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28 de junio de 2024, 4:00 AM
28 de junio de 2024, 4:00 AM

                                                                
Rolando Aróstegui Quiroga

Sí, hace un mes que se fue y dejé de ver a Susana Seleme Antelo.
Todo este tiempo he estado pensando en la dilatada vida que militamos juntos. Por eso, tengo muy fresca en mi memoria el día de marzo que, por casualidad, coincidimos en la Creperie. Un cálido restaurant de Marcelo Araúz.
De solo verla recordé que años antes en Ciudad de México, por esas causalidades del destino, nos conocimos. En cuanto la vi no dudé y dije es ella, llegaba con Mario, su esposo, y otros familiares.
Pasaron muy pocos minutos y ella se acercó a la mesa que compartíamos con Guillermo Capobianco. Tan natural, la invitamos a acompañarnos un momento, se hizo casi toda la velada. Allí le comentamos del MIR, la clandestinidad y ahora que luchábamos por la democracia.
-¡Ya está!- nos dijo- a partir de ahora estoy con ustedes- y desde ese momento militó.
Fue una mujer y militante excepcional. Clara en sus reflexiones, supo usar todo lo que había aprendido de marxismo para desentrañar esta nuestra realidad tan contradictoria y especial, sin llegar al determinismo histórico que hizo de socialismo la dictadura del proletariado, tan perversa como tan incapaz.
Renovó el conocimiento, algunas de sus meditaciones las escribió, otras, la mayoría quedan en debates televisivos y entrevistas radiales o escritas.
Fue implacable en denunciar la injusticia y el abuso, clara en oponerse a un populismo que hoy sufrimos, pero, sobre todo: dejaba un mensaje de igualdad y de convivencia democrática.
Fue una madre que en medio de los avatares del quehacer político supo darle cariño a sus hijos: Natalia y Marito.
Apasionada por su Santa Cruz y su futuro y en su Bolivia que siempre la supo plural y múltiple. No creyó que la raza sea un determinante exclusivo, aunque reconocía el valor de los que la poblaron primero y desencantaron la tierra.
Como mujer defendía a su género y era implacable con los que no creían en la igualdad de oportunidades.
Intelectual, política, sencilla y firme en sus convicciones, ha aportado mucho a nuestro ser departamental. Extrañaremos su mirada lúcida al futuro y la vehemencia en defender las ideas colectivas.
En momentos muy difíciles declaré que, si no hubiera sido mi madre Argentina Quiroga, hubiera querido que sea Susana Seleme.


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