Opinión

Gobernación cruceña en disputa

6 de diciembre de 2020, 5:00 AM
6 de diciembre de 2020, 5:00 AM

Con la ausencia de Rubén Costas en la carrera electoral hacia la Gobernación cruceña, en las elecciones del 7 de marzo de 2021, emerge una generación política en disputa por el poder político departamental: Luis Fernando Camacho, Roly Aguilera, Luis Felipe Dorado, Germaín Caballero y Mario Cronenbold.

Sin duda, el gobierno departamental cruceño es una institución política que simboliza la oposición ideológica territorial al MAS desde hace 15 años. Por tanto, es un recurso de poder con bastante significado político-regional de alcance nacional. El partido azul, como trofeo que le falta ganar, busca administrarlo para neutralizarlo.

Algunos datos generales. De acuerdo al Atlas electoral de Bolivia (OEP), en el año 2010, Verdes (hoy Demócratas) alcanzó los 515,370 votos (52,6%); el MAS (Jerjes Justiniano) obtuvo 374,326 votos (38,2%). En el año 2015, Demócratas alcanzó 724,86 votos (59,44%); el MAS (Rolando Borda) obtuvo 387.841 votos (31,80%). De ello, infiero lo siguiente: el predominio político-electoral de Costas y su agrupación política fueron incuestionables, pero el MAS, más allá del hombre y nombre de candidato a gobernador, posee una votación fiel de casi 400.000 votantes.

Se debe tener en cuenta que en las elecciones del pasado 18 de octubre los ciudadanos inscritos en el departamento fueron 1.886.387 de los cuales el MAS obtuvo 576.567 votos (36,21%), lo que no quiere decir que votarán de forma automática por su candidato a gobernador, pero sí que son sus votantes potenciales.

Por tanto, si Cronenbold es el candidato oficial del MAS, entonces, ¿tiene asegurado un poco menos de medio millón de votos en el departamento? Sí.

¿Se avizora una alianza política de unidad a nivel departamental que haga frente al MAS? No. Por tanto, Aguilera, Camacho, Caballero y Dorado, ¿tendrán que disputar los más de 700.000 votos restantes? Sí.

A pesar que no existe una candidata, la diversidad de candidatos a la gobernación es un síntoma de la pluralidad política en Santa Cruz.

Ahora bien, si la pluralidad es una connotación positiva de la democracia, en el contexto departamental su contracara es la fragmentación. Si se considera que el vacío político que deja Costas debe ser sustituido por un liderazgo que empalme y encarne con lo que ha representado la gobernación cruceña por más de una década, casi todos los candidatos, con su estilo y perfil propio, buscarán ser el camba-cruceño que represente el contrapoder territorial-regional.

En el caso de Cronenbold, marca la diferencia en el sentido de pretender que la gobernación sea oficialista (MAS), pero, dirigida también, por un camba-cruceño símil a sus adversarios coyunturales.

Concluyo. La actual disputa por la gobernación está marcada por la eclosión de una nueva generación política que no necesariamente es síntoma de que nuevos liderazgos con un auténtico relato ideológico regional y proyecto político departamental provocan imaginar Santa Cruz como potencia política nacional para la próxima década, sí una suerte de liga sub 50 con candidatos que tienen habilidades mediáticas, discursos pasionales, militancia comprometida, simpatizantes atentos y credenciales de renovación.



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