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20 de agosto de 2024, 4:00 AM
20 de agosto de 2024, 4:00 AM

La reciente reunión entre los empresarios y el Gobierno ha sido un paso positivo en la dirección correcta, pero queda mucho camino por recorrer. La situación económica de Bolivia ha alcanzado un punto crítico, como lo reconocieron ambas partes en este encuentro. Los empresarios dicen que de no tomarse medidas urgentes, la situación podría agravarse aún más. Es alentador que el Gobierno haya aceptado escuchar a los empresarios y que, por fin, haya reconocido su papel crucial en la economía del país. Sin embargo, el diálogo, aunque esencial, no es suficiente por sí solo para revertir el rumbo.​

Durante mucho tiempo, el sector privado ha sido visto con recelo, como un actor secundario o incluso como un obstáculo para el proyecto estatal. Pero la realidad económica ha obligado a la administración a aceptar que sin la colaboración activa de los empresarios, será imposible superar la crisis. En este contexto, la creación de la Agencia de Promoción de Inversiones y Exportaciones del Estado Plurinacional de Bolivia y la reglamentación de la Ley de Inversiones son pasos en la dirección correcta. Estos mecanismos pueden fomentar un clima más favorable para las inversiones y, por ende, para el crecimiento económico.

Sin embargo, persisten importantes desafíos que aún no se han abordado de manera efectiva. La negativa del Gobierno a considerar la biotecnología como una opción viable es un ejemplo de cómo la rigidez ideológica puede obstaculizar el progreso. Bolivia no puede permitirse el lujo de seguir perdiendo oportunidades en sectores clave como la agricultura, donde la biotecnología podría marcar una gran diferencia en la productividad y en la capacidad del país para competir en los mercados internacionales. Cada día de retraso es una oportunidad perdida, y el país no tiene tiempo que perder.

Además, si bien es crucial fomentar la inversión y facilitar las exportaciones, estos esfuerzos serán insuficientes si no se abordan problemas estructurales más profundos. La rigidez en el manejo del tipo de cambio sigue siendo un obstáculo importante para la competitividad de Bolivia en el mercado global. Un tipo de cambio más flexible podría aliviar parte de la presión sobre las reservas de divisas y dar un respiro a la economía. Sin una política cambiaria más realista, las medidas que se tomen para impulsar la inversión y las exportaciones tendrán un impacto limitado.

Otro punto crítico es la reducción del tamaño del Estado. La expansión del aparato estatal en las últimas décadas ha sido un factor importante en la crisis actual. Un Estado más grande y más ineficiente significa más gastos, más burocracia y menos espacio para que el sector privado pueda florecer. Es imperativo que el Gobierno tome medidas para liberar recursos que puedan ser utilizados de manera más eficiente por el sector privado.

Finalmente, diálogo y el consenso son herramientas poderosas, pero solo si llevan a resultados tangibles. No hay soluciones rápidas para los problemas complejos que enfrenta Bolivia, como la escasez de dólares o la crisis del combustible. Se precisa una acción decisiva por parte del poder Ejecutivo, con el apoyo del Legislativo.

El camino hacia la recuperación será largo y difícil. Ahora es el momento de actuar y tomar decisiones audaces. La historia no esperará, y Bolivia no puede permitirse seguir esperando.

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