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22 de julio de 2022, 4:00 AM
22 de julio de 2022, 4:00 AM

Nuevamente las autoridades cruceñas y el pueblo en su conjunto (una fracción para ser ecuánimes), se  ha declarado en estado de apronte contra el Gobierno, porque no es de ahora, sino desde que el señor Evo Morales asumió la presidencia en mayo del 2006, después de haber ganado las elecciones con  un resultado inédito e incontrastable, y no le estamos haciendo propaganda. Desde entonces no han faltado motivos (en veces justificados) para la confrontación o la pulseada, y hoy, el ‘’leit motiv’’, no es otro que el tema álgido del Censo Nacional de Población y Vivienda que el Gobierno, en consenso con el Consejo Nacional de Autonomías (funcional al MAS, según se dice), lo ha postergado para el 2024, es decir que lo suspende dos años, cuando por ley estaba fijado para noviembre del presente año 2022.

Santa Cruz, como siempre, (y tal parece que no conoce otro método) amenaza con salir a las calles y aplicar la receta de la movilización ‘’pitita’’ de noviembre de 2019 con tal de enervar y dejar sin efecto alguno del D.S. 4760 que dispone dicha postergación. El argumento de peso para ello es que Santa Cruz, con el bluf de la postergación, deja de percibir cuantiosos ingresos por concepto de la Participación Popular que le corresponde debido al aumento exponencial de su población, a la cual ha contribuido notablemente la migración interna proveniente del collao principalmente, por cuanto la ‘otra’, no es tan significativa.

Si el Gobierno no revisa su medida extrema, que Dios nos agarre confesados, porque otra vez volveremos a escuchar los gritos estremecedores de: ¡Guerra civil!, porque tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Santa Cruz se ha tomado la cuestión del censo como algo “personal”, como la intención aviesa, tendenciosa y deliberada del centralismo de continuar atentando contra su desarrollo económico y humano. Y en ello encuentra fundamento valedero para justificar cualquier movilización popular (no una insurrección armada con propósitos encubiertos de tumbar gobierno, con la cual no compartimos), poco importa si quien la lidera es la oposición, la elite pensante o los grupos de poder local. 

Para evitar la reproducción de los hechos, fastos y nefastos, de noviembre de 2019, lo recomendable es abrir el diálogo porque las cosas que tratan de resolverse por medio de la violencia colectiva y la confrontación es una locura, cuando bien podrían solucionarse replanteando el o los problemas, tal como recomiendan los psicoanalistas modernos, después de haber analizado que la brutalización que entraña la violencia, por lo general acaba en fracaso total, sobre todo por el costo social. El fin no justifica los medios, a menos que se usen medios pacíficos. Y la pulseada que se viene empleando recurrentemente, tanto por el Gobierno como por la oposición, para mostrar quien tiene más musculatura, no es el medio más apropiado ni tampoco el más democrático. Se dice, lo decía Carlos Marx, que la violencia era la partera de toda vieja sociedad, que no es el caso, porque, en las actuales circunstancias, no se halla en juego ningún cambio de estructuras.

En merito a lo expuesto, me adhiero plenamente a las voces autorizadas, cruceñas por si acaso, que están de acuerdo con el diferimiento del censo para junio del 2023, tiempo más que suficiente para tomar previsiones respecto a la cartografía y otros aspectos conexos, y de esa forma impedir que la sangre llegue al rio. Vale más prevenir que curar, dice el refranero popular, y es de sabios seguir el consejo relegando la pulseada a un segundo plano, salvo que algunos extremistas incrustados en la llamada Cumbre por el Censo, insistan en llevarnos al despeñadero. La vía judicial por la cual se pretende imputar a los miembros del CNA, tampoco es la ideal porque en estrados se puede congelar ‘sine die’ la querella; además la experiencia muestra que, cuando los imputados son muchos, la responsabilidad penal es de nadie.

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