16 de agosto de 2022, 4:00 AM
16 de agosto de 2022, 4:00 AM

Un grupo de empresarios bolivianos decidió construir una planta de producción de diésel en base al uso de llantas. Hasta ahí, se trata de una iniciativa interesante de inversión privada en un país que gasta muchos millones de dólares en la importación de este combustible. Pero lo llamativo es que la inversión no se hará en Bolivia, sino en el vecino Paraguay, porque allí encontraron una mejor receptividad y atención con prontitud a la propuesta productiva.

Con el nombre de Bolivian Industrial Technology (BIT), el grupo empresarial integrado por profesionales nacionales y de otros países intentó desarrollar el proyecto de producción de diésel en Bolivia, pero se encontró con retraso en las gestiones con autoridades del sector de hidrocarburos. Por esa razón, decidió buscar otro país que le ofreciera condiciones para trabajar con mayor eficiencia, y encontró Paraguay.

Bolivia no tenía las puertas totalmente abiertas como requería un proyecto de esta naturaleza y la empresa necesitaba un país donde exista una mayor capacidad de libre mercado en cuestiones referidas a hidrocarburos.

Paraguay resolvió de manera muy efectiva todo el asunto de los permisos y en un par de meses más se instalará la planta en Asunción, que tendrá una capacidad de producir unos 5.000 litros de diésel por día al comienzo.

Los emprendedores del proyecto explican que en Bolivia estuvieron trabajando cerca de un año y medio haciendo gestiones con varios ministerios e instituciones del Estado, sin resultados. Paraguay abrió el camino y lo dejó expedito en menos de un mes. Esa es la diferencia.

Si bien los empresarios fueron recibidos por los ministerios de Hidrocarburos, Autonomía, Minería, YPFB y la Agencia Nacional de Hidrocarburos, no obtuvieron la respuesta que esperaban y en los tiempos racionales. Ahí está el resultado: otro país se beneficiará de esta revolucionaria idea porque la burocracia boliviana y la cultura de ponerle trabas a los que emprenden pudieron más.

Esto que le ocurrió a la empresa BIT describe a cabalidad, como si fuera una fotografía gigante, la cultura boliviana de la ineficiencia en la administración pública que sumada a la histórica burocracia da como resultado un país hundido en su miseria, que de tanto mirar al pasado ha perdido la costumbre de visualizar el futuro y desaprovecha las oportunidades.

Mención aparte y exclusiva de cualquier análisis merece el hábito del Estado boliviano de hacer las cosas lo más difíciles posible a las personas, de complicarles la vida hasta acobardarlos y lograr que alguien baje los brazos; eso que suele decirse comúnmente del sistema de impuestos de Bolivia, y que aplica ahora también a la perfección a esta lamentable oportunidad perdida.

Bolivia no produce diésel y para satisfacer la demanda interna de vehículos y plantas tiene que importarlo y subvencionarlo. Solo en el primer semestre de este año, el país gastó más de 1.000 millones de dólares en importar ese combustible. Con el proyecto de BIT el país tenía la gran oportunidad de disminuir al menos en parte esa fuga de divisas que implica comprarle a otros países enormes cantidades de combustible.

Sin embargo, los empresarios que producirán diésel en Paraguay dicen que por su sentido de pertenencia y amor al país no descartan más adelante expandir las operaciones a Bolivia. Ojalá que tras esta primera experiencia amarga, el Gobierno boliviano reaccione aprendiendo la lección y trate de corregir la actuación de sus funcionarios al menos para la próxima vez.

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