La directora regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres habla de las barreras para alcanzar igualdad de condiciones y de oportunidades. Un desafío es lograr la equidad, tanto en los salarios como en el acceso al crédito

12 de octubre de 2022, 6:59 AM
12 de octubre de 2022, 6:59 AM


María-Noel Vaeza es abogada y directora regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres desde 2019. Su mirada es panorámica. Observa los desafíos para dar fin a la violencia, pero también a la equidad en el ámbito público y privado. Transmite sencillez y fuerza para avanzar en estas metas que son importantes para hombres y mujeres en la sociedad.

¿Cuáles son desafíos de la mujer en la pospandemia?
El primero es el tema del cuidado (trabajo no remunerado, casi siempre atribuido a las mujeres), porque la pandemia evidenció que cuidar es importante y es un trabajo; por ejemplo, los enfermos, en su mayoría, estaban en la casa bajo el cuidado de las mujeres. Entonces el cuidado se convirtió en un elemento central, pero también en un elemento que hace que la mujer no tenga tiempo para la autonomía económica. Creo que una de las soluciones para la salida es incorporar a la mujer al mercado laboral y crear empleo, impulsando sistemas integrales de cuidado. Por eso, la Conferencia Regional de la Mujer, que se realizará del 7 al 11 de noviembre en Argentina, tiene como tema central la sociedad del cuidado. Y sistemas integrales de cuidado público, privado, comunitario y mixtos que permitan que la mujer tenga un espacio para dejar a su niño, a su adulto mayor, a su discapacitado y que esos empleos que se generan para cuidar, sean empleos de calidad y que ellas puedan salir de la informalidad.
Las mujeres que cuidan son normalmente  mal pagadas, no tienen formación, entonces es el momento para brindarle formación, pagarles mejor porque así empiezan a pagar impuestos y, además, pueden tener empleos de calidad que les permitan tener una pensión en el futuro. Hoy en día, el 70% de las mujeres está en la informalidad, entonces tenemos que sacarlas de la informalidad.
Además, esto tiene un efecto compuesto porque la mujer que, antes no podía salir porque no tenía con quién dejar a los niños, ahora sale a trabajar y participa en la economía.

¿Hay límites en el acceso al crédito para la mujer?
El segundo gran tema es la inclusión financiera, que ahora la mujer no la tiene. A la mujer le dan un16% menos de créditos que a los hombres, es una realidad. Estereotipos y discriminaciones que van haciendo que la mujer no tenga ese soporte.
Y en materia de capital de impacto e inversiones de impacto social, solo el 20% (de los créditos) llega a empresas de mujeres y cuando una empresa está integrada toda por mujeres, solamente el 9%; y cuando está dedicada a la tecnología, solo el 2%; es decir, es terrible la discriminación. Entonces la mujer con qué se queda, con el microcrédito, haciendo cositas, con no poder salir de la pobreza por no poder levantarse. Hacemos un llamado para que los hombres inversores miren las oportunidades que las mujeres están generando o pueden generar. Las mujeres son las que más cuidan la madre tierra y son la que saben la adaptación y la mitigación a la crisis del cambio climático.

¿Por qué las mujeres son menos sujeto de crédito?
Por los estereotipos, por la desconfianza, lo que consideran el riesgo porque la mujer va a ser madre. Por eso también le pagan hasta un 25% menos y, a veces, hasta un 34% menos de salario: No hay igualdad de remuneración y esa mentalidad lleva también a los bancos a decir no, cuando las mujeres son las que más devuelven los créditos y las que más generan utilidades cuando obtienen un crédito y crean una empresa. Entonces, ese es un tema que tenemos que solucionar para las 118 millones de mujeres en América Latina que trabajan en la informalidad.

¿Qué se sabe sobre la violencia?
Otro tema importante es el de la violencia, que con la pandemia se ha intensificado y que, además, de ser una gran violación a los derechos humanos de las mujeres, es un tema económico.
La violencia la vemos en el transporte y espacio público, en la escuela, en el hogar y en el trabajo. Por eso, ojalá que Bolivia ratifique el convenio 190 de la OIT.
El impacto de la violencia lleva a pérdidas millonarias del Producto Interno Bruto porque obviamente la mujer no puede trabajar y hay pérdidas de la productividad. Entonces es un tema de prioridad, no entiendo por qué los presidentes no lo ponen a la cabeza de sus temas a solucionar políticamente.

Es un tema de impunidad también, en Bolivia casos de parlamentarios que han sido separados por casos de violencia de género, pero luego reincorporados...
Bueno eso no puede ser. Tiene que haber una condena social, pero también una condena judicial y un debido proceso. Algunas alcaldías, como dos que visitamos, tienen lugares de refugio, pero es muy poco para lo grave que es la situación, ¡ya van 73 feminicidios en Bolivia en lo que va del año! 

¿Y cómo está Bolivia?
Es quinto en materia de violencia. Ha aumentado mucho, sobre todo a raíz de la pandemia.
La afectación económica del hombre de no conseguir trabajo, el alcoholismo, las drogas y otros factores que se juntan llevan a eso. Pero yo creo que la sociedad tiene que hablar de una masculinidad distinta, eliminar y condenar esa masculinidad tóxica enérgicamente. Las sentencias deben de ser contundentes, las medidas cautelares tienen que ser inmediatas para evitar que se produzcan los feminicidios, hay que tomar en serio el tema.
Otro tema importante en la región es el empoderamiento político, en el que Bolivia es líder en la región porque ya hay 49% de mujeres en el Parlamento, eso es muy importante. Ahora hay que ver cómo esas mujeres son escuchadas y sus proyectos de ley son llevados adelante. 

¿Cómo se mide el trabajo no remunerado de la mujer?
Hicimos una encuesta del uso del tiempo. Le preguntamos a las mujeres: ¿Cuánto tiempo te dedicas a tareas no remuneradas del hogar? Con las respuestas llegamos a la conclusión que, colocándole un salario mínimo a la hora de trabajo no remunerado, llegamos a cifras que están entre el 15% y 20% del producto interno bruto. La mujer hace tres o cinco veces más tareas no renumeradas, pero que se invisibilizan. Los hombres suelen decir: mi mujer no trabaja, se queda en casa con los nenes, pero ella es la que se ocupa de la educación, de la comida y todo, y eso no se lo valora, no se lo considera un trabajo, se lo minimiza y eso no podemos permitirlo. Hay que hablar de corresponsabilidad y de las tres R (reconocer, reducir y redistribuir el trabajo no renumerado), hacer un contrato familiar, en el que se compartan las tareas. 

Algunos varones ven la igualdad de derechos como una concesión, pero ahora hay un cambio de enfoque y se ve que incorporar a la mujer en igualdad de oportunidades es también una ganancia...
Claro, para la familia, para la sociedad. Y no es una concesión, es nuestro derecho, nacemos para que se nos respeten los derechos humanos, que son inalienables. Lo que ha pasado es: primero, las sufragistas que han sido las que han permitido que llegamos a votar. Ahí comenzó un movimiento importante de reconocimiento de los derechos políticos, de poder elegir y luego ser elegidas.
Para nosotras el empoderamiento político es muy importante también y vemos que es muy lento, porque hay una sola presidenta mujer, que es la de Honduras. Hemos tenido antes, pero son poquitas. En la pandemia se demostró que el 11% de las presidentas y primeras ministras del mundo fueron las que tuvieron mejor desempeño porque confiaron en la ciencia y ampliaron su poder decisorio y tuvieron más empatía con los sectores vulnerables. 

¿Cómo involucrar a los hombres en temas de empoderamiento y de igualdad de género?
Nosotros intentamos en todos los países hablar con los hombres. Lo más difícil es trabajar con los partidos políticos, pero lo hacemos, pero ahí hay un núcleo duro por el tema de la paridad y la redistribución del poder.

¿Cuáles son esas masculinidades que hay que transformar?
Las tóxicas, a los violentos. Por eso, es importantes que los gobiernos también trabajen con los hombres, no solamente cuando estén en la cárcel por lo que hacen, que haya un debido proceso, y transformarlos también sicológicamente. Un debido proceso es fundamental, sin justicia esto no para. El 98% de los casos de violencia jamás son resueltos, entonces la mujer no denuncia. En el caso de los feminicidios, ninguna mujer que ha sido víctima ha denunciado y, seguramente, el agresor le aplicó violencia durante mucho tiempo, pero como no creemos en los sistemas de justicia, no nos sentimos cómodas denunciando y no tenemos a dónde ir, porque el problema es ese, las mujeres no denuncian porque no tienen autonomía económica.
Las muertas por feminicidios que denuncian son pocas, las que denuncian son las que se salvan, por eso, nosotros estimulamos a la denuncia. Es un tema que, mientras que no se ponga en la palestra política y se imponga al poder judicial ese poder de resolver, va a seguir. Hace 20 años que tenemos el mismo indicador, 30% de las mujeres del mundo sufren violencia, es una en tres, y en algunos países, una en cinco. Entonces, hay algo que está fallando.