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4 de abril de 2023, 4:00 AM
4 de abril de 2023, 4:00 AM

Por Diego von Vacano, docente en Ciencias Políticas, Universidad de Texas A&M, EEUU

Hace unos días que Evo Morales por fin se dio cuenta que Álvaro García Linera, el sociólogo-matemático, es uno de sus enemigos. Nadie es perfecto y más vale tarde que nunca. Es verdad que Evo es el personaje más importante de la historia del país, pero también es verdad que ha cometido varios errores de cálculo político. Uno de ellos fue ser leal a un oportunista que ahora, en lugar de apoyar al que lo llevó a la cima del éxito, quiere quedar bien con Dios y con el Diablo.

Echando la mirada hacia el pasado, uno trata de entender cuál fue el aporte de Linera al movimiento indígena socialista del MAS. Sinceramente no se puede encontrar la respuesta. Linera nunca tuvo el apoyo de las bases. Tampoco tuvo el carisma entre los q’aras de su clase social. Decía que era docente, pero ni era licenciado. Dice que es intelectual de alto nivel, pero en el ámbito académico internacional que bien conozco (como docente en la Universidad de Texas desde 2005 y director de una serie de libros de filosofía política de la Universidad de Oxford en el Reino Unido), muy pocos conocen su ‘obra.’

Su aporte intelectual se reduce al concepto de la ‘potencia plebeya,’ que en realidad es un revisionismo populista del marxismo. Para Marx, el concepto del proletariado viene del léxico romano antiguo. Se refiere a la clase social obrera, que, por su contribución real a la plusvalía, es el sector social que debe ser dueño legítimo del modo de producción. Pero el concepto de ‘plebeyo’ en realidad va en contra de ese principio. La clase social plebeya, en la Roma antigua, es el equivalente de la pequeña burguesía moderna. No es la clase trabajadora ni tampoco la clase esclava, que eran los verdaderos creadores de la plusvalía.

Al defender a una clase social ‘plebeya’, Linera teóricamente se pone del lado de la pequeña burguesía, que no es ni la nobleza (los patricios) ni el proletariado. Esa pequeña burguesía es, en efecto, una clase reaccionaria, porque vela por sus propios intereses de clase, no por los intereses humanos universales, como lo hace el proletariado. Nicolás Maquiavelo tenía un concepto para esta situación: la llamaba ‘corrupción’.

Dentro del esquema republicano de Maquiavelo, la clase plebeya también es reaccionaria porque no le interesa el bien común (la ‘res publica’). Para Maquiavelo sólo una constitución mixta, donde se equilibran los intereses de clase (los de la clase popular, no plebeya, y de los ‘grandi’, los nobles), puede ser estable. En la teoría de Maquiavelo, la clase plebeya vela solamente por sus intereses sobre todo cuando aparece un ‘capo,’ un líder que defiende esos intereses de clase.

Lo que resulta de esto es un populismo maquiavélico, en el cual una élite o rosca maneja una clase social para lograr ciertos intereses económicos de una pequeña minoría. Es un maquiavelismo vulgar principesco, muy alejado del ideal social de Maquiavelo donde todos velan por el bien común.

Ahora se entiende bien por qué Linera elige este concepto de la potencia plebeya. Con mucha sinceridad, al parecer Linera defiende un modelo teórico de intereses particulares, no universales. Es un modelo donde un ‘príncipe’ o ‘capo’ hace cálculos políticos para sacar beneficio de ciertas coyunturas sociales. Esos cálculos, para Maquiavelo, eran generalmente de índole pecuniaria.

Se deben reconocer los logros académicos de Linera. Logró armar un miniejército de fans jovencitos, sobre todo en la Argentina peronista (que por cierto es otra ideología con raíces sumamente reaccionarias y antisocialistas: Perón era enemigo acérrimo de los comunistas). Todo eso logró generar mucho humo que pudo ocultar las verdaderas acciones de un príncipe plebeyo, que seguramente saldrán a la luz pronto. Como bien lo dijo Chato Peredo hace mucho tiempo, Linera fue uno de los que desvió al MAS hacia una dirección más derechista y oportunista. Ahora, bajo el régimen plebeyo de Luis Arce, vemos el fruto de lo que se sembró hace quince años.

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