26 de noviembre de 2021, 5:00 AM
26 de noviembre de 2021, 5:00 AM

No se equivoquen, el federalismo no va a resolver el grave problema estructural de nuestra débil democracia representativa en un país tan despoblado como Bolivia (con solo 11,2 millones de habitantes), más bien puede exacerbar el problema multiplicándolo por 9 (departamentos), donde la corrupción y el prebendalismo político campearían en cada departamento del país.

El federalismo no es una panacea y no resuelve todos los problemas de la democracia (ejemplos de países con graves problemas en Latinoamérica: Brasil, México, Venezuela y Argentina). Un gran desafío para muchos países que enfrentan amenazas separatistas sigue siendo la adaptación del sistema político del país para satisfacer las necesidades de diferentes grupos de la población (étnicos, lingüísticos y diversidad cultural).

De hecho, en sociedades con historias interétnicas, tensiones o sentimientos secesionistas poderosos, una federación puede ser la única forma de evitar la partición y sostener la democracia a través del poder compartido en el centro, preservando la integridad territorial de la federación.

Un acuerdo federal tiene el potencial de fomentar la paz y prevenir la recurrencia de conflictos y guerras en sociedades profundamente divididas. Los acuerdos federales pueden acomodar a los grupos étnicos con aspiraciones diferentes de sus comunidades preservando su cultura, lengua y religión, a través de una autónoma administración de un espacio territorial.

En el caso particular de Bolivia, además de la clase mestiza que está repartida a lo largo de todo el territorio nacional, se reconocen cuatro grupos étnicos diferentes en cuatro grandes macrorregiones: aimaras del Altiplano, quechuas de los Valles, guaraníes del Trópico y chaqueños del Chaco boliviano. Por lo tanto, si tuviéramos que hacer de Bolivia un Estado Federal que tuviera lógica, se tendría que reorganizar la división política del país en función a esos cuatro grandes territorios étnicos y culturales y no a los 9 departamentos actuales.

La aspiración federalista cruceña obedece más al deseo de las logias y la oligarquía cruceña de controlar el poder político, los RRNN y económicos del departamento que actualmente se lo considera como la “locomotora económica” del país; y para ello han utilizado hábilmente por muchos año la falsa identidad regional camba, como si solo tuviera raíces étnicas y culturales diferentes al resto del país, ignorando la histórica y enorme migración de gente del occidente, tanto así que a manera de chiste se dice: “Que mueran los collas, menos papi y mami”.

Participación directa de la democracia

En las democracias representativas las únicas formas de inducir o presionar en las decisiones políticas son a través de las marchas y/o paros cívicos, las manifestaciones de los sectores sociales y las plataformas ciudadanas y las campañas a través de los medios de comunicación y de las redes sociales.

En las democracias participativas los ciudadanos tienen el derecho de ser consultados y escuchados a través de diferentes mecanismos de representación a nivel local, regional y nacional. Lo cual ha permitido a dichos países alcanzar: primero, mejores niveles de gobernanza (funcionalidad de gobierno) y como consecuencia de ello han conseguido obtener mayores índices de prosperidad en el mundo para la reducción de la pobreza y el desarrollo social y económico.

La solución a los problemas que enfrenta nuestra democracia no pasa por el federalismo, sino más bien por resolver verdaderamente los problemas estructurales que representa nuestra democracia indirecta la cual solo es representada por los partidos políticos debido a que en la Constitución se concedieron demasiados poderes a la figura presidencial, pensando que ellos serían los verdaderos representantes de la diversidad de nuestros pueblos, porque ellos fueron elegidos por el voto popular.

Esta fue la gran falacia, ya que la realidad nos muestra que en vez de representar al pueblo en general representan: primero a sus propios intereses; segundo, a los grandes poderes económicos, sociales y políticos (tanto nacionales, como extranjeros); y tercero, a sus bases de soporte (sindical, cultural y religioso).

Debemos devolverle el control al ciudadano a través de la participación ciudadana directa por medio de sus asociaciones civiles organizadas (comités cívicos, confederaciones de empresarios, Central Obrera, Confederación de Campesinos, Confederación de Pueblos Indígenas, colegios profesionales, universidades públicas y privadas, y otras asociaciones sociales en la conformación de diferentes consejos ciudadanos en las áreas de justicia, democracia y DDHH, educación y salud, desarrollo económico y social, seguridad y el manejo y conservación de los recursos humanos y medioambiente.

A través de una enmienda en la Constitución Política del Estado (CPE) que introduzca el Cuarto Poder del Estado: el ciudadano como el eje central de participación y control de la democracia, acompañada de dos leyes: la Ley de Empoderamiento Comunitario y la de Ley de Democracia con Participación Ciudadana a nivel Nacional, Departamental y Municipal. Con el objetivo de:

• Ejercer el control sobre la elección de todo el aparato judicial, que garantice la independencia y calidad de la justicia.

• Ejercer el control sobre la elección del Tribunal Constitucional, Corte Nacional Electoral y Defensor del Pueblo, que garantice el voto popular, los DDHH y el respeto a la Carta Magna.

• Participar y controlar la gestión de educación y salud en el país.

• Ejercer la supervisión y participación en la gestión del gasto público, licitaciones y contrataciones de carácter público a nivel nacional, departamental y municipal.

• Participar en la elección de ascenso/destitución de altos oficiales de la Policía y de las FFAA.

• Participar y controlar en el manejo y conservación de los RRNN en todo el territorio nacional.

La experiencia de otros países europeos que nos llevan décadas de adelanto en este tema, así como otros países occidentales y asiáticos, como Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Japón, a través de sus agencias de cooperación internacional van a ser fundamentales para adaptarlas a las realidades y circunstancias específicas de Bolivia. Por otro lado este esfuerzo a embarcarse requerirá de importantes sumas de dinero a invertir, que solo se podrán conseguir mediante el concurso y cooperación de las entidades y organizaciones financieras internacionales tales como el BM, BID, CAF y otros.

Carlos A. Ibáñez Meier es PHD en Economía


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