Opinión

Guarayos: Museo de la industria forestal

16 de junio de 2021, 5:00 AM
16 de junio de 2021, 5:00 AM

La gente de Guarayos tiene madera para emprender la idea de instalar en su capital, Ascensión, un museo forestal, es decir del bosque y de la madera, y eso nadie lo puede negar.

Aunque el aprovechamiento histórico de la madera a nivel comercial e industrial en el departamento de Santa Cruz no comenzó allí, no se puede obviar la importancia y preponderancia en materia forestal que Guarayos ya va teniendo por varias décadas, alimentando la industria de la madera con las especies principalmente amazónicas de las que es reservorio natural.

La Reserva de Guarayos, creada en 1969, el mismo año que el hombre puso por primera vez el pie en la Luna, ha sido largamente aprovechada, y no es posible calcular con precisión la cantidad de madera que se ha extraído de ella, que mide en los papeles más de 1 millón de hectáreas, pero seguramente se podrían sumar longitudes de troncas que en conjunto alcanzarían para ir y volver varias veces de dicho satélite.

Su conexión con los bosques de Obispo Santistevan, Sara e Ichilo, y a la vez con los de Ñuflo de Cháves y Velasco, hacen de Guarayos una especie de bisagra entre los bosques húmedos de la porción amazónica que le tocó a Santa Cruz, y los de bosques secos caducifolios de la Chiquitania, que son exclusivos del departamento.

De hecho, la Reserva, a pesar de los altos índices de deforestación que tiene ahora, ha servido por mucho tiempo y debería seguir sirviendo, como un corredor de tránsito de especies de fauna, principalmente mamíferos que requieren hábitats extensos y se trasladan en busca de comida, o como parte de sus procesos reproductivos y evolutivos.

Las especies principales de maderables que ha entregado esta Reserva, de formas tanto santas como ‘non sanctas’, son especies que van desde muy finas, como la mara, hasta especies menos finas pero comerciales, como el ochoó, y muchas otras todavía sin uso comercial.

Como consecuencia de esta riqueza, una cantidad importante de industrias especializadas se han asentado en Ascensión y sus alrededores, dando trabajo a mucha gente, gente que seguramente tiene mucho para contar y cuyas historias sería lindo reproducirlas en un museo especializado.

Gran cantidad de experiencias de aprovechamiento sostenible, es decir censos, inventarios, manejo forestal, cumplimiento de la ley y, a la vez, escandaloso actos ilícitos, se han prohijado en esa rica y bella provincia, en la Reserva Forestal de Guarayos, por lo que humildemente postulamos la idea de establecer un museo que atesore tanta información.

Numerosas comunidades indígenas de la etnia Guaraya dependen de este recurso forestal renovable, y los productos artesanales o semiindustriales de esta etnia, que han estado directamente involucrados en el aprovechamiento maderable y no maderable,˗como el aceite de cusi y sus derivados, también deberían ser parte integral de las salas de exposición que se puedan desarrollar en el museo que proponemos.

Ideas no faltan, recursos hay muchos, y el recurso humano es el más potente de todos, por lo que no dudamos que sus autoridades mostrarán su mejor músculo y unirán sus voluntades para hacer realidad este merecido emprendimiento.

De mi parte, yo no me negaría jamás a mirar la variedad de lo que expongan recorriendo sus instalaciones, o desde una hamaca guaraya colgada entre horcones del museo. Y menos si me arrullan, mecen y soplan mientras me echo una siesta con un ojo cerrado y otro abierto en los calores sofocantes de su canícula…

Hagámoslo,˗me sumo, antes de que la idea se vaya a otro lado, o que queden pocos vestigios de sus espectaculares montes y su rica cultura nativa.


*Mario Suárez Riglos es geólogo e historiador 

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