hicieron resultaron favorecidos con el mayor número de votos. Los electores dieron su apoyo a propuestas de transformación radical y rechazaron aquellas que ofrecían un marcado continuismo con insignificante renovación. De allí, que los ciudadanos, cansados de más de lo mismo, expresaron su hastío y repulsa en la emisión del voto, cuyo escrutinio exhibió un resultado que no dejó de asombrar a quienes se alzaron con el triunfo y tampoco de sorprender a quienes con ingenuidad política aún no logran entender la derrota,entre los que se cuentan los asesores de campaña, que no lograron captar la idiosincrasia de la gente de estos lares y, por ende, su característico modo de ser y sentir.

Pasadas las elecciones y una vez conformado el cuadro político administrativo regional y nacional, se puede observar al inicio de la nueva gestión una especie de desazón y desencanto ciudadano ante las argucias políticas de quienes reditúan componendas y actitudes que durante el proceso electoral criticaban enérgicamente. Y es cierto, pues aún con la presencia de nuevos actores en el escenario político boliviano, continúa la postura del arreglo partidario y, por ende, del cuoteo; solo que esta vez la diferencia radica que para operar las ofertas y componendas políticas sus artífices se cuidan de no realizarlas abiertamente.

Entre tanto muchos ciudadanos observan impotentes cómo se reproducen los abusos, tal vez realizados para marcar gestión y diferenciar la propia de la anterior, no otra cosa explica los atropellos que se cometen y que observamos diariamente a través de los medios de comunicación, en este caso, cito como ejemplo, los perpetrados por los funcionarios de la Aduana Nacional, únicamente y de manera intencional en el aeropuerto cruceño. Entre tanto, con inefable candidez el presidente continúa acolchonando su gestión para dar a luz un proyecto socialista propio, finamente elaborado.

Lo cierto es que quienes votaron por que modifique esta situación y estaban completamente convencidos de que se cambiaría la corrupción por la honestidad, la anomia por el respeto a las leyes y en definitiva la tropelía por la consideración de los derechos humanos y civiles, lamentablemente parece que ahí empiezan a tener una ingrata e inesperada respuesta.



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