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19 de enero de 2023, 7:00 AM
19 de enero de 2023, 7:00 AM

Un burro puede ser muy útil en la alta costura, puesto que es la rueda dentada que hace mover a todas las demás del torno de la seda, o en la carpintería, donde es el nombre que se le da a un armazón que ayuda a serrar mejor la madera. En un hospital de Latinoamérica, el nombre de burro es muy amigable, puesto que es la estructura que sirve de apoyo a personas con dificultades para caminar.

Y es que, en el idioma español, una palabra puede significar muchas cosas debido a la polisemia y homonimia, así que las definiciones varían según los contextos.

Eso es lo que pasa con “golpe de Estado” que no es una palabra, sino un conjunto de acciones que buscan cambiar el gobierno de un país mediante el uso de la violencia. Si dejamos las cosas así, con un enfoque general, cualquier acción popular podría ser calificada de “golpe de Estado” y así tendríamos que llamar, por ejemplo, a las protestas que motivaron la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada, el 17 de octubre de 2003.

Pero no, la renuncia de Goni fue eso, no un golpe de Estado porque el congreso siguió funcionando y esa es la clave para llamar así a un cambio violento del gobierno.

Es cierto que un golpe de Estado es una acción política y, por ello, tendría que juzgarse a través de los tamices de la ciencia política, pero no se debe olvidar que, por una parte, sus efectos serán enteramente jurídicos y, por otra, estamos hablando de un conjunto de acciones que afectan directamente a un Estado de Derecho. Por ello, la única forma de definir a un golpe de Estado no es mediante interpretaciones de politólogos, sino con el uso de diccionarios jurídicos.

No existe un solo diccionario jurídico, pero entre los usados hasta el presente destacan los de dos grandes juristas, Manuel Osorio y Guillermo Cabanellas. El primero dice que golpe de Estado es “desplazar por la violencia a las personas que legítimamente ejercen el poder, y suspender el funcionamiento normal de la Constitución, empezando por la disolución del Poder Legislativo, de los partidos políticos y de no pocas libertades públicas y privadas”. La definición del segundo es más breve: “Usurpación violenta de los poderes públicos, en especial del ejecutivo; absorción por este de la función legislativa y sojuzgamiento de la judicial”.

Como se ve, los conceptos son diferentes, pero existen elementos en común como el uso de la violencia y la anulación del poder legislativo; es decir, el congreso, el parlamento o, en el caso de Bolivia, la Asamblea Legislativa Plurinacional.

La renuncia de Goni no fue un golpe de Estado, porque el congreso siguió funcionando, y la de Evo tampoco lo fue, por esa misma razón. Es más… el parlamento que funcionó tras la huida de Morales se mantuvo con los dos tercios del MAS que, por eso mismo, siguió controlándolo.

Entonces, para hablar de golpe de Estado se debe utilizar el concepto en el contexto preciso. No hacerlo es manipularlo o mostrar una terquedad que habilitaría el contexto adecuado para usar el nombre de burro con el significado que todos conocemos.

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