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26 de abril de 2024, 4:00 AM
26 de abril de 2024, 4:00 AM

Tres feminicidios en una sola semana en Santa Cruz de la Sierra es un dato que estremece a la sociedad. Forma parte de una estadística altamente preocupante en este departamento y en todo el país, porque suman 26 muertes de mujeres por su condición de género en Bolivia y se suman a otros indicadores que develan que algo muy grave está pasando con la sociedad y particularmente con las familias.​

Santa Cruz ocupa el segundo lugar, con seis feminicidios, y La Paz el primero, con un total de ocho muertes. Los autores, en su mayoría, son o fueron parejas de las víctimas. Detrás del frío número está el drama que hay detrás de estos hechos. Por lo general, una historia de violencia intrafamiliar que no solo involucra a las mujeres, sino también a los hijos de ellas, quienes quedan huérfanos y con el futuro destrozado.

En lo que va del año también se cometieron 16 infanticidios; es decir, crímenes contra menores de edad, de por sí indefensos frente al poder que ejercen los adultos contra ellos.

La Fiscalía General del Estado brindó un informe sobre las agresiones extremas dentro de las familias. Es así que en 11 meses del año pasado fueron registradas 42.634 denuncias de violencia contra mujeres y niños. Sacando un cálculo fácil, resulta que a diario hay 117 reportes de este tipo y ese dato no contempla los casos que no son dados a conocer a la Policía, porque hay temor o porque simplemente se asumen como normales.

La violencia contra la mujer y contra los hijos revela que los agresores actúan como si estas víctimas fueran de su propiedad, sin ningún tipo de respeto por la vida y la individualidad del otro. Pero también demuestra una pérdida de valores en la sociedad; es decir que la familia se convierte en un foco de descarga de las broncas personales, que hay antivalores que prevalecen y que hemos retrocedido en vez de avanzar como seres humanos.

A esto contribuye la falta de empatía y compasión de muchos funcionarios a los que se encomienda la misión de recibir denuncias, de acompañar y proteger a las víctimas, ya que en años anteriores se pudo constatar que muchas de las mujeres que ahora no están porque las mataron, habían denunciado las agresiones y no recibieron el amparo que necesitaban y que la Ley 348 prevé, porque esta norma no se aplica como se debe.

También socava la seguridad de mujeres que personas como el presidente del Senado distorsionen el sentido de la ley que está elaborada para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia. “Una ley anti hombres”, decía Andrónico Rodríguez sin entender que si hay una norma que protege a las mujeres es porque ellas son las principales víctimas de la violencia por su condición de género.

La Ley 348 establece diferentes categorías contra la mujer, desde la económica, la sicológica, la física y sexual, entre otras.

Asimismo, la indolencia institucional es otro agravante. Personal sin formación que atiende a las mujeres maltratadas y que las obliga a ser víctimas, una y otra vez, primero de los golpes y después de los prejuicios machistas imperantes. Tampoco hay una acción deliberada en municipios y gobernaciones para destinar mayor presupuesto a la atención de esta problemática.

Bolivia está en el podio a la hora de hablar de feminicidios. ¿Hasta cuándo se lo va a permitir? No basta que fiscales, jueces o servidores públicos se muestren preocupados cuando hay un feminicidio, el trabajo debe ser constante, las 24 horas del día y los 7 dias de la semana. De lo contrario, seguiremos viviendo la impostura y la hipocresía, mientras mujeres y niños son violentados y asesinados ante la mirada impávida de quienes tienen en sus manos cambiar esta dramática realidad.

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