Sin mojigatería. Han estado presentes desde 1970 y cada vez son más frecuentes en los melodramas latinos. Sus historias ganaron protagonismo, y sus besos son esperados

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1 de marzo de 2020, 3:00 AM
1 de marzo de 2020, 3:00 AM

Rildo Barba

Casi todas las noches, dos jóvenes maestras de un pueblo (Soledad Cruz y María José Bello) lleno de mojigatos se prodigan caricias, se hablan bonito y se besan tiernamente en Perdona nuestros pecados.

Se trata de una de las historias paralelas de la telenovela producida por la teledifusora Mega, de Chile, en 2017, y que actualmente vemos en Bolivia por televisión nacional. Con ella, los chilenos también se deshacen de la mojigatería que por años controló los melodramas mostrando amores y desamores ‘normales’ y solo por encima, casi flotando, los homosexuales ridiculizados.

Sí, el nombre de la serie da a pensar que sus personajes -o sus guionistas y productores- estuviesen arrepentidos por esas acciones, pero no, no es así. Solo están retratando una realidad vivida también en la época en que transcurre el drama: mediados del siglo pasado, donde la discriminación y el conservadurismo de una sociedad machista reinaban.

Y no es la primera vez que Chile da un pantallazo internacional de la homosexualidad. Lo hizo en 2003 con Machos (Canal 13) e increíblemente el personaje se alejaba del estereotipo de afeminado con que solía representarse al hombre gay en la tele de ese país desde hacía algún tiempo, tal como sucedía en otras partes de Latinoamérica. 

De hecho, hasta allí, todos los roles respondían a una serie de características que los hacían fácilmente identificables: elocuentes, amanerados y sensibles. Además, ninguno presentaba una vida amorosa, siempre eran caracterizados como personas solitarias, supertrabajadores y grandes amigos, pero nunca siendo parte de algún conflicto amoroso como el resto de los personajes.

Conciencia brasileña

Cada día, la televisión está más desprovista de tabúes y proyecta respeto a la condición humana y a las diversas preferencias sexuales. Un claro ejemplo son las telenovelas y productores que han exorcizado sus demonios y se han enfrentado al puritanismo propio de nuestras sociedades.

En la brasileña Red Globo, por ejemplo, el tratamiento de la homosexualidad es frecuente. Esto puede deberse a una estrategia para alcanzar un nicho de mercado importante en el coloso sudamericano (se estima en 20 millones de personas la población LGBTQ+ en Brasil), pero también es una muestra de amplitud de mente de los guionistas y a la conciencia social que exige la inclusión de todas las minorías en todos los espacios sociales.

Tímidamente, fueron los brasileños los primeros en incluir en sus famosas telenovelas personajes con preferencias sexuales diferentes, aunque siempre estereotipados.

Los primeros gais datan de la década de 1970; desde entonces fueron mostrados como villanos maquiavélicos y ‘mariquitas’, hasta que en 1980 llegó Brillante (Red Globo), un seriado que incluía a un gay oprimido por una familia conservadora, tanto como el Gobierno de entonces que prohibió a la televisora la pronunciación de la palabra homosexual en los diálogos.

El control también llegó disfrazado de ‘adaptación’ por parte de los mismos productores de seriados. En 1975, la versión de Gabriela, protagonizada por Sonia Braga, ignoró el lado gay del respetado coronel Amancio, presente en la obra original de Jorge Amado, para no espantar a la audiencia. Felizmente, fue incluido en el remake de 2012.

Tiempo después, en 1988, una pareja de lesbianas declaradas apareció en Vale todo, la exitosa novela de la vendedora de sándwiches que termina convertida en millonaria. El par lésbico vivía como un matrimonio común y corriente, fue mostrado con discreción, por lo que pudo sobrevivir a las ediciones de los productores.

En 1995, la Red Globo incluyó en la trama de La próxima víctima el romance de unos jóvenes de barrio, enfrentados a sus propios prejuicios, al odioso qué dirán.

Al año siguiente, la desaparecida Red Manchete presentó el hilarante amor de un amanerado conde con su esclavo en Xica da Silva, en una historia ambientada en la época colonial en donde, como todos sabemos, el homosexualismo era cosa de Satanás.

Es curioso, pero con los gais de La próxima víctima, la audiencia brasileña logró identificarse, mas no así con las lesbianas de Torre de Babel (1998). La novela chocó al mostrar ‘de frente’ los gestos cariñosos entre dos mujeres. Tal fue el rechazo del público y de la Iglesia, que el autor acabó matando a los personajes en una explosión.

Latinoamérica gay

Betty la fea fue un exitazo mundial en 1999 y con ella un modisto gay insoportable, lleno de matices. Así, el canal RCN de Colombia, de forma contundente se apartaba de la moral y las buenas costumbres y se ponía en sintonía con la realidad, pese a que en 1988 RTI Televisión había escandalizado con el amorío de las lesbianas de Los pecados de Inés de Hinojosa, una serie de apenas 10 episodios.

La mexicana TV Azteca lo hizo el mismo año con La vida en el espejo, novela que retrataba el romance de dos varones y la homofobia de un padre. Su competencia, Televisa, llevó en 2001 a la pantalla chica a Salomé, donde uno de sus personajes gais muere asesinado por su preferencia sexual.

En 2009, los argumentos se enriquecieron. Sortilegio (Televisa) fue polémica por las fuertes escenas de sexo de un hombre casado con un bisexual. El México ultraconservador estaba quedando en el pasado y su apertura al nuevo mundo era apremiante.

Casi a la par, la teledifusora presentó a otro ‘confundido’, era un presentador de noticias que finalmente asumió su identidad sexual. Fue en Los exitosos Pérez, que, por cierto, habiendo grabado los primeros besos homosexuales de la televisión mexicana fueron eliminados de la telenovela sin explicación alguna.

El siguiente año, Telemundo lanzó una producción que alcanzó el éxito en todos los países donde fue emitida. Pero ¿Dónde está Elisa? no solo destacó por su trama policial, sino también por un personaje que se enamora del amigo de su esposa y, para su suerte, es correspondido.

Más tarde, en 2013, Secretos de familia (TV Azteca) contó la historia de un profesional homosexual aceptado por su familia, que llevaba su vida de manera natural, sin problema. Muy por el contrario, ese mismo año Telemundo presentó a un joven gay enamoradizo y promiscuo en Relaciones peligrosas.

Ansiados besos

El homosexualismo, en sus dos variantes, estaba en las telenovelas, mientras en la calle los discursos de odio seguían siendo pan de cada día entre líderes políticos, religiosos y miembros de la sociedad civil. 

Pero había público que ya lo aceptaba, y sufría y se divertía con los personajes, según como eran representados: las ‘locas emplumadas’ no dejaban de aparecer; recuerden a Cro, de Fina estampa (Red Globo, 2011). Sin embargo, a este producto televisivo, que no tenía pudor al exhibir parejas casi desnudas y escenas de sexo heterosexual, le faltaba algo. Si bien había conseguido contar que los gais se relacionan y se aman como lo hacen los heterosexuales, jamás había mostrado un beso gay. ¡Era mucho pedir!

Las novelas con historias homosexuales siguieron y los besos continuaron vetados hasta 2003, cuando con Mujeres apasionadas se quebró el tabú. La Globo llevó a la tele el primer beso lésbico entre dos jovencitas (Alinne Moraes y Paula Picarelli), que aunque para muchos resultó bastante tímido, ¡se dio! Y es que, de forma inexplicable, la televisión del momento aún se resistía a exhibir los afectos explícitos de las parejas del mismo sexo. Pese a ello, según una fuente de medición, unas 80 millones de personas se sentaron frente al televisor esa noche, solo porque sabían que dos bocas femeninas se juntarían.

El beso entre hombres se hizo esperar. De hecho, en América (Red Globo, 2005) fue grabado pero nunca emitido por decisión de los productores. Al haberse corrido el rumor de que por fin iba a darse, medio Brasil se detuvo para presenciarlo. Según informes, el decepcionante capítulo tuvo más audiencia que el último Mundial de la época.

Entonces, las telenovelas fueron más ‘de lo mismo’ durante algún tiempo. Argentinos, mexicanos, colombianos, brasileños y estadounidenses siguieron incluyendo homosexuales, lesbianas y bisexuales en sus culebrones.

Las mujeres seguían besándose y hasta las narcotraficantes de La reina del Sur (Telemundo y RTI Televisión) fusionaron sus labios en 2011.

Fue en 2009 cuando se dio lo que se considera un hito televisivo, algo histórico para la comunidad LGBTQ+ y para la televisión argentina. Sí, en Argentina se dio el primer beso entre hombres en una novela. Fue en Botineras, de Telefé, un melodrama de gran éxito ambientado en el mundo del fútbol.

Curiosamente, sus personajes secundarios (Christian Sancho y Ezequiel Castaño) se robaron el show por su romance complicado: un futbolista casado a punto del retiro y un jugador principiante, atormentado por sus deseos. Y fueron lejos: la pantalla chica se llenó con sus cuerpos tonificados desnudos, caricias y besos, consiguiendo las mejores cifras de audiencia y la esperada polémica en el país de Messi.

En 2013, la situación se replicó en Brasil, aunque de forma tierna. Red Globo exhibió el beso de dos profesionales (Mateus Solano y Thiago Fragoso) en Rastros de mentiras. Dos ‘piquitos’ provocaron muchas reacciones positivas en las redes sociales y ciudadanos de la política, la ciencia y el arte lo aplaudieron, un hecho relevante en un país donde la homosexualidad es un asunto espinoso y la homofobia hasta ha cobrado vidas.

Este año, México rompió el estereotipo de sus series lacrimógenas y Mi marido tiene más familia (Televisa) representó la apertura a temas de inclusión para las telenovelas de ese país, famoso por ser el primer exportador de este producto al mundo.

La tibieza de sus historias de amor homosexual se acabó con un beso entre dos muchachos (Emiliano Osorio y Joaquín Bondoni) que tenían cautivo al público desde el inicio del melodrama. Y fue noticia.

Mundo abierto

Abierta la puerta y corrida la cortina, en ese mismo 2013 la gigantesca actriz Fernanda Montenegro se dio un beso con otra respetada figura brasileña, Nathalia Timberg, en Mujeres ambiciosas. Era el primero entre dos veteranas estrellas, ¡dos ancianas! Pero para Brasil eso ya era algo casi ‘normal’, aunque por supuesto que hubo comentarios negativos. Montenegro le dijo al diario brasileño Extra: “El público acepta a un joven gay, pero un ligero beso en la boca entre dos señoritas de ochenta y tantos años fue un escándalo mayúsculo, algo inexplicable y aterrador. La gente piensa que el mundo avanza, pero no, apenas lo hace”.

Un diputado comentó que la novela claramente buscaba “ofender a los cristianos” y que era una pena la utilización de dos actrices tan renombradas con ese fin. En discordancia, un colega suyo tuiteó: “Llorar es gratis, reaccionarios, fundamentalistas y homófobos. Yo viví para verlo”.

En 2018 tocó mostrar a los políticos gais, porque obviamente los hay en la realidad: la estadounidense Telemundo presentó los frenéticos besos de un ficticio ‘presidente mexicano’ con su amigo en El señor de los cielos, sexta temporada.

La misma novela tuvo los apretones de nalgas y los besos de una maestra y una médica, supuestamente causados por el calor de la selva colombiana.

¿Qué más falta? Habría que esperar a que nos sorprendan los turcos, ahora de moda con sus historias. Difícil, porque son tacaños hasta con sus besos ‘heteros’.

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